Prioridades de los dirigentes y urgencias sociales

26 Octubre 2023

Hay realidades demasiado espesas. Sin embargo, a veces parece difícil advertirlas. Suelen estar ocultas detrás del terraplén de una autopista, entre las casillas de un asentamiento, rodeadas por basurales que funcionan como una barrera que repele, detrás del velo de la inseguridad, de la oscuridad nocturna… Se expresan en la angustia de un padre que se levanta todos los días con la duda de si va a poder servirles un plato de comida a sus hijos o si por la noche deberá mandarlos a dormir con el estómago vacío. De aquel que vive de jornales míseros que dependen de variables tan inmanejables como el clima (el cosechero, las cortadas de ladrillos, la venta ambulante y tantos otros, que cuando llueve no trabajan y no pueden llevar ni un peso a sus casas). En una madre que observa impotente cómo a su hijo lo atrapa “la esquina”, con todo lo que eso implica. Del que debe salir a cartonear por la noche con toda su familia a cuestas. Y en tantas otras situaciones que son inherentes a la pobreza, al hecho de haber sido expulsado del sistema.

Ayer, estas realidades se expresaron en una especie de grito trágico: unas 200 personas se abalanzaron sobre la carga de un camión que había volcado en la autopista de Circunvalación, a la altura del cementerio del Ángel. A pesar de las balas de goma que disparó la Policía, en segundos arrasaron con las papas que habían quedado tiradas en la banquina. Entre los congregados había niños, adolescentes, madres con sus hijos, padres jóvenes y ancianos de un asentamiento de la zona.

Entre los testimonios que recogieron los cronistas de LA GACETA quedó claro que la mayoría simplemente buscaba asegurar el almuerzo familiar del día. “Tenemos que esperar que vuelque un camión para poder comer”, dijo con ironía uno de los vecinos frente al micrófono.

“Esa situación de frustración, de no poder resolver lo más básico, genera un clima de estar a merced de los acontecimientos”, dijo un especialista. Además, analizó que “hay una confluencia de elementos sociales y económicos que generan una gran fragmentación”, entre los que mencionó factores “económicos, sociales, históricos y simbólicos”, a los que se le añade los efectos negativos de la post pandemia en la salud mental.

Este hecho adquiere una relevancia especial si se lo analiza a la luz del contexto político: ocurrió tres días después del triunfo del candidato presidencial y ministro de Economía del oficialismo , en tiempos en que la inflación llega a dos dígitos y la pobreza a niveles superiores al 40%; y mientras un sector muy importante de la dirigencia opositora se pelea por el destino que tendrá un puñado de votos en el balotaje. Sucedió también mientras los integrantes de la actual conformación de la Legislatura tucumana realizaban una sesión de despedida a tres días de la asunción de los nuevos parlamentarios.

Por estos y otros hechos existe la sensación de que la desconexión entre las prioridades de los dirigentes y las urgencias de la sociedad que los vota es muy grande: mientras los primeros debaten por el poder y por los fondos,  otros intentan resolver desafíos tan básicos y urgentes como llevar un plato de comida a sus casas.

La política debe estar al servicio de los ciudadanos y nunca debe ser al revés. En Tucumán ocurrirán varias transferencias de mandos entre el sábado y el lunes. Entre los múltiples desafíos que tendrán los dirigentes durante los próximos cuatro años ¿podrán resolver de manera consistente el drama de la pobreza? A la luz del pasado reciente, es inevitable sentir dudas. Pero la responsabilidad de no repetir el fracaso de sus antecesores estará en sus manos.

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