La supuesta “industria del juicio del laboral”, que contribuye a fundir a las empresas pequeñas y medianas, no puede ser atribuida indiscriminadamente a todos los profesionales, magistrados y trabajadores que confluyen en los Tribunales. Esta conclusión se desprende de los pronunciamientos que emitieron el Colegio de Abogados de la Capital y la Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA). Ambas entidades coincidieron en criticar al presidente Mauricio Macri por propalar “críticas genéricas” en lugar de formalizar denuncias para que las hipotéticas mafias sean investigadas.
“Hay que enfrentar a la mafia de los juicios laborales, eso destruye la generación de empleo futuro. Hay un grupo de abogados laborales encabezados por (el diputado kirchnerista Héctor) Recalde que ha hecho mucho daño a la Argentina”, había acusado Macri el lunes, durante el juramento del canciller Jorge Faurie. “El fuero del trabajo y el ejercicio de la abogacía en este, no pueden ser gratuitamente enlodados mediante imputaciones generalizadas e irresponsables. El Presidente está obligado a denunciar a abogados y jueces si tiene conocimiento de la comisión de hechos delictivos”, dijeron Marcelo Billone y Guillermo Arévalo, respectivos presidente y secretario del Colegio de San Miguel de Tucumán. Y añadieron que los sectores desprotegidos de la población sólo podían ejercer el derecho humano de acceder a la Justicia con la intervención de un letrado. “En dicho rol, los abogados deben defender los derechos de sus clientes afectados por el incumplimiento de leyes laborales de orden público, por lo que en modo alguno pueden ser responsabilizados de cierres o quiebras de las Pyme, que se originan, en todo caso, con motivo de la implementación de políticas públicas diseñadas por los gobiernos de turno”, expresaron en forma conjunta el presidente Billone y el secretario Arévalo.
Eduardo Massot, titular de la FACA, manifestó que el fuero del trabajo y el ejercicio de la profesión de abogado en este merecen un trato justo, que no reciben de la prensa ni de parte del presidente de la República. “La FACA advierte que los abogados laboralistas y la Justicia del trabajo vienen siendo objeto de un trato descalificador”, dijo Massot en un pronunciamiento.
El titular de la FACA recordó que esa institución y los colegios de abogados del país luchan sostenidamente contra el ejercicio ilegítimo de la profesión: “nuestra prédica contra el denominado ‘caranchismo’ es un claro ejemplo de ello. En lo que no podemos coincidir es en las críticas genéricas, ya que la inmensa mayoría de los abogados honran la profesión actuando de manera ética y conforme a Derecho, razón por la cual consideramos que las declaraciones de quien cuenta con la máxima investidura nacional han sido desafortunadas, al incluir a los letrados como parte de ‘mafias’”.
PUNTO DE VISTA
El destino de la embestida de Macri es una incógnita
Luis Tarullo - Agencia DyN
BUENOS AIRES.- Como si el mundo laboral no estuviera revuelto, el presidente Mauricio Macri le agregó un ingrediente que lo puso más picante. Sorpresivamente, en la asunción del nuevo canciller, soltó la denuncia de la “mafia de los juicios laborales” y puso en cabeza de esa supuesta organización al veterano abogado Héctor Recalde.
Empresarios, funcionarios y abogados pro-patronales hicieron fila durante varios días para apoyar al jefe de Estado en esta nueva cruzada cuya suerte es aún altamente incierta. Algunos extremaron sus dosis de audacia y le endilgaron a los juicios laborales casi toda la responsabilidad por la falta de inversiones.
Del otro lado, lógicamente con Recalde como bastonero, se escucharon las réplicas en favor de los abogados y los jueces laboralistas.
El tema, obviamente, no es nuevo. Como tampoco es nueva la persistencia de una normativa en materia de trabajo que necesita indudablemente aggiornarse pero a la que todos, sin excepción, le han sacado el pecho durante muchísimo tiempo.
En la Argentina parece que los protagonistas de décadas de desaguisados, cuyos nombres -sin diferencia de colores y sectores- se vienen repitiendo día tras día, mes a mes y año tras año, hubieran nacido en el momento en que ellos empiezan a hablar o a tener protagonismo en las grandes ligas. Como si no se conocieran y no conocieran la situación de la cual se quejan y por la que se pelean y que no han podido o no han querido modificar. Sabido es, y deberían asumirlo sin intencionales distracciones, que muchas veces esos cambios no se han producido porque mantener el statu quo le convenía a más de uno. Inclusive, aunque parezca paradójico, aun de manera tácita hasta se establecía una virtual sociedad en determinadas circunstancias.
Muchos de los nombres que hoy están en el poder político, en las centrales empresariales y en las organizaciones sindicales se conocen de memoria; se han abrazado para la foto y se han sentado infinidad de veces a la misma mesa también en innumerables negociaciones. Hay dichos que encierran verdades absolutas y por tal razón seguirán vigentes hasta el fin de los tiempos. Uno de los clásicos, escrito con tinta indeleble, es “entre bueyes no hay cornadas”.
Por ello, es una incógnita cual será el destino de esta embestida de Macri, como otras que ha emprendido, sobre todo cuando enseguida empiezan a aparecer otras cuestiones que tienen más incidencia en la economía no solo de las empresas sino del país en su conjunto.
Por ejemplo, la UIA, que pone el grito en el cielo por el tema de los juicios laborales, también lo pone por las importaciones, por los impuestos, por el “costo argentino” y etcétera. Pero apareció otro fantasma que tiene raíces más profundas que vienen de antes y que parecen no estar siendo atacadas.
El desempleo en el primer trimestre de 2017 ascendió a 9,2%. Significa un aumento de 1,6% con respecto al último trimestre de 2016. Y el mayor índice de desocupación se da en el siempre explosivo Conurbano de la provincia de Buenos Aires.
La mayor franja afectada por este problema son los jóvenes, lo que corrobora lo que ya viene anticipando la UCA desde hace rato en sus veraces estadísticas. Y las razones del desempleo, la subocupación, la pobreza y la indigencia ya son harto conocidas. Diagnósticos hay a carradas. Soluciones, muy pocas.
Sin embargo, también hay que mencionar un punto que cada día va acercándose al núcleo de las problemáticas: la gente sigue corriéndose a los centros urbanos por la desesperación, ante el raquitismo de las economías regionales. Pero ya la gran metrópoli, está a la vista, no es la tabla de salvación de tantos y tantos espíritus corroídos.