Cartas de lectores: La UCR y los derechos laborales

Hoy termina enero y en el Congreso de la Nación se definen temas trascendentes para nuestro futuro. Una de las cuestiones a dirimir, por iniciativa del PEN, es si el Estado renuncia o no a la defensa de los sectores sociales más débiles, lo que forma parte de las tradiciones políticas argentinas más importantes, peronismo y radicalismo. Sin embargo, pareciera que un sector importante de legisladores de la UCR ha olvidado esa tradición. Por ello es pertinente recordar que acaban de cumplirse 101 años de dos iniciativas de un gobierno de la UCR en Tucumán (gobernaba Octaviano Vera), el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas y de un salario mínimo para los trabajadores azucareros. Hasta entonces, en la actividad azucarera y en las restantes, la jornada laboral podía extenderse hasta las 12 y las 14 horas. Resultado de los reclamos obreros, la jornada de ocho horas se había conquistado hasta entonces en pocos ingenios, pero en la mayoría regían las 12 horas, sobre todo durante los invernales meses de la zafra, donde se trabajaba también de noche, sábados y domingos. Por otra parte, los salarios eran miserables. Ante esa lacerante realidad el gobierno radical impulsó sendas leyes, duramente resistida por las patronales y apoyada por los trabajadores azucareros, que declararon una huelga general en su apoyo. Fueron meses complicados los de mayo y junio de 1923, de marchas y contramarchas, pero el resultado fue un respetable aumento salarial y –lo más importante– el establecimiento de la jornada de ocho horas para todas las actividades industriales y comerciales. Así se hizo realidad en Tucumán un histórico reclamo del movimiento obrero y se demostró que en la UCR había espíritus sensibles a los reclamos populares, dispuestos a intervenir desde el Estado para corregir injusticias. Ese antecedente deberían considerar aquellos radicales que han manifestado su intención de apoyar el intento de reinstaurar en la Argentina, en el mundo laboral, el modelo imperante en el siglo XIX.

Daniel Campi

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