Juan Maguna: el dolor que lo llevó a irse de San Martín de Tucumán y a retirarse del fútbol

En junio de 1986, y tras dos errores que le costaron dos goles contra Atlético Concepción, "Negro" se fue de La Ciudadela y dejó el fútbol. Hoy, siente que fue una decisión equivocada; pero en ese momento no encontró otra salida ante el dolor.

CHARLA DE CAFÉ. Luego de más de 37 años, Maguna recordó el difícil momento que le cambió la vida. CHARLA DE CAFÉ. Luego de más de 37 años, Maguna recordó el difícil momento que le cambió la vida. LA GACETA / Alejandra Casas Cau

“En aquel momento sentí que por mí culpa San Martín iba a perder la clasificación. Fui el responsable en dos goles, cometí dos errores groseros algo que nunca me había pasado en mi carrera, y eso me puso mal. Decidí irme, mis compañeros no me dejaban… El doctor (Luis) Semrik intentó consolarme y hacerme cambiar de opinión, pero no. Quería irme a mi casa y terminar con todo”. Luego de más de 37 años, Juan Horacio Maguna entiende que es momento de contar su versión de un hecho casi inédito en la historia del fútbol.

El domingo 15 de junio de 1986, San Martín recibía a Atlético Concepción en el duelo revancha por la clasificación al primer Nacional B de la historia. En la ida, los “leones” habían ganado 4 a 1, y el “santo” estaba obligado a torcer la historia. A los 4’, Juan Carlos Daza, de penal, había adelantado a los dirigidos por Guillermo Reinoso. Pero en un abrir y cerrar de ojos, el mundo se les vino encima; a San Martín y a Maguna.

Entre los minutos 31 y 33, el arquero falló en dos pelotas que parecían fáciles y Atlético Concepción pasó de estar 0-1 a ganar 2-1. “Cuando cometí el primer error y nos empataron, me puse mal; me fui de partido. Teníamos que levantar un 1-4, estábamos ganando y mi falla le había permitido al rival empatar el juego. Me sentía responsable de lo que estaba pasando. Para colmo, al toque me metieron el segundo, ahí me saqué, me ganó la locura. Decidí irme a mi casa y no atajar nunca más”, le cuenta “Negro” a LA GACETA, en una especie de charla de diván, en la que saca desde lo más profundo de su ser todo el dolor acumulado a lo largo de los años.

Inmediatamente después del 2-1 y pese a los intentos de sus compañeros e integrantes del cuerpo técnico para detenerlo, Maguna se fue directo al vestuario. Se cambió, agarró su bolso y, entre lágrimas, dejó el estadio mientras el duelo continuaba. “En aquel tiempo nosotros concentrábamos en el complejo. Estaba tan mal que decidí caminar hasta allí, quería que el mundo se terminase. En el camino me alcanzó un dirigente e intentó calmarme. Pero ya estaba decidido. Llegué a la concentración, retiré mis cosas y me fui a Las Cejas. Quería estar en mi casa, en mi pueblo, con mi familia”, cuenta y va más a fondo en el asunto. “Como dos horas después del partido, varios compañeros llegaron a mi pueblo. Me dijeron que debía quedarme tranquilo, que eran cosas que podían pasar en el fútbol, pero no quería saber nada. Ese día terminó mi historia como futbolista”.

AUSENCIA. Maguna recién volvió hace seis años a La Ciudadela. AUSENCIA. Maguna recién volvió hace seis años a La Ciudadela. LA GACETA / Alejandra Casas Cau

Maguna no volvió más a pisar una cancha de manera oficial. Aquel arquero que desde mediados de los 70 había sido uno de los mejores del fútbol tucumano, con 29 años decidió colgar los guantes. Lo venció el dolor, la angustia, el solo hecho de pensar que su mala actuación había sembrado tristeza entre los fanáticos “santos”.

El exilio no fue sencillo para Maguna

En Las Cejas, tampoco nada fue sencillo. Maguna decidió dedicarse de lleno a su trabajo como empleado ferroviario, pero las imágenes de los goles en aquella fatídica tarde llegaban una y otra vez a su mente. “Me afectó muchísimo esa situación. Terminé en el psicólogo porque me consideraba un arquero regular que no cometía errores, y esas fallas groseras me tiraron abajo. Salía de mi casa sólo para ir a trabajar; volvía y me encerraba. No quería ver a nadie. Así estuve durante casi dos años y a la capital no la pisé por muchísimo tiempo”, afirma.

Había llegado a La Ciudadela con 17 años. El presidente Natalio Mirkin, que tenía una empresa en Las Cejas, había recibido el dato que en ese pueblo había un arquero que prometía mucho. Fue hasta su casa, lo subió a su camioneta y lo trajo a probarse en San Martín. Un par de pruebas le bastaron a Maguna para mostrar sus condiciones y en poco tiempo ya era el arquero titular del primer equipo.

Aquel chico que sólo jugaba por dinero en los campeonatos de Las Cejas y que apenas había terminado la escuela primaria debió aprender a lidiar con los flashes del éxito y la fama. “San Martín me dio todo. Me formó como jugador y como persona. Me hizo responsable en la vida y en el club hasta me consiguieron un trabajo. No conocía nada, era todo nuevo para mí. Gracias a este club viví en hoteles, comí en restaurantes y comencé a vivir íntegramente para el fútbol. Por eso sufrí tanto cuando sucedió ese hecho. Sentí que le fallé a todos los que me habían cambiado la vida, justo en el momento en el que el club tenía la chance de llegar al Nacional B”, dice con la voz entrecortada y los ojos empapados de lágrimas. “San Martín es mi vida”, repite.

En Chaco, Maguna pudo comenzar a dejar atrás el dolor

Pasaron los años y a Maguna le salió una oportunidad que lo ayudó mitigar su dolor. Le llegó una propuesta laboral en Chaco y decidió dejar Las Cejas. “Esa fue una bendición de Dios. Había jugado en Chaco For Ever y el ferrocarril me destinó a esa ciudad. Además, el intendente me conocía de cuando había jugado allí y me propuso ser promotor de deportes de la Municipalidad. Me desconecté de todo y mi vida comenzó a cambiar. Además, económicamente también estaba muy bien”, dice el ex arquero que recién muchos años después pudo volver a pisar La Ciudadela. “Nunca quise ir a ver un partido. Tenía miedo de que alguien me dijera algo, me recriminará lo que pasó. Pero gracias a mis ex compañeros pude volver. Ellos me convencieron y me llevaron hace seis años más o menos. El hincha de San Martín siempre se portó bien conmigo, nunca me dijo nada. Hoy trato de ir a todos los partidos porque el amor que le tengo a este club es enorme”.

En soledad y con el afecto de sus seres queridos, Maguna superó el dolor y volvió a vivir. Incluso, dejó de lado algunas acusaciones que indicaban que en aquella oportunidad había sido sobornado por Atlético Concepción. "Negro", finalmente, pudo reinventarse. “No es lindo que te acusen de algo así, más para una persona como yo que siempre fui callado y que traté de pasar desapercibido. En el fútbol todo se sabe, nunca hubiera hecho algo de lo que después pudieran acusarme. Incluso, un par de años después de la tarde en la que decidí dejar el fútbol Guillermo Reinoso, que había sido designado entrenador de Atlético Concepción, me fue a buscar a mi casa para sumarme a ese equipo. Le dije que no, que era lo único que faltaba, que no podía hacer algo así”, sentencia, antes de dejar en claro que dejar el fútbol de manera intempestiva fue su gran error. “Hoy me arrepiento de la decisión que tomé en ese momento. Me entregué solo al qué dirán y trunqué mi carrera por irme de la cancha y no volver más”.

OTROS TIEMPOS. Maguna fue considerado uno de los mejores arqueros de nuestra provincia OTROS TIEMPOS. Maguna fue considerado uno de los mejores arqueros de nuestra provincia LA GACETA / Archivo

Maguna hoy está feliz. Se jubiló, disfruta sus días en Las Cejas y, sobre todo, se sacó de encima una mochila de mil kilos. “Mi consciencia está tranquila. Se lo dejo a Dios lo que me pasó y no le guardo rencor a nadie. Gracias a Dios hoy pude volver a la cancha y reencontrarme con gente que me hizo muy feliz”, concluye “Negro”, ese que de un día para el otro se fue de La Ciudadela y dejó el fútbol por culpa de dos errores que fueron demasiado para su alma y para su mente.

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