Ningún lugar, en nuestro país, está más lejos de Tucumán, que cualquier provincia de la Patagonia. Neuquén, a más de 1.600 kilómetros de la Plaza Independencia, es lo más cerca que tenemos de una región con paisajes, tonadas y tradiciones muy diferentes a las del centro y el norte argentino pero con un interés muy similar: el fútbol.
Miguel Ángel Julio Rosette, por ejemplo, el colombiano que será titular hoy ante en Puerto Madryn, es uno de los pocos que no conoce la Patagonia ya que la mayoría del plantel, gracias al fútbol, la visitó en algún momento de su carrera.
Hoy, Atlético comparte categoría con Guillermo Brown, pero hay varios equipos de la zona con los que tiene un historial. Cipolletti de Río Negro y la Comisión de Actividades Infantiles de Comodoro Rivadavia, junto con su anfitrión de hoy, son los que primero se le vienen a la memoria a los más jóvenes, pero hay más.
La primera vez en su historia que un equipo de Atlético viajó a la Patagonia para jugar oficialmente un partido fue en 1974, recuerda Silvio Nava, historiador del club. Ninguno de los tres conjuntos mencionados fue el rival, en ese entonces. En aquel torneo Nacional, Huracán de Comodoro Rivadavia recibió un lunes 5 de agosto al “decano” de Juan Francisco Castro, Orlando Espeche, Julio Ricardo Villa, entre otras figuras.
Menos de cinco horas le tomó al plantel conducido por Juan Manuel Azconzábal arribar a Puerto Madryn, sobrevolando el centro este de nuestro país. A aquella delegación a mediados de los 70’ le tomó mucho más tiempo (casi 40 horas) llegar Comodoro Rivadavia (hay más de 400 kilómetros entre una localidad y otra) y el viaje se sintió: perdió 2 a 0 en su primera experiencia en el sur.
“Fue un viaje larguísimo y la cancha no estaba en condiciones”, recuerda Francisco Ruiz, arquero de ese equipo. La temperatura, en pleno invierno, fue otro de los recuerdos que le quedó al “Negro”. “Hacía tanto frío que tuve que jugar con pantalón largo. Los muchachos usaron guantes pero para mi era demasiado”, confesó el arquero que no pudo evitar la caída.
Por algo similar debió atravesar el plantel que dirigía Jorge Solari en 2012 en la última visita del equipo a esa región, también en Madryn. Las cenizas volcánicas, enemigas de las rutas aéreas, obligaron al equipo a experimentar lo que vivieron los primeros “decanos” en pisar la Patagonia.
La misma ruta siguieron en 1981, los jugadores que se enfrentaron a Deportivo Roca de Río Negro, otro de los protagonistas inéditos en la historia de Atlético y el sur, sin embargo, esta vez no fue en vano. Allí, en el seco césped del estadio Luis Maiolino, un equipo “decano” ganó por primera vez en la Patagonia gracias al gol de Oscar Pedraza.
El siguiente rival con el que se toparía sería Cipolletti, en 1987. Este se transformaría en el equipo patagónico con el historial más extenso de todos. Allí, donde Osvaldo Soriano fabuló que la Copa del Mundo Jules Rimet había llegado para ser entregada al ganador de “El Mundial olvidado”. Un torneo que nunca se jugó, pero que vive en las fantasías patagónicas del escritor y de los cineastas italianos Lorenzo Garzella y Filippo Macelloni.
Lo que también pareció una leyenda pero fue real, fueron las visitas que justamente Cipolletti realizó a Tucumán, a finales de los 90’. Luego de siete años en la tercera categoría, el albinegro regresó a la B Nacional y en cada viaje que realizaba durante la temporada del retorno, llevaba regalo.
En el Monumental de 25 de mayo y Chile, los jugadores de “Cipo” salieron al campo con bolsas transparentes repletas de manzanas (la especialidad de la zona) y se las lanzaron al público.
Futbolísticamente, Atlético tiene un registro negativo en el total de sus partidos en la región (cinco victorias, tres empates y nueve derrotas) pero no pierde allí desde 2008. Motivo suficiente para que el “decano” siga visitando la Patagonia.