El plan de Javier Milei para transformar el fútbol argentino

El plan de Javier Milei para transformar el fútbol argentino

El Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 de desregulación de la economía entró en vigencia y, de esa manera, el Gobierno de Javier Milei le abrió las puertas a que los clubes de fútbol y demás instituciones deportivas puedan convertirse en sociedades anónimas.

En nuestro país, el sistema que rige desde hace muchísimo tiempo es el de las asociaciones civiles sin fines de lucro. Más allá de que se puedan cuestionar ciertos aspectos, la finalidad que persiguen los clubes no es la utilidad, sino fomentar las prácticas deportivas, las actividades culturales y fortalecer los lazos sociales. Sin embargo, la modificación de la Ley de Deportes 20.655 incorporó la posibilidad de que las sociedades anónimas formen parte del “Sistema Institucional de Deporte y Actividad Física”. De esta manera, se permitiría el ingreso de capitales privados con la finalidad de que fomenten el crecimiento del deporte en todos sus niveles.

En la idea impulsada por La Libertad Avanza no se ofrece un modelo único de SAD; se tomarán en cuenta antecedentes en otros países de la región (Uruguay, Brasil y Chile) y en otras ligas más tradicionales como Inglaterra (es el modelo favorito de Milei), Portugal o España. “No es una privatización, tampoco se trata de obligar a los clubes a que se conviertan en SAD. La idea es que puedan optar por recibir capitales privados para potenciar sus objetivos”, le explicó a LA GACETA un dirigente tucumano que estuvo averiguando al respecto.

Actualmente, los clubes que compiten en las principales ligas de nuestro país son asociaciones civiles. Sin embargo, en muchos casos están “apadrinados” por políticos o empresas que aportan a la causa. En Defensa y Justicia, el empresario deportivo Christian Bragarnik es un hombre de peso en la toma de decisiones más allá de que no forma parte de la comisión directiva. El propio Bragarnik estuvo además, hasta hace no mucho tiempo, gerenciando el fútbol de Ferro.

En Tucumán, muchos de los clubes de la Liga Tucumana están fuertemente respaldados por intendentes, legisladores o directamente por los municipios. Esos aportes parecen ser sus principales sustentos y, en muchos casos, las planillas societarias tienen poca influencia en lo económico.

Ese es otro punto que se desea transformar con el nuevo proyecto. Los clubes que decidan recibir aportes privados, podrán establecer un vínculo contractual con algún grupo empresario. El contrato sería por tiempo determinado y el sector privado tendría facultades de remodelar un estadio, edificar un complejo deportivo y generar ciertos aspectos que puedan llegar a capitalizar la afluencia de público. Según explicaron expertos en derecho deportivo, el presidente del club y la masa societaria no perdería fuerza con el ingreso de un privado. La idea es puedan llegar a complementarse para mejorar las condiciones del club.

Además, la idea es que se cree una entidad que ayude a controlar las inversiones, para evitar que se repitan casos como los de Mandiyú de Corrientes o de Racing (Blanquiceleste S.A.), que terminaron muy mal y dejaron a los clubes prácticamente en ruinas. Los dueños de las SADs tendrán que aportar garantías bancarias y explicar el origen de los fondos que van a utilizar; además de diversificar la inversión: aportar en infraestructura, en salud, y en otros aspectos. “La idea es que sea una ayuda integral y no solamente para fútbol”, explicaron.

Por ejemplo, la inyección de capitales externos podría servirles a los clubes para evitar que las jóvenes promesas emigren con tan sólo un puñado de partidos en Primera (como sucede con Claudio Echeverri, a quien River venderá este año). Además, también posibilitaría el regreso de futbolistas que desean retirarse en los clubes que lo vieron nacer, y que no vuelven por la difícil situación financiera del fútbol argentino.

“Queremos que (los capitales privados) vengan como lo hicieron en Brasil, que invadieron y ahora los equipos brasileños ganan todo y son mucho más competitivos que los argentinos debido a que tienen un presupuesto mucho mayor. Chelsea era un equipo de la segunda división en Inglaterra y salió campeón de la Champions League; Manchester City no existía y ahora es el número uno del mundo”, dijo el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.

Algunos años atrás, en España, se obligó a los clubes a convertirse en SAD para poder participar de los torneos profesionales de fútbol y de básquet. Eso sí, se les permitió continuar como clubes deportivos a las instituciones que al momento de entrada en vigencia de la ley no hubiesen tenido pérdidas en los últimos cuatro ejercicios (Osasuna), y a los tres clubes que nunca habían descendido de Primera (Real Madrid, Barcelona y Athletic de Bilbao). En Francia, Alemania, Uruguay y Brasil conviven las SAD con las asociaciones civiles; mientras que en Italia, desde la década del 80, los clubes de fútbol profesional se organizaron bajo la forma de sociedad anónima o sociedad de responsabilidad limitada. Eso sí, esas sociedades están obligadas a destinar el 10% de sus ganancias, como mínimo, a escuelas juveniles de adiestramiento y formación técnico-deportiva.

Quienes están en la vereda de enfrente de este proyecto aducen que el ingreso de las sociedades anónimas terminaría por “matar” al fútbol argentino. Señalan que los clubes perderían autonomía y que, al tratarse de un negocio, los empresarios apostarían por el fútbol profesional, que en cierto modo es el que mueve el amperímetro de la economía. Así, los clubes se transformarían en una especie de carrusel en el que los futbolistas circularían de un lado al otro; algo similar a lo que ocurre en Chile. De esa manera, el trabajo en juveniles perdería fuerza y el caudal de futbolistas que debutan año tras año disminuiría considerablemente. “Eso pasó en el fútbol de Italia, España y Chile, entre otros”, remarcó un dirigente tucumano que no ve con buenos ojos a las SAD.

Argentina, al igual que Brasil e Inglaterra, es una inagotable cantera de talentos. En esos dos países, las llegadas de las SAD no disminuyeron la salida de jóvenes valores, sino que, incluso, se potenciaron.

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