Las restricciones a las importaciones, que el Gobierno nacional mantiene desde el año pasado para frenar la fuga de dólares al exterior, perjudica a pequeñas y medianas empresas tucumanas. Las barreras se endurecieron mediante intrincados trámites en la Secretaría de Comercio Interior de la Nación. Para afrontarlas, los emprendedores apelan al ingenio para resolver los problemas que presentan sus clientes. Otros con menos margen de acción, sufren por la imposibilidad de desarrollarse y por el miedo a perder el empleo. Esta situación también afecta a las compañías que se dedican a la gestión de comercio exterior, cuyos volúmenes de operaciones bajaron, en promedio, un 30% desde que rigen las trabas, según afirmaron despachantes de aduana. Jorge Volentini, propietario de una firma local que fabrica relojes para control de personal, aseguró que, a causa de las restricciones para importar no recibe piezas que se fabrican en Italia o en Estados Unidos. "Hace cuatro meses que solicitamos a un proveedor norteamericano una máquina para soldar componentes electrónicos. Presentamos la documentación en la Secretaría de Comercio pero no conseguimos el permiso", subrayó. En febrero de 2012, el Gobierno modificó el sistema para autorizar importaciones. Dejó sin efecto las Licencias No Automáticas (LNA), con las que los importadores operaban hasta ese momento, y puso en vigencia la Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI), para todas las importaciones destinadas al consumo. Según los empresarios, el mecanismo de DJAI fue manejado por el ex secretario de Comercio Interior de la Nación, Guillermo Moreno, quien fue reemplazado por Augusto Costa.
Volentini señaló que su firma presta un servicio posterior a la venta de los relojes, que requiere celeridad. "Cuando no conseguimos el componente desde el exterior, como argentinos le buscamos la vuelta, o lo atamos con alambre, como se dice. Esto nos trae demoras y gastos extras", insistió. Marcos Villa Kenning es otro empresario afectado por las trabas para importar. Su firma ensambla y comercializa en Tucumán bicicletas de mountain bike, cuyas partes se fabrican en China, en Taiwán y en Japón. Este año presentó en la Secretaría de Comercio Interior una solicitud para importar, durante 2013, piezas para armar 600 rodados. Esto equivalía a U$S 300.000. "De esa suma, en enero, nos avalaron un permiso por U$S 54.000. Con esa mercadería arrancamos la producción", recordó.
Pero en marzo -precisó Villa Kenning- volvió a presentar otra DJAI para ingresar 200 bicicletas, por un valor U$S 100.000. "Me negaron el pedido y, desde entonces que no tengo mercadería para trabajar. Mis dos socios y yo no cumplimos con las expectativas. Somos una empresa chica. Si no importamos tendremos que cerrar, y no tengo otro trabajo", agregó.
El mecanismo de las DJAI fue instalado por el Gobierno para frenar la salida de los dólares necesarios para las operaciones de comercio exterior. Así lo explicó un despachante de aduana, consultado por LA GACETA. El operador, que solicitó la reserva de su identidad, remarcó que cuando comenzó a regir la medida, había que tener balanza propia y compensar los volúmenes de importación con exportaciones. "Pero las empresas grandes que comercializan al exterior también tienen problemas para desarrollar sus negocios", finalizó.