Milagros Arghittu tiene 25 años, y acaba de ser elegida como representante tucumana en el premio nacional de liderazgo joven impulsado por Redappe y la iniciativa “Chicas en Relaciones Internacionales”. Con ese pretexto concedió una entrevista a LA GACETA, pero la conversación no tardó en revelar algo más profundo: detrás del reconocimiento hay un recorrido personal que empezó lejos de cualquier oficina diplomática y más cerca de una necesidad urgente de abrir puertas que parecían cerradas para siempre.

La distinción reconoce a jóvenes líderes que impulsan la internacionalización desde sus provincias, un concepto que puede sonar ajeno cuando se vive lejos de la Ciudad de Buenos Aires, donde se concentran embajadas, organizaciones multilaterales y oportunidades formativas. Sin embargo, la trayectoria de Milagros demuestra que las articulaciones globales también pueden nacer en barrios, en escuelas y en grupos de jóvenes que deciden organizarse romper barreras.

La joven hoy forma parte de una red que la llevó a congresos de Naciones Unidas, a becas en los Estados Unidos y a espacios internacionales donde defendió proyectos con impacto social. Pero mucho antes de eso, creció con la idea de que entender el mundo y participar en él no debía ser un privilegio.

ESCENARIO INTERNACIONAL. La tucumana participó en encuentros vinculados al desarrollo y la cooperación global. / GENTILEZA DE MILAGROS ARGHITTU

Cuando una mirada global nace en un barrio tucumano

Milagros recuerda con claridad el día en que, de niña, vio por televisión las imágenes de un tsunami en Japón y le pidió a su mamá cambiar de canal porque “no importaba lo que pasaba tan lejos”. Su madre la frenó: había que mirar, porque lo que le ocurre a otros también cuenta. Esa escena quedó guardada en su memoria sin saber que, años después, sería una brújula.

En la secundaria descubrió los modelos ONU y Unión Europea, iniciativas que le permitieron debatir, argumentar y sentirse parte de un mundo más grande. Al mismo tiempo, convivía con una realidad distinta: padres sin estudios superiores, trabajo desde los 14 años y la idea constante de que “las oportunidades están en Buenos Aires”.

Elegir una carrera tampoco fue sencillo. Abogacía apareció como el camino posible dentro de lo accesible de la universidad pública, y más tarde se sumó la Licenciatura en Teoría y Gestión de las Organizaciones, una formación que le da herramientas para desarrollar aquello que ya venía gestando sin saberlo: una estructura de liderazgo joven que pudiera crecer, mantenerse y llegar a lugares donde los programas tradicionales no llegan.

Cuando un grupo decide organizarse: nace Voces Jóvenes 

Voces Jóvenes no nació con un manual, sino con voluntad. Durante mucho tiempo fueron “los autoconvocados por una causa”, como recuerda Milagros, hasta que entendieron que para llevar oportunidades a todo el territorio hacía falta más que buenas intenciones: hacía falta organización.

Hoy la iniciativa reúne a 60 voluntarios que ofrecen talleres de habilidades blandas, liderazgo, oratoria y formación ciudadana a jóvenes de varios municipios de la provincia. Milagros explica que ese trabajo es vital: “las habilidades interpersonales no se enseñan en la escuela ni en la universidad, pero determinan cómo nos paramos en el mundo”.

COMUNIDAD ACTIVA. Integrantes de Voces Jóvenes trabajan en programas que fortalecen habilidades en distintos municipios. / GENTILEZA DE MILAGROS ARGHITTU

El programa Pathways, por ejemplo, acompaña a estudiantes secundarios con encuentros destinados a pensar proyectos, organizar ideas y animarse a hablar en público. De ese espacio surgió la historia de Martina, una adolescente que llegó al primer taller sin poder decir “hola” sin llorar y terminó dando una charla frente a más de 100 personas.

Además, Voces Jóvenes impulsó el primer modelo universitario del norte argentino sobre la Unión Europea, con acompañamiento de la Embajada y la Secretaría de Relaciones Internacionales. En ese ámbito, un número significativo de chicos accedió por primera vez a debates globales sin tener que salir de Tucumán.

“Lo que hacemos no es asistencialismo, es transformación a futuro”, resume Milagros.

Un puente entre Tucumán y el mundo

Su trabajo no se limita al territorio provincial. En 2023 participó en un congreso de Naciones Unidas en Sevilla sobre desarrollo económico y más tarde viajó a los Estados Unidos con una beca internacional que la desafió a presentar un proyecto de impacto social.

Volvió a Tucumán con la convicción de que “la cooperación descentralizada existe”, y de que también los municipios, las organizaciones estudiantiles y los ciudadanos pueden construir vínculos globales sin depender exclusivamente de cancillerías o embajadas.

ESCENARIO INTERNACIONAL. La tucumana participó en encuentros vinculados al desarrollo y la cooperación global. / GENTILEZA DE MILAGROS ARGHITTU

Su visión es clara: las relaciones internacionales no son un club cerrado ni una sala exclusiva para diplomáticos. Existen para mejorar vidas y deben ser accesibles para quienes quieran formarse.

La transformación que multiplica oportunidades

Milagros insiste en algo que atravesó toda la conversación: compartir oportunidades no resta, multiplica. Ella misma lo vivió cuando una mentora le enviaba becas que parecían imposibles y le repetía que se postulara igual. Esa confianza externa terminó moldeando la propia.

Hoy, desde Voces Jóvenes, la lógica de promover al otro se replica a partir de redes comunitarias; becas compartidas; talleres que se sostienen con voluntarios que donan tiempo y horas de investigación; acompañamiento a estudiantes que no tienen referentes profesionales en su familia y una apuesta permanente por mostrar que “soñar no da vergüenza”.

Sobre el reconocimiento federal que acaba de recibir, Milagros lo describe como un cierre simbólico: "la distinción es la excusa. Lo importante es el camino”. En diciembre viajará a la Legislatura porteña para recibir el diploma, pero asegura que su objetivo no cambia. Esa meta es que cualquier joven tucumano, sin importar dónde viva, encuentre un espacio donde le digan que sí puede porque existe una red que lo acompaña y lo sostiene mientras camina.