Selección: la sensación es que el gol siempre va a llegar

Argentina juega con ese handicap, como si en cada partido el 1-0 estuviera asegurado.

DE MENOR A MAYOR. Lo mejor de De Paul se vio en el segundo tiempo. DE MENOR A MAYOR. Lo mejor de De Paul se vio en el segundo tiempo. REUTERS

El campeón del mundo goza de buena salud. Eso parece indicar un primer diagnóstico de la vuelta a la actividad oficial de la Selección consagrada en Qatar. Del clímax alcanzado en la final contra Francia hasta este inicio de Eliminatorias a paso firme pasaron 263 días: una eternidad o un suspiro, según desde dónde se lo mire. Como dijo el propio Lionel Messi tras la victoria 1-0 sobre Ecuador: “hace poquito que fuimos campeones del mundo, pero parece que hace un montón que pasó”.

Y en este primer reencuentro “no festivo” luego de Qatar, la Scaloneta consiguió un logro modesto, aunque inédito: ganar su primer compromiso oficial después de una vuelta olímpica ecuménica, algo no ocurrido tras las estrellas de 1978 y 1986 (con la aclaración de que por entonces los campeones no disputaban la siguiente eliminatoria).

“El equipo bajó un poco, pero igual estuvo bien, ¿no?” Palabras más, palabras menos, el enfoque se repitió como una letanía en charlas de café, de pasillo, de oficina durante el día después del debut victorioso frente a los ecuatorianos.

Es cierto que no sobró demasiado y que de no ser por el “conejo” que suele sacar de su botín izquierdo el ahora jugador del Inter de Miami ante cada oportunidad de tiro libre, la consecución de los tres puntos hubiera estado amenazada.

Pero también es verdad que Argentina hizo méritos para ganar ante un rival que estuvo a punto (a un gol en realidad) de llegar a octavos del Mundial 2022 y que actualmente, bajo el mando renovado de Félix Sánchez, parece en condiciones de remontar la cuesta (arrancó las eliminatorias último, con un déficit de -3 puntos debido al “affaire Byron Castillo”).

Punto pot punto

“A media máquina”, “más actitud que fútbol”, “Messi y diez más” fueron otros conceptos muy escuchados después del estreno de otro ciclo mundialista en el remozado Monumental. Y también la frase “sobra confianza”.

Es cierto: la confianza de todos los que visten la albiceleste por estas épocas es gigantesca, y tiene razón de ser: campeón de América, de la Finalissima, del mundo… ¿cómo evitarlo?

Esa confianza no precisa venir de afuera hacia dentro, de las gradas hacia el campo (aunque por supuesto existe de manera absoluta), sino que tiene su origen al revés: a los futbolistas se los ve más sueltos que nunca, con la convicción irrenunciable de que tarde o temprano el gol y la victoria llegarán como una fruta madura.

De la constatación de que sobra confianza (una sana autoconfianza es fundamental en cualquier empresa) puede caerse en la tentación de una eventual “sobreconfianza” (es decir un exceso de confianza) con consecuencias negativas.

Algo de eso pareció implicar la respuesta de Scaloni acerca del gran partido que hizo Cristian Romero. El entrenador deslizó que el central a menudo juega como si fuera el superhéroe He-Man y deslizó una sugerencia velada: que no siempre el “Cuti” debería apretar tan arriba, a riesgo de dejar mal parada al resto de la defensa.

Señales positivas

En conclusión, más allá de rendimientos por debajo de la media (por caso los de Enzo Fernández y Alexis Mac Allister, aun intercambiando posiciones en medio del partido), la “mufa” de Lautaro Martínez (en la búsqueda de convertir) y de ciertas pruebas colectivas que no funcionaron (como la inclusión de arranque de Nicolás González por Ángel Di María), en general las señales entregadas fueron positivas.

Mañana la “albiceleste” volará hacia Bolivia, donde el martes intentará traer un buen resultado ante un rival siempre imprevisible: la altura de La Paz. Como apuntó el capitán, “quedó demostrado que este grupo no se va a relajar”. Traducido, seguirá jugando con “el cuchillo entre los dientes”. En este contexto, esa actitud equivale simbólicamente a arrancar ganando 1-0 todos los partidos.

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