El blues es, básicamente, un sufrimiento que cura otro sufrimiento. ¿Por qué? Porque el que lo canta sufre, pero a través de ese canto trata de sanarse. Sin embargo, su lenguaje no tiene un carácter trágico: es trágico pero no está escrito trágicamente. Y hasta tiene cierto humor, se ríe de su propia tragedia. Y su tragedia es muy grande: es el dolor de haber perdido a alguien que se ama. Así de simple.
¿Hay un blues argentino? Sí: se inicia con Manal y de él son herederos, a través de los años, Pappo, Memphis y La Mississippi. Podemos decir que es una especificidad argentina porque quienes lo escribieron, quienes comenzaron a hacerlo -principalmente Javier Martínez, de Manal- estudiaron la manera de combinar la música del blues con el lenguaje tanguero. Como consecuencia, las imágenes que encontramos en el blues local son las del barrio, sobre todo, pero también hay avenidas, plazas, parques y mucho del puerto. Son imágenes urbanas y situaciones que tienen que ver con los conflictos o dolores humanos, siempre en un contexto ciudadano.
En nuestro país no se desarrolló el blues campestre, pese a que ese es el verdadero origen del género. En el Delta del Mississippi, donde nace esta música, hay campos y riachuelos; en cambio aquí se dio lo que en EEUU sería el blues de Chicago, el de la ciudad de Memphis, más urbano. En él, la instrumentación es diferente: no sólo se suman guitarras acústicas y armónicas sino también instrumentos de viento y pianos. Y el lenguaje es tanguero, con palabras simples, pero mucho más descriptivas que las del blues del Delta, que no describe lugares aunque sí sentimientos.
En Argentina el blues también se fusiona con el rock, algo que hacía B.B. King. No hay un grupo purista de blues, lo que más se parece a esto es Manal y La Mississippi, porque en Memphis se ve la mezcla. De los dos primeros me atrevería a decir que hacen blues rápidos, no rock. Esta fusión se da porque el blusero necesita un contexto y el entorno original del género es campestre: ni las vivencias ni la instrumentación tienen que ver con la ciudad. La ciudad tiene otro ritmo y mezclas con otros estilos, lo que hace que el músico combine blues con rock, tango o jazz y, en el caso mío, hasta con folclore.