POLICIAL
SESIÓN EN UNA TARDE DE LLUVIA
MARK MC SHANE
(La bestia equilátera – Buenos Aires)
Myrna Savage es la médium de un pequeño pueblito que tiene grandes ambiciones en su carrera profesional, convencida de que no le ha llegado el reconocimiento que se merece.
Sueña con sobresalir de la medianía de su entorno y con convertirse en una estrella de lo paranormal. Para eso decide secuestrar a la hija del hombre más rico del pueblo y luego ofrecerle a sus padres sus servicios de espiritista lo que, supone, le va a hacer alcanzar los titulares de todos los diarios locales.
Secundada por su marido que, desocupado a causa de su precaria salud, está deseoso de recompensar a su esposa por ser su sostén económico, lleva adelante el plan con la seguridad de que es infalible.
Escrita en un tono engañosamente pueril que se va enrareciendo a medida que las cosas no suceden como ellos esperan, y que hace salir a la superficie (como todo buen policial) conflictos contemporáneos, propios del mundo capitalista, como la caída de la figura del hombre como sostén económico a causa de la desocupación, la carrera por el éxito o, en su variante extrema, el crimen.
Con un tempo narrativo sostenido y angustiante, logra un clímax que, haciéndole honor al apellido de la protagonista, bordea lo sobrenatural con la psicosis. O quizás, no se trate más que del retorno de lo reprimido, cuando aquello del orden de lo familiar que no debía aparecer, hace su entrada en escena. Y es en esta ambigüedad donde reside el atractivo de un relato que, dentro de un género tan racional como el policial, juega con lo inexplicable.
En sintonía con el plan editorial de La bestia equilátera de rescate de libros que los vaivenes del mercado han dejado de lado y de recuperación de algunos títulos de esos géneros subvaluados como los relatos de misterio o las novelas pulp (algunos de los cuales fueron llevados al cine), hoy llega la novela de este autor australiano criado en Inglaterra, de la que se espera una nueva remake, esta vez dirigida por el director noruego Tomas Alfredson.
© LA GACETA
MARÍA EUGENIA VILLALONGA