En el Gran San Miguel de Tucumán se ha observado un proceso sostenido de transformación, caracterizado por el reemplazo progresivo de zonas productivas por usos residenciales y comerciales. Por ejemplo, los conductores y los propios habitantes han notado, con el paso de los años, el cambio del paisaje a lo largo del trayecto de la ruta provincial 315, que dejó atrás el aroma de los cultivos para dar lugar a la apertura de calles y a un mayor nivel de pavimentación. Esa metamorfosis respondió a varias causas, entre ellas la expansión urbana, la valorización del terreno y las crisis económicas, y se manifestó en la consolidación de nuevos barrios privados, “countries” o áreas de servicios.
Un caso indudable fue la reducción de las áreas citrícolas en la zona metropolitana de Tucumán, lo que ubicó a Tafí Viejo como referencia, junto con Yerba Buena. En la localidad conocida como “La Ciudad del Limón” –lugar emblemático de la industrialización del limón- y alrededores hubo una disminución de la superficie en los últimos años.
Entre 2022 y 2024, la superficie con citrus en Tucumán se redujo en más de 5.600 hectáreasSegún datos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), desde entre siete y 10 años, se observó el desplazamiento marcado de la citricultura hacia Burruyacu, Famaillá, entre otras áreas del interior tucumano.
El último Reporte Agrodindustrial de diciembre 2024 de la entidad indicó que la superficie neta total ocupada con cítricos en Tucumán ha sido de 41.700 hectáreas (ha.): 1.600 ha. de dulce y 40.100 ha. de limón. Se calculó que el 32,4% estaba ocupado por plantaciones de más de 21 años y el 67,6% restante correspondía a plantas de dos a 21 años.
Tafí Viejo se ha ubicado como tercer departamento con más producción, con 10% de participación en la torta provincial. Aquí, la citricultura pasó de 5.145 hectáreas (ha) en 2022 a 4.325 ha en 2024, lo que representó una reducción de 820 ha. o del 16% en apenas dos años.
De ese dato se desprende que, dentro del área cultivada, el 50% de las plantas supera los 21 años, lo que incide en la productividad y podría anticipar recambios o futuras pérdidas de territorio.
Yerba Buena, a la vez, perdió una gran proporción en las últimas décadas, y las recordadas quintas dejaron de estar a la vista de todos. Se ubicó como el departamento con menor participación (2,9%), con 1.260 ha., y el 65% de sus plantaciones tiene más de 21 años de envejecimiento. Lo mismo ocurrió en San Pablo y El Manantial.
Mayor productor
El análisis por departamentos de la Eeaoc mostró que Burruyacu concentra el 32,3% del área cítrica provincial, con limoneros de entre 2 y 21 años, seguido por Famaillá con el 10%; Tafí Viejo; Monteros con 9,1%; La Cocha con 8,4%; y Chicligasta con 8,2%, entre otros. Esto evidenció la dinámica productiva de la agroindustria citrícola local.
“Tafí Viejo es uno de los departamentos que tienen grandes porcentajes de cultivos dedicados al cítrico históricamente, pero no ha sido comparable con Burruyacu, principal productor desde siempre por su extensión y condiciones”, dijo Javier Carreras, referente del departamento de Sensores Remotos.
Roberto Sánchez Loria: "Estamos en la parte final de esta crisis del citrus que ya lleva más de cinco años"“Además, es el segundo, después de Yerba Buena, con más plantaciones grandes -por decirlo de forma llana-. Más del 50% de las plantas tiene más de 21 años y eso repercute directamente en la producción. La renovación no logra cubrir la pérdida o se decide que pase a otro uso”, agregó.
Dardo Figueroa, coordinador del Programa Citrus, subrayó que la “Ciudad del limón” es una de las zonas que concentran un número elevado de productores. Se caracteriza por una estructura muy atomizada, con quintas pequeñas, lo que refleja un terreno productivo disperso y con fuerte presencia de pequeños establecimientos. “El desplazamiento es atribuible a una cuestión de urbanización, sí, pero también responde a la crisis que atravesó esto y la proyección del negocio inmobiliario”, acotó.
Sector privado
El presidente de la Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa), Roberto Sánchez Loria, dejó en claro que el desplazamiento de la producción y el avance de la urbanización “es un proceso normal, que ocurre en todos los lugares del mundo”. “Cuando las tierras están próximas a los centros urbanos, con el tiempo comienzan a adquirir valor y finalmente se incorporan a desarrollos urbanos”, expresó.
Y continuó: “No es un fenómeno exclusivamente nuestro ni algo extraño. Tampoco está sucediendo en una proporción tan grande aquí. No nos vamos a quedar sin tierra productiva”.
Sánchez Loria recordó que, “años atrás, la (ex villa) Marcos Paz, en Yerba Buena, estaba conformada por quintas productoras de frutas y verduras, o por casas de fin de semana”. “Marcos Paz hoy es una ciudad”, resaltó el productor, quien subrayó que “no afecta la disponibilidad de tierras”. “No creo que sea un factor dramático”, finalizó.
Planteo: ley de ordenamiento territorial
En el Colegio de Arquitectos señalaron que diversos estudios sobre la expansión metropolitana entre 1990 y 2025 evidenciaron un fuerte avance de la urbanización sobre el pedemonte, precisamente en la zona con las condiciones naturales que dieron prestigio al limón tucumano. Marta Casares, vocal de la entidad, consideró que el valor paisajístico que buscan muchas urbanizaciones privadas es el mismo que terminan degradando al instalarse.
“El arco oeste del área metropolitana se convirtió en la ‘opción más barata’ para loteos y viviendas. Proliferaron las actuaciones del mercado inmobiliario en las urbanizaciones cerradas, ‘countries’ y barrios privados, mientras el Estado provincial impulsó, mediante una intensa política habitacional, el megaemprendimiento Lomas de Tafí, de más de 400 hectáreas y 6.500 viviendas, que cambió de manera irreversible la matriz territorial. A esto se sumaron loteos populares”, observó.
Como consecuencia, Casares indicó que se produjo una pérdida irreversible de suelo productivo, una fragmentación del paisaje agrícola y un aumento de conflictos por usos del territorio. Finalmente, remarcó que este proceso se agrava por un problema estructural: “Tucumán aún carece de una ley provincial de ordenamiento territorial”, expresó.