Por la inflación, la mesa navideña de este año será agridulce

La canasta de Fin de Año se encareció 25 veces más respecto de 2017, según un informe de FADA.

Por la inflación, la mesa navideña de este año será agridulce

“Perdimos un total de 368 brindis en los últimos seis años”, afirma Natalia Ariño, economista de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA). El cálculo surge del “Changómetro Fiestas”, un informe elaborado por esa fundación que llegó a la conclusión de que la mesa navideña se encareció 25 veces más desde 2017, tomando como base el brindis de una decena de personas.

“Por la fecha, nos concentramos en productos clásicos de las fiestas y descubrimos que armar una mesa dulce para el brindis de medianoche en 2017 nos salía $ 650 y ahora $16.400”, explica Ariño. “Es ya un ritual cuando llegan las 12, levantar las copas y comer cositas dulces en las fiestas, desde el típico pan dulce hasta las garrapiñadas, ¿cómo golpeó la inflación en estos últimos seis años?”, se preguntan las economistas.

Con $ 5.000 en 2017 podíamos comprar 78 panes dulces, hoy solamente nos alcanza para 2. Perdimos 76, en seis años. Si lo vemos en el turrón de maní, antes comprábamos 284 y hoy sólo 10, terminamos con 274 paquetes menos. En el caso de las garrapiñadas pasa igual: antes nos alcanzaba para 322 paquetes y ahora tan solo 9, según el diagnóstico de FADA. En consecuencia, la próxima mesa navideña será agridulce.

“La situación se repite con el postre de maní, las almendras con chocolate, el budín. Cada producto de nuestra mesa dulce se ha visto afectado por la inflación. Con $ 5.000 hace seis años comprábamos 133 postres de maní o 52 paquetes de almendras con chocolate o 119 budines. Hoy nos alcanza solamente para 4 postres o 3 paquetes de almendras o 7 budines”, analizan desde FADA.

El Changómetro demuestra que la inflación afecta a todo tipo de productos y rubros: suben los alimentos, los productos de limpieza, la nafta, la ropa, los servicios y así se podría seguir.

En relación a la ropa y el calzado, las mismas prendas que en 2017 salían $1.000, hoy nos cuestan $ 27.000, 27 veces lo que costaba.

Pasa igual con una compra de súper, el mismo changuito, con los mismos productos que hace cuatro años costaba $1.000, hoy asciende a $26.740, 26 veces lo que costaba.

Desde FADA afirman que se puede controlar la inflación si se tienen en cuenta tres focos claves, “si alguna de esas no se cumple, ya no va a tener resultado”, sostienen. Las medidas son: reducir la emisión de pesos, gastar menos de lo que se recauda (equilibrio fiscal) y la confianza en la economía del país. Hay que dejar de imprimir pesos. Esto es algo que países vecinos han entendido y han mantenido a lo largo de las últimas décadas, permitiéndoles tener una inflación bajo control. El Changómetro muestra que el problema no son los precios; son los pesos y su pérdida de valor.

Para poder dejar de imprimir pesos es necesario contar con equilibrio fiscal: los gobiernos tienen que dejar de gastar más de lo que recaudan por impuestos, no hay otra opción que controlar el gasto público para controlar la inflación.

¿Qué se puede esperar para los próximos meses? “Los salarios vienen muy golpeados, han perdido el 25% del poder de compra desde diciembre de 2017. Esto significa que si una persona podía comprar 4 paquetes de algún producto, hoy solamente puede comprar 3 con su salario”, ejemplifica la economista Nicolle Pisani Claro.

“Ante las medidas anunciadas por el Ministerio de Economía, la finalización del programa precios justos, el sinceramiento de distintos precios de la economía que estaban pisados y la reducción de subsidios a transporte y energía, se espera un verano muy caliente en términos de inflación. Se estima que en diciembre tiene un piso del 20% de inflación, y se esperan para enero y febrero valores que rondarán también el 20%, con estimaciones que incluso llegan al 40%. Si se consigue el éxito de las medidas, la inflación podría comenzar a desacelerarse en los meses siguientes, aunque seguiría en niveles elevados”, sostienen las economistas.

Comentarios