Este mes se cumplen 10 años de la beatificación del santo curita Brochero, un apóstol del bien que trabajó por mejorar las condiciones materiales y espirituales de su gente. su proceso de beatificación y canonización fue demorado por su lenguaje. Le llamaron “el cura que decía malas palabras” por la forma de dirigirse a su gente usando un lenguaje simple y sin decoraciones ostentosas , el lenguaje de la gente. A más de un siglo de la muerte de Brochero, un candidato a presidente exacerba en su discurso político la palabra libertad, conduciéndola por carriles incorrectos. Como han manifestado los obispos y sacerdotes reunidos este fin de semana en Traslasierra “hay una consideración de la libertad en términos individuales y no sociales”. En este juego de palabras, este candidato, que demuestra una irreverente insolencia hacia una figura tan respetada mundialmente como el papa Francisco, ha conducido a una idea deformada de lo que es la libertad como sinónimo de decir lo que uno quiera , como quiera, donde quiera, sin pensar en cómo ejecutar lo que se proclama. Una libertad “irreverente”, no la verdadera libertad evangélica ligada a una verdad que “nos hace libres”. Como fuente viva de contradicción, la vice presidenta del candidato, realiza una apología del proceso militar, que significó la restricción de toda libertad y justicia. Hace 10 años fue beatificado el gran curita Brochero, para quien ser libre significó someterse al bien común y a la justicia social, por decisión individual. Porque hay libertades que someten y sometimientos que liberan. “Estaré para siempre en el corazón de mi pueblo”, es una metáfora de la más genuina libertad.
Graciela Jatib
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