BUENOS AIRES.- El Gobierno nacional está tornando cada vez más rígido al modelo económico. Esto provoca una amplia acumulación de tensiones que más temprano que tarde derivará en un ajuste fiscal y financiero cada vez más importante. La reciente regularización previsional implica para el Tesoro una pesada carga financiera que no podrá ser compensada por los ingresos derivados de una moratoria a todas luces insuficiente. Ya sea por vía directa o indirecta, el Tesoro deberá afrontar el desequilibrio. Esto pone al modelo ante un camino de una sola dirección: aumentar los ingresos, ya sea por vía tributaria o por endeudamiento, o por ambas. Así se explica la cerril oposición de la Casa Rosada a subir el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias o bien bajar otros tributos que golpean el bolsillo de la población o hacen peligrar los puestos de trabajo. De no ser por los ingresos provenientes de la Anses, el PAMI y el Banco Central, los números fiscales mostrarían un rojo más profundo.
De todas formas y aun contabilizando estos ingresos no genuinos, el desequilibrio ronda los U$S 500 millones mensuales, una cifra insostenible en el tiempo sin contar con financiamiento adicional. Por lo tanto, el Gobierno apuesta a transferir los problemas hacia la Administración que llegue en 2015 y va transformando la realidad en una huida hacia adelante.
Otro tanto, ocurrió con las tasas de interés que subieron inducidas por el BCRA a partir de la devaluación, para evitar que los ahorristas siguieran prefiriendo al dólar y ahora se les pone un techo que secará el crédito, provocará una baja de rendimientos y puede abrir otra vez la apetencia por la divisa. Una situación similar se dio con la reciente negociación con Brasil por el protocolo automotor y el intercambio bilateral. Con el acuerdo vencido y cuando el flex indicaba que a partir de este año debía pasarse a una relación 2 a 1, el pánico se apoderó de la gestión Kirchner. La devaluación, la crisis de reservas y el aumento de impuestos internos a los vehículos importados habían dejado al complejo automotor nacional severamente dañado con suspensiones en las terminales y despidos en varias autopartistas . El nuevo acuerdo le permitió ganar tiempo y negociar un acuerdo a cinco años.
De la misma manera, el resultado judicial en EEUU implica que se posterguen en el tiempo sus efectos. El pronunciamiento de la Corte Suprema de ese país, llevará la cuestión con los holdouts a negociaciones posteriores. El objetivo no es otro que lograr atravesar el umbral de este año, para que caiga la cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers) que implica mejorar a los bonistas que entraron a los canjes, con las mismas condiciones que se ofertaran en un futuro. Una vez caída esta condición y plazo, se podrá negociar con los holdouts.
Si la Corte toma el caso, recién lo tratará en 2015. Si lo rechaza, ordenará al juez Thomas Griesa que resuelva el cumplimiento de la sentencia, lo que abrirá negociaciones con los holdouts para ejecutarla. Una tercera opción posible podría ser que la Corte pida una consulta al Procurador General para que emita un dictamen y resolver sobre esa base, todo lo cual haría ganar tiempo, algo vital para el avanzado estado de deterioro que muestra el modelo kirchnerista.