Madres e hijas que eligieron el camino del diseño

María Isabel y Fernanda cuentan cómo los lazos de sangre influyen en una profesión. Historias de admiración y trabajo en equipo. Andrea está a la par de su hija Celina y juntas llevan a delante una marca de ropa.

ADMIRACIÓN MUTUA. María Isabel Serra y Fernanda Villagra Serra llevan en la sangre el amor por el diseño. ADMIRACIÓN MUTUA. María Isabel Serra y Fernanda Villagra Serra llevan en la sangre el amor por el diseño.

La creatividad les corre por las venas. Y el diseño está grabado en el ADN. Ellas nacieron y crecieron entre retazos de telas, hilos y máquinas de coser. Y eso, indudablemente, las marcó para siempre. Absorbieron como esponjas la combinación de géneros y colores. En el camino, cada una eligió construir su propia historia. Pero una historia que tiene la misma base: el respeto por los valores de su tierra, el esfuerzo y la pasión por hacer prendas únicas.

María Isabel Serra (63 años) y Fernanda Villagra Serra (38) son sinónimo de diseño de indumentaria en Tucumán. Y aunque admiten que en algunos aspectos no es fácil tener el mismo oficio, ellas sienten una admiración profunda y mutua.

Impregnada del entusiasmo y la valentía con los que María Isabel encaró en los 90 su proyecto de diseñar ropa local en un mercado que solo miraba hacia afuera, Fernanda supo que estaba frente a una pionera, y que el diseño sería su carrera, su vida y su profesión.

“Desde muy chica fui mamando el universo textil. Mi nona y mi bisabuela también fueron modistas. Pasé mi infancia metida en talleres, donde aprendí muchas cosas prácticas y experimentales Me apasionaba ese mundo. Siempre pedía que me presten una máquina de coser para hacerle ropa a mis muñecas y después para diseñarme mi propia ropa”, cuenta Fernanda.

El mayor orgullo que siente es que su mamá haya sido una de las primeras y pocas diseñadoras que tuvo Tucumán hasta hace unos años. Recuerda cuando veraneaban en los Valles Calchaquíes y acompañaba a María Isabel a las ferias a buscar artesanos para que quisieran participar de su proyecto para producir una marca de ropa local que tuviera la impronta de nuestra cultura.

“Ella empezó a abrir otro camino, a revalorizar la cultura y nuestro territorio en prendas maravillosas, y eso me enorgullece muchísimo. Hemos trabajado un buen tiempo juntas, yo la ayudaba con su proyecto, aprendí a pintar y a participar de todo el proceso de producción”, recuerda la profesional, que es docente de las carreras de diseño textil y de indumentaria en la UNT y en la Universidad San Pablo T.

Lo que más admira de su madre también es la sensibilidad estética y que siempre está dispuesta a aprender algo nuevo. Cada prenda era y sigue siendo una obra de arte, destaca. “Cuando era más chica mis amigas me preguntaban por qué me vestía distinta a las demás y era porque yo me sentía orgullosa de usar eso que creaba mi mamá. En sus diseños respetaba el trabajo local, le daba participación a los artistas. Cuando empezó fue una gran emprendedora, con una voluntad creativa única”, resume.

Durante mucho tiempo colaboró con su mamá en el diseño de la marca Raíz, en los desfiles y presentaciones de colecciones. Incluso trabajaron juntas en el taller. “Ahora yo me dedico más a la docencia y me gusta invitarla para que le cuente a mis alumnos su experiencia. Creo que tenemos similitudes que exceden el ámbito laboral: ejercitar todo el tiempo la creación y el placer por las experiencias estéticas”, describe.

A la hora de hablar de su hija, a María Isabel se le infla el pecho de orgullo. “Admiro su sensibilidad por el arte. Todo lo hace con pasión y amor. Yo soy diseñadora de interiores y siempre me manejé en el diseño de indumentaria desde la intuición. Fernanda busca todo el tiempo perfeccionarse. Supo unir la intuición a su preparación académica. Es muy talentosa”, resalta.

Para Serra, trabajar al lado de una hija no tiene precio. “Tener el mismo lenguaje me parece maravilloso. Me siento muy acompañada por mi hija; hace que todo sea más fácil a la hora de desarrollar un proyecto”, sostiene María Isabel, mamá de cuatro hijos, de 40, 38, 36 y 33 años.

Fernanda tiene tres pequeños: Ámbar (de nueve años), Tadeo (seis) y Andina (tres). ¿Qué cosas dirías que comparten de la maternidad y en qué se diferencian en cuanto a la crianza de los hijos?, les preguntamos. “Creo que somos parecidas en el sentido de que queremos estar muy presentes en la crianza de los hijos, además de enseñarles valores relacionados a la búsqueda y el respeto de la naturaleza. Algo que compartimos respecto a la crianza es la observación respetuosa de los talentos, de ir despertándolos y que puedan ver ellos mismos qué es lo que les apasiona, y estimular esos talentos cuando los encuentren”, resume la mamá.

“Disfruto de coser a mano, remendar prendas en la casa. Cuando estoy bordando, a mi hija le encanta. Creo que es lo mismo que sentí yo cuando era chica. Transmitir el placer por lo que uno hace atraviesa todo lo cotidiano y va marcando a los hijos”, agrega Fernanda, consciente de que tal vez también pueda contagiar a sus hijos la pasión por el diseño.

Buen complemento

A Celina Mora (35) siempre le apasionó la moda. Después de estudiar diseño en la Universidad de Buenos Aires (UBA), volvió a Tucumán decidida a tener su propia marca de ropa. Le trasmitió ese entusiasmo a su mamá, Andrea Riera, y ella no dudó en acompañarla.

“Siempre fuimos muy compañeras, hacíamos muchas cosas juntas y nos completemos bien”, cuenta Celina, mamá de dos niños, Lucas (cinco) y Antonella (tres).

“Me hace muy feliz trabajar con mi hija, por que no solo hacemos un buen equipo sino que también compartimos más tiempo juntas y llevamos adelante muchos proyectos. Lo que más admiro de ella es que todo lo que se propone lo cumple y lo hace realidad”, sostiene Andrea. “Me asombra la buena energía y el empuje que tiene siempre. Nunca tiene un mal día”, le responde Celina.

A diario ponen sus ideas sobre un gran mesón para que la marca de ropa que tienen, Mûre, siga avanzando. “Creemos que todavía podemos crecer muchos más”, sostienen a dúo.

Celina sabe que la forma como las madres ven y ejercen la maternidad ha cambiado bastante en los últimos años. Sin embargo, hay algo que comparte con su mamá: “las dos somos madres presentes que priorizamos a nuestros hijos y nos acomodamos en base a ellos”, resume.

Celina y Andrea, Fernanda y María Isabel, lograron trabajar en algo que les apasiona. Y lo hacen con la admiración, la compañía y el cariño de madres e hijas. Un consejo, una guía, una caricia en el momento más indicado se vuelven tan imprescindibles como la aguja y el hilo.

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