¿Habrá sido una estudiante de otra provincia que no podía volver a casa con una bebé en sus brazos? ¿Por qué lo hizo? ¿Acaso era muy joven para tanta responsabilidad? ¿Fue suya la decisión? ¿Dónde está ahora Camila (31 años) tiene demasiadas preguntas. Y muy pocas respuestas.
Se enteró que era adoptada a los siete años. Pero fue recién en la adolescencia cuando empezó a buscar su historia. Sus padres del corazón le dijeron que a los 18 iban a darle todos los papeles de la adopción. Al llegar a la mayoría de edad, se enteró que nada había sido legal.
Le confesaron que la habían ido a buscar a la casa de una partera. Que no hay más datos que esos. La partida de nacimiento es apócrifa y la partera ya murió. Ese vacío le afectó tanto que ni siquiera ha podido desarrollar un proyecto de vida. En estos momentos lo único que desea es reconstruir y entender su historia.
“Siento que estoy en la nada, que no tengo un pasado, y eso me genera mucha angustia y dolor”, confiesa la joven de ojazos verdes. “Si tuviste una hija el 10 de abril de 1988 en San Miguel de Tucumán, en avenida Roca al 1.000, quiero que sepas que te estoy buscando”, es su mensaje.
Recientemente se anotó en la Red de Trabajo sobre la Identidad Biológica, que depende del Ministerio de Justicia de la Nación, con la esperanza de conseguir algún dato.
La ayuda en la búsqueda Norma Aparicio (foto), una abogada convencida de que todas las personas tienen derecho a conocer su identidad biológica. Y en ese sentido opina que la provincia necesita una ley que ayude a los miles de tucumanos que están en la misma situación de Camila.