Por Carmen Perilli

Para LA GACETA - TUCUMÁN

Cuando conocí a Margo Glantz hablaba sobre Juana Inés de la Cruz desmenuzando con entusiasmo y precisión su obra y enfrentándose a Octavio Paz, atribuyendo la monstruosidad de la jerónima a su condición de intelectual. Leer sus textos fue descubrir una experiencia siempre en movimiento que, de modo insistente, ponía el cuerpo en el texto.  Celebrada por escudriñar cuadernos de manos conventuales, manuscritos de conquistadores, relatos de viajeros, la novela del siglo XIX y XX siempre con una mirada de mujer que la insta a reponer esas mujeres silenciadas, sean la Malinche o Rosario Castellanos.

Sus viajes pueden ser, como ella misma lo enuncia, “mujer adentro” o “mujer afuera”. Viajar se vincula a escribir, pero también a leer.  Profesora emérita, cronista, gestora cultural y viajera es una de las primeras mujeres de la Academia Mexicana de la Lengua.

Margo arriba con demora a las ficciones en un horizonte literario masculino donde descollaban las obras del boom. Sus primeros pasos se caracterizan por la rareza y la apuesta al fragmento que caracterizará toda su creación. Las mil y una calorías, Doscientas ballenas azules y Síndrome de naufragios consideran los libros como una suerte de enorme ballena en cuya piel se depositan capas sucesivas de otras especies. Sus travesías culturales incursionan en lugares relegados. De la amorosa inclinación a enredarse en los cabellos es una historia del pelo pensado como “guardapelo”, muestrario, álbum, que continúa otros anteriores como El día de tu boda, nostálgica mirada sobre las tarjetas de bodas. Pionera del feminismo, cree que lo personal es político. Su trabajo periodístico se mueve entre la moda y las historias familiares. Así surge Las genealogías, una novela premiada por el Villaurrutia, biografía familiar en diálogo con sus padres emigrantes.

Su poética descansa sobre la continua y proliferante operación de desmenuzar significados.  Es el caso de Zona de derrumbe donde Nora García que, como Glantz y sus perros, es “animal de dos o varios semblantes”. Un ser mestizo -mujer, judía y mexicana- marcado por los exilios. Si la Jo de Alcott requería un sombrero verde, Nora exige tener unos zapatos Ferragamo para escribir un texto que, como la ópera, transforme lo trágico en grotesco. El personaje vuelve a aparecer en Historia de una mujer con zapatos de diseñador y El rastro, donde elabora una poética del corazón. En Saña vuelve a entretejer viajes, pinturas, historias atravesadas por la violencia.  Escandalizó su ficción erótica Apariciones, que ensambla mística y erótica. Las formas del amor construyen una gramática de los cuerpos en el mundo y el claustro. “Escribir es un encantamiento”.

El lector se deleita con Coronada de moscas su libro sobre la India. Viajar se vincula a la experiencia de escribir, pero también a la de leer. Se relaciona con mirar con ojos colmados de paisajes culturales, experimentar el mundo y el cuerpo sin olvidar el texto. No se arredra ante los desafíos, reconocida twittera, maneja las redes sociales y ha transformado ese lenguaje en material de varios libros, entre ellos Y por mirarlo todo nada veía. Una historia de los dientes aparece en Por breve herida y vuelve a incursionar en su autobiografía en Yo también me acuerdo. Su último libro es Sólo lo fugitivo permanece.  

Lectora incansable, la encontramos dando clases y conferencias. Margo vive en Coyoacán, cerca de la casa de la Malinche. A sus 92 años -Margo no tiene problemas que se hable de su edad- continúa en el incesante trabajo de poner el cuerpo al texto “desde una mirada fragmentaria, femenina”. Ese es su lugar en el mundo, desde el que juega a descolocarse. Como Juana Inés también es un “ser extraño, monstruoso, excepcional”, “es un artefacto sorprendente pero peligroso”, Margo y su palabra y su letra están siempre ahí para no dejar que la cultura se adormezca.

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Carmen Perilli - Doctora en Letras.

Especialista en Literatura latinoamericana.

Perfil

Margo Glantz nació en Ciudad de México en 1930. Es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y profesora emérita de la UNAM, donde ejerció la docencia durante medio siglo. Fue profesora visitante en las universidades de Harvard, Berkeley, Yale y Princeton. Ha ganado, entre otras distinciones, los premios Villaurrutia, Rojas, FIL, Sor Juana Inés de la Cruz y el Nacional de Ciencias y Artes.