La emotiva historia detrás del regreso de Pablo Hernández a San Martín

El mediocampista volvió del retiro para cumplir el sueño de jugar en el club del que es fanático. El papel que tuvo un hincha del "santo" para convencerlo.

CON LA DE SAN MARTÍN. Pablo Hernández no oculta su amor por el santo en las redes sociales. CON LA DE SAN MARTÍN. Pablo Hernández no oculta su amor por el "santo" en las redes sociales.

El 9 de diciembre, Pablo Hernández había ingresado al campo de juego del estadio de O’Higgins acompañado de su esposa y de sus hijos para jugar su último partido como profesional. Aquel día disputó los 90 minutos en la derrota de su equipo contra Palestino y se emocionó hasta las lágrimas con el homenaje que le habían armado en un club en el que es ídolo y en el consiguió dos títulos: el torneo de Primera División 2013/14 y la Supercopa chilena 2014.

Volvió a Tucumán para radicarse de manera definitiva y para disfrutar de lo que el fútbol de alto rendimiento le había impedido durante largos años: estar junto a sus seres queridos.

“Le debo mucho a Atlético, nadie me puede reprochar nada. Pero todos saben que soy hincha de San Martín”, había declarado en 2020 cuando aún jugaba en Independiente. Y cuando comenzó a caminar las calles tucumanas, Hernández vivió en carne propia el sentir de esos hinchas que, al igual que él, llevan al “santo” en su corazón.

“¿Cómo te vas a retirar sin cumplir el sueño de jugar en La Ciudadela?” La pregunta (cual escena de Los Simuladores, la tira boom de los 2000, en la que el grupo muchas veces ponía personas para intentar convencer a su “víctima”) se la hicieron en cada lugar al que asistía: shoppings, estaciones de servicios, bares, en la calle...

Incluso, semanas atrás, Hernández había ido a un local deportivo a comprarle una camiseta de San Martín a su hijo. El vendedor lo reconoció y le hizo la misma pregunta. Ahí fue cuando el mundo se detuvo para él, que hizo una revelación ante su círculo íntimo. “Creo que me precipité con la decisión del retiro”, habría dicho. Sin embargo, el llamado desde Bolívar y Pellegrini no llegaba y su sueño/esperanza se iba apagando.

La llegada de Hernández a San Martín comenzó a cocinarse en un taller de venta y reparación de parabrisas cuyo dueño es reconocido simpatizante “santo”. El volante había llevado su vehículo particular y el propietario del negocio aprovechó la ocasión para alimentar el sueño del volante. “Tenés que jugar en San Martín, es el momento ideal. Cumplís tu sueño y te retirás en el club que amás, con 30.000 personas aplaudiéndote en el estadio y con tu familia en las tribunas”, le dijo. Hernández asintió con la cabeza y sonrió antes de explicarle que era algo que lo excedía. “Nadie se comunicó conmigo”, lanzó.

El dueño del taller llamó a un amigo que es allegado a la dirigencia y le contó el episodio que acababa de suceder. “Tenés que hacer que lo contacten. Pablo está con ganas de jugar en San Martín”, le dijo.

El “intermediario” se comunicó con los dirigentes “santos” y pasó el mensaje que le había dado su amigo. A partir de ahí, la historia comenzó a circular sobre rieles, sobre todo porque en la actual dirigencia “santa” la idea de sumar a Hernández siempre había estado, pero había quedado en la nada cuando el campeón de América con Chile decidió ponerle punto final a su carrera.

Desde Salta, Diego Flores levantó el pulgar cuando le consultaron si le gustaba la idea de incorporarlo a su plantel. Un allegado a la dirigencia habló con Pablo De Muner, que lo había dirigido en Chile, y recibió un mensaje que hizo que la directiva terminara de decidirse. “Está demás que hable de su clase, es un jugador distinto, un fuera de serie. En el tiempo que lo tuve casi no faltó a ningún entrenamiento. Es un profesional y está enfermo por San Martín. Todos los días me preguntaba del club y me contaba que su deseo siempre fue jugar en La Ciudadela”, fue el mensaje de “Tomate”. “Siempre me dijo que soñaba con poder estar en el club; con retirarse allí y, tal vez, el día de mañana seguir ligado como manager o como director deportivo”, completó el entrenador.

Con todos esos datos alentadores, en la CD levantaron el teléfono e hicieron el llamado que Hernández estaba esperando desde hace semanas. “Hubo una conversación y hay muchas ganas de las dos partes”, había confirmado Carlos Cisneros en la mañana del miércoles. “Hoy intentaremos avanzar”, completó el vicepresidente.

No hubo mucho más que hablar. El acuerdo fue mucho más sencillo de lo esperado; tal vez la negociación más fácil de la historia del club.

Los dirigentes soñaban con él, Flores lo pedía desde Salta y Hernández estaba ante la chance de cumplir el sueño de toda su vida. Y el de su hijo también, claro. “Es un enfermo de San Martín. Cuando me junté con los dirigentes, él estaba ahí y me instaba a que aceptara”, le contó “tucu” a LA GACETA mientras esperaba para realizarse los estudios médicos antes de estampar la firma de su contrato.

Entre hoy y mañana Hernández realizará los trámites protocolares y firmará el contrato. La idea es que se sume a las prácticas una vez que el grupo retorne desde Salta. 

Hernández cumplirá su sueño y San Martín suma un futbolista de jerarquía que puede potenciar su máximo sueño. La historia cierra por todos lados.   

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