“La sociedad de la nieve”, en Netflix: la travesía de un grupo de tucumanos al lugar de la tragedia de los Andes

Culmen llevó a 20 personas al lugar donde se estrelló el avión que trasladaba a los rugbistas en 1972. Aunque no pudieron llegar al memorial, la expedición experimentó las inquietudes, preguntas y decisiones que debieron tomar hace cincuenta años los tripulantes de ese vuelo.

Los viajeros parten desde el campamento El Barroso rumbo al memorial donde se produjo la tragedia de los Andes. Los viajeros parten desde el campamento El Barroso rumbo al memorial donde se produjo la tragedia de los Andes.

Este jueves se estrenó en Netflix “La Sociedad de las Nieves”, la película cuya realización se inspiró en el libro escrito por un compañero de colegio de los rugbistas uruguayos que cayeron en la cordillera en 1972. La trama relata los hechos conocidos, pero además recupera las historias no solo de los 16 sobrevivientes, sino de los que no volvieron. Alcanzar la cima, a veces, no es hacer cumbre, sino llegar hasta donde podemos con la convicción de haber dejado el alma en el propósito como lo hicieron cada uno de los que viajaban a bordo en esa aeronave. Por eso, la historia que desarrollamos a continuación encuentra conexiones infinitas con lo vivido en Los Andes aquellos 72 días. Más allá de la tragedia o el milagro, hay enseñanzas que perduran y se comparten año tras año.

En diciembre pasado, un grupo de veinte montañistas que llegaron desde Paraguay, Estados Unidos y Argentina ,entre ellos algunos tucumanos, partió a las 7 de la mañana desde el campamento El Barroso con el objetivo de llegar al Valle de las Lágrimas, ahí donde yacen los restos del avión Fairchild Hiller FH-227 de la Fuerza Aérea Uruguaya, en la Cordillera de los Andes. Algunos lo hacían por primera vez, pero otros, habían visitado el lugar antes. Cuentan ellos que jamás habían visto la montaña tan imponente. Desde que salieron, la nieve cubrió el trayecto y el paso se hizo largo y complicado. El objetivo era llegar al lugar del memorial, donde hay una cruz, una apacheta y varias placas que recuerdan los nombres de los muertos. Todavía quedan allí algunas piezas del avión junto a ofrendas que dejan los expedicionarios que vuelven cada año.

Con el viento helado de frente y el silencio que a esa altura puede volverse ensordecedor, recorrieron varios kilómetros caminando en fila. Uno detrás de otro para no perder el paso, hasta que de pronto desapareció la huella. “En ese momento, junto a Roberto Lix Klett, nos miramos asombrados. Nos dimos vuelta y hacia un costado divisamos el cerro El Sosneado, el Seller; más allá estaba el límite entre Argentina y Chile y finalmente el lugar del impacto del avión”, cuenta Francisco Martinez Luque, coordinador de Culmen y guía de montaña.

Francisco Martínez Luque, coordinador y guía de montaña organiza expediciones al Valle de Las Lágrimas desde 2017. Francisco Martínez Luque, coordinador y guía de montaña organiza expediciones al Valle de Las Lágrimas desde 2017.

Pero la huella había desaparecido. A tres mil metros sobre el nivel del mar, justo donde arranca el tramo final, las opciones parecían poco seguras. Había que decidir si seguir o plantar bandera en esa cumbre.

Martínez Luque tiene años de experiencia y ha realizado esta expedición muchas veces. Sabe que respetar a la montaña es siempre la alternativa más segura. Los jóvenes rugbistas que se estrellaron en 1972 tuvieron que aprenderlo a la fuerza. En muchas de las charlas en las que Roberto Canessa, -uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes- pudo contar su vivencia resaltó que “la cima no siempre está donde uno cree. Las metas a veces no siguen lo planificado”. El lo supo el día en que junto a Fernando “Nando” Parrado, después de caminar por horas hacia lo que creían era la cumbre, descubrieron que aún les quedaban otros tres picos más por escalar. Debían seguir caminando para poder llegar hasta Los Maitenes, en Chile, donde luego se encontrarían con el arriero Sergio Catalán, quien avisó al mundo que habían sobrevivido.

“Teníamos muy pocas certezas y una de ellas era que hacia el oeste estaba Chile. Ese era nuestro objetivo. En ese viaje, conocimos que al mediodía la nieve se pone blanda y que cerca de las cuatro de la tarde podés hundirte en ella. Supimos que mientras más arriba caminás, mayores son los riesgos de avalanchas. Sentís que la montaña gigantesca puede comerte en pocos segundos, y al rato disfrutas de su inmensidad en un día diáfano”, relataba Canessa a un grupo de estudiantes durante una charla en Morón.

Cumbre de corazones

Con ese argumento, Martínez Luque tomó aquella mañana la decisión de suspender la expedición. Definió que aquel sería el punto cúlmine. Todos estuvieron de acuerdo, pues a esa altura habían empezado a enterrarse en la nieve con cada paso que daban. “Si hubiésemos seguido hacia arriba, habríamos estado expuestos a riesgos de avalancha en esa zona. Priorizamos la seguridad. Esa sería nuestra cumbre”, cuenta Francisco.

La vista era perfecta, desde ahí podía verse el valle y la cordillera. “Quizá esa fue la visual que los jóvenes rugbistas habían tenido hace 50 años”, pensó.

“En la vida muchas veces no llegamos a donde nos proponemos, o las cosas no salen como queremos. Hay pérdidas y fracasos que no estaban en los planes, por diferentes circunstancias que nunca entenderemos. Pero es en esos momentos en donde el apoyo del otro, la compañía y Dios nos dan la fuerza para seguir adelante, atravesando nuestras cordilleras”, dice Francisco, enamorado de las montañas. Culmen nació de su pasión por ellas y en los últimos siete años han viajado al lugar casi cuatrocientas personas. Ninguna expedición ha sido igual a otra.

Ese día, Francisco junto a los demás guías relataron a los viajeros cada detalle de aquel accidente. Supieron en qué dirección viajaba el avión, donde golpeó y finalmente por qué lugar se deslizó hasta finalizar su recorrido. Cuando el avión cayó en plena cordillera, los sobrevivientes debieron soportar temperaturas de 42 grados bajo cero.

Diego Heisecke, quien participó de la expedición junto a su mujer Paola y sus hijos Diego, Fabricio, Sol y Paz compartió una reflexión que sintetizó el sentir común esa tarde. “No hicimos cumbre en la montaña, pero hicimos otra cumbre mucho más importante y significativa: la cumbre de corazones. Así vivimos este momento”, cerró.

Argentinos, paraguayos y estadounidenses realizaron la última expedición en diciembre del 2023. Argentinos, paraguayos y estadounidenses realizaron la última expedición en diciembre del 2023.

“Es una experiencia que a los viajeros los moviliza de una forma muy especial. Estar en el lugar donde se produjo la tragedia, pero también un milagro es indescriptible”, cuenta Martinez Luque mientras se prepara para empezar el año con nuevas expediciones en febrero.

La montaña los espera, otra vez

Entrar a la Cordillera de los Andes supone una organización previa que lleva meses de preparación. Culmen realiza el viaje al Valle de las Lágrimas desde el año 2017 y con cada travesía la logística arranca varios meses antes, tanto para los coordinadores como para los viajeros.

“Estamos tres días y dos noches en la cordillera, recorremos 60 kilómetros y llegamos hasta los 3.700 metros sobre el nivel del mar, justo en el límite de Argentina y Chile”, cuenta Francisco.

El día del viaje, los expedicionarios van acompañados con diez mulas de carga y cuatro arrieros que se encargan de transportar los elementos necesarios para instalar el campamento.

En febrero un nuevo grupo partirá a vivir su experiencia, entre ellos el cordobés Pablo Giesenow. Su historia entusiasma a quienes lo acompañarán porque será el primer viajero en cruzar la cordillera con prótesis en sus piernas. Algunos años atrás, luego de un terrible accidente Pablo perdió sus piernas cuando el auto que conducía se despistó en la ruta, a la altura de Santa Rosa, en La Pampa.

Han pasado siete años del choque y en ese tiempo Pablo no ha dejado de jugar al fútbol, o practicar tenis, running, ciclismo o trekking de montaña. Se entrena con enorme disciplina y ahora se prepara para una nueva aventura. Combina su vida deportiva con su función pública en el Tribunal de Cuentas de la Municipalidad de Córdoba, repartición que preside. Ha sido además director de Discapacidad y su mensaje ha servido de inspiración para muchos.

“La Sociedad de la Nieve”

Cuando un avión se estrella en el remoto corazón de los Andes, los sobrevivientes unen fuerzas y pasan a ser su mayor esperanza para volver a casa. Ese es el texto con el cual la plataforma de streaming Netflix presenta la película que recrea la historia completa de lo sucedido en la cordillera de los Andes en octubre de 1972.

El director y productor de cine español Juan Antonio Bayona decidió trasladar al género audiovisual la historia contada por Pablo Vierci en 2008, cuando escribió el libro que lleva ese nombre. Aunque la película ya se estrenó en los cines argentinos en diciembre del año pasado, desde hoy está disponible en Netflix para sus suscriptores.

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