Sombras chinescas en el “patio trasero” de Estados Unidos

31 Julio 2023

Carlos Duguech - Analista internacional

Argentina quiere equipar a sus fuerzas armadas con 24 aviones supersónicos. Tiene ofertas de EEUU y de China. El monto: U$S400 millones. Ante esa perspectiva de “negocios” probables de Argentina con el país asiático era natural que el representante de EEUU en Argentina se interesara, preocupándose. Hay que calibrar el tipo de preocupación del embajador Marc Stanley. Seguramente se advertirá que -más allá de que EEUU logre hacer el negocio de exportar sus aviones de combate F-16 –le preocupa sobremanera el “Made in China”. Esa etiqueta en zapatillas deportivas o en herramientas de mano y en una infinidad de productos de toda índole que se adosarían masivamente -además- en aviones de combate, armamentos, vehículos militares y otros pertrechos bélicos que nuestro país intenta conseguir. Ello produciría, lo saben los estrategas norteamericanos, una muy preocupante inserción de “sombras chinescas” en el bloque latinoamericano. No tanto por los negocios en abrumadora proyección facilitados por la moneda de cambio “no dolarizada” (el yuan chino) sino por el copamiento ideológico-mercantil sobreviniente. Ése que devendría en favor de insuflar más aire a la vocación pretendida de superpotencia de Pekín. Y a la par de Washington. El país asiático de más de 1.400 millones de habitantes viene creciendo en lo económico a tasas tales que la denominación de “tasas chinas” se utiliza para destacar un crecimiento destacable en cualquier lugar del mundo. China necesita desarrollar aún más su economía tal que le permita ganar aceleración en el proceso de movilidad social ascendente que ya se viene operando, para asombro de Occidente. Como en buen grado lo consiguió, aunque por la enorme población restan vastos sectores a ser promovidos.

La entrada

La puja entre los probables proveedores de aviones de guerra para Argentina adquiere notoriedad, en tanto Estados Unidos y China, esos dos superpotencias de esta primera cuarta parte del Siglo XXI, centran la disputa en el protagonismo de influencias provechosas: proveer a nuestro país equipamiento bélico a la vez que van rediseñando el tablero en el que alguna vez desarrollaban sus doctrinas y liderazgos en el mundo las dos superpotencias post-IIGM. Los Estados Unidos y la ex URSS midieron sus respectivos liderazgos mundiales en un amplio escenario donde la guerra enfrió sus fuegos pero no sus arsenales. Acopios desmesurados de la maratón armamentista en la que la competencia se preparaba con recursos monetarios, tecnológicos y de propaganda política delineada por expertos de la comunicación. De hecho que esta comunicación se esmeraba en el diseño e instalación de las peligrosas “hipótesis de conflicto”. Inventadas, a veces. Ese tenebroso pre-anuncio fue implementado con todos los ingredientes para maquillarlo como de cuño verdadero, cuasi inobjetables por parte de cualquier analista de uno u otro lado del esquema del bi-superpotencialismo. El indisimulado -pese a los intentos por encubrirlo- marketing del armamentismo. Y la guerra. ese “mercado” demandante ¡con urgencia, sin medidas y a cualquier precio!

Más allá del “negocio” de Estados Unidos o de China para concretar con Argentina la venta de aviones de guerra y otros equipos, preocupa a EEUU, sobremanera, que se abra ancha y permanentemente el portón de entrada del sur americano al coloso asiático y sus sombras chinescas. No tanto por la posibilidad de exportar su ideología comunista –que en su tiempo era la preocupación que alertaba el comunismo soviético con sucursal en Cuba- atacada crudamente por el macartismo estadounidense son por la emblemática bandera del mercado. Ésta corría peligro de ser inficionada por la amplísima, variada y contundente oferta china.

La inquietud y preocupación en Washington se advierte ahora en la imponente capacidad que desarrolla China de gestionar y concretar exportaciones de casi todo. Un dato para tener en cuenta: lo que se pronostica vendra con el ímpetu arrollador de la emblemática etiqueta en todo tipo de manufactura que uno adivina antes de leerla:”Made in China”. Los guarismos son implacables: Estados Unidos exporta en manufacturas 1 billón 120.000 millones mientras que China lo supera ampliamente con 2 billones 153.000 millones (medido en dólares). Esa superioridad preocupa no tanto por el monto sino por la diversidad de la producción masiva de China: desde zapatillas deportivas y primeras marcas occidentales en ropa y hasta automóviles, aviones supersónicos y una generosa gama de pertrechos bélicos de avanzada.

La “guerra tibia” USA vs. URSS

Con la derrota de la Alemania nazi en mayo de 1945 por los Aliados, ese año se convierte en punto de partida de la historia moderna: inicio de la era atómica en Hiroshima y Nagasaki y la rendición de Japón, el otro vértice del “Eje”. A partir de ello sobreviene el acomodamiento de dos de los “aliados”, coinvirtiéndose en superpotencias hegemónicas. Y se esforzaban por serlo como emblemáticas de dos sistemas contrapuestos (capitalismo-comunismo). A la guerra fría que -en rigor- tuvo algunos puntos calientes, más le cabe ser denominada, por ello mismo, “guerra tibia”. Hasta que en 1991, sin un sólo disparo (efecto Gorbachov) la poderosa Unión Soviética colapsó y sus países “Satélites de Moscú” iniciaban la marcha hacia su independencia y soberanía nacional.

El hegemonismo de los EEUU insufló en el mundo la idea de que no sólo seguía siendo la gran superpotencia por desarticulación del bilateralismo mundial sino que iba a ejercer esa jerarquía con toda autoridad. La “monarquía absoluta”. Vesión contemporánea de aquella expresión atribuida al Rey Sol (Luis XIV, Francia, 1665) que sintetizaba el poder absoluto de origen divino: “L’Etat c’est moi” (El Estado soy yo).

China estaba lejos, en casi todo. Realizó cincuenta viajes el ya centenario Henry Kissinger –uno de los principales y casi permanentes gestores de EEUU en el mundo- para acomodar la relación con ese gigante casi dormido. Volcó su experiencia en su libro “China”, de casi 650 páginas, publicado en 2012. Llegó a gestionar en secreto total (hasta disfrazándose y recorriendo un camino indirecto hasta Pekin) para gestionar una entrevista del presidente Nixon con el mítico Mao Tsé-tung, creador del partido comunista chino y fundador de la república Popular China. La “Era Mao”, en China.

Para EEUU quedarse solo como superpotencia mundial le significaba un trabajo extra para evitar que ese “unicato” mundial -del que presumía- se mantuviera indemne todo el tiempo que fuese necesario y posible. De ahí su interés en China y las perspectivas de su evolución. Razones tenían y tienen los gobernantes estadounidenses que cada vez que pretenden mirarse en un espejo y en un narcisismo imposible, ven sólo la imagen de la potente China. No la suya.

El primer milagro del Papa Francisco

Tanto se menciona al patio trasero de los EEUU que ni hace falta decir que se trata de América Latina. En la casa de uno el patio trasero no es, generalmente lo mejor para mostrar a los visitantes. El “living room” (cómo incidió el inglés básico) era lo apropiado. El carismático Obama, cuando el mundo se asombraba de un “papa del fin del mundo”, generó una frase que revalorizaba al patio trasero. Se alborozaba el presidente de EEUU expresando que era “un día histórico la elección del Papa de América”) . Nuestro “patio trasero” pasaba al frente luminoso y con nuevo estatus: ser “americano”.

Los aviones supersónicos

Un acuerdo se está hilvanando trabajosamente con el FMI del que es mayoría, de número y dólares, EEUU. Al ocupante de la Casa Blanca (Trump, ahora Biden) se recurre cada vez en demanda de soporte para las peticiones argentinas ante el organismo internacional. Ergo, se les deben favores. ¿Como, entonces, podrá decidirse la compra de aviones chinos y desechar la oferta de EEUU, así Sabino Vaca Narvaja, embajador -no “de carrera”- en Pekín haga todas las gestiones económico-comerciales y políticas por los aviones chinos? No se nos olvida (y a los funcionarios de EEUU, tampoco) que el embajador de la Nación Argentina en China y en ocasión de la visita de la titular de la Cámara de Representantes de EEUU a Taiwán, Nancy Pelosi se expresara muy suelto diciendo “Nosotros estamos seguros de que esta visita ha sido una provocación para China y ha sido un problema para toda la comunidad internacional”. Presidencia y Cancillería argentina, no cuestionaron esas inapropiadas y temerarias expresiones del embajador. Lo que es grave -así sea Vaca Narvaja un activo contacto con los popes del comunismo chino- es lo que devendrá en las relaciones con los EEUU. El Capitolio decide sobre ayudas financieras a nuestro país. Simple la fórmula. Natural sus consecuencias.

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