El domingo eran cuatro contra uno, todos menos Milei lo acusaron de ser parte de una banda de delincuentes: los bolsos de López (verdad) y la operación Marsella (verdad); si el candidato oficialista se hubiera defendido de la misma manera -lo hizo una sola vez cuando nombró a Milman (implicado en el intento de magnicidio a la vicepresidenta)- con acusaciones personales o de cercanos pertenecientes a los espacios contrarios, el debate hubiera caído en una chatura tal que hubiera sido imposible verlo, haciendo imposible conocer el pensamiento de los participantes: el candidato oficial se dedicó a explicar cómo sacar el país adelante, exponiendo el qué y el cómo hacer para lograr desarrollo humano, vivienda, seguridad y protección ambiental con las herramientas que él piensa usar; la cambiemita estaba enojada y forzada a mejorar su imagen del primer debate; orden, orden y más orden (de lo cual ya me expresé en una carta que se llamó “Orden Cerrado”); el cordobés hablando del interior, sin nombrar su pasado como interventor de Santiago del Estero y sin mencionar una sola vez a su mentor el “Gallego” de La Sota que lo refugió en Córdoba, autoconvenciéndose de que es el último peronista que queda; el candidato libertario mostró lo que es: un falso profeta que habla del siglo XIX y niega el derecho constitucional a la vivienda propia y lo que explico del cambio climático de por qué lo niega no tiene adjetivo alguno. La candidata de la izquierda es abogada con aspiraciones a ser presidenta y habla como en una asamblea; el FMI está, volvió con Cambiemos en el 2018; ¿realmente cree que se va a parar y va a decir no pago más, como lo hizo Rodríguez Saá y duró un día? Yo sé perfectamente que el peor enemigo de la Argentina es el Fondo Monetario y que antes de pagar hay que seguir negociando; de ahí la propuesta de Unidad Nacional, sin fuerza política el FMI va a seguir haciendo y sometiendo a la Argentina, como siempre que estuvo lo hizo. No quiero terminar sin repudiar a todas las Naciones y terroristas que con sus actos bélicos que a esta altura de la civilización provocan guerras entre semejantes, ya sea por religión, territorios, políticas, etc. Etc. Los únicos beneficiados terminan siendo los fabricantes de armas y equipos; son sin duda los principales depredadores de vidas humanas y de la Casa de Todos.
Ángel Salvador Logusso
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