La caída de la Ley ómnibus: de la tensión a la algarabía en unos pocos minutos

LA IMAGEN DEL DÍA. Las agrupaciones de izquierda mantuvieron una tensa protesta, marcados por la Policía. la gaceta / fotos de juan manuel montero LA IMAGEN DEL DÍA. Las agrupaciones de izquierda mantuvieron una tensa protesta, marcados por la Policía. la gaceta / fotos de juan manuel montero

Todo cambió en cuestión de minutos y fue como si todo se hubiera transformado en una película. La enorme tensión que se vivió durante toda la tarde frente al Congreso de la Nación mientras los diputados debatían los puntos particulares de la Ley Ómnibus se evaporó mágicamente. A las 19.12 la noticia de que el proyecto volvía a comisión comenzó a correr de teléfono en teléfono y la plaza del Congreso explotó en un grito de júbilo. Todo se transformó: hubo aplausos, besos, abrazos y lo más increíble: caravanas de autos cuyos conductores con carteles, bocinazos, cacerolas, bocinas y todo lo que sirviera para hacer ruido comenzaron a pasar junto a los manifestantes. Si algún distraído no hubiera sabido lo que realmente estaba pasando podría haber llegado a pensar que Argentina había salido, otra vez, campeona del Mundo. Pero no. Era algo totalmente distinto.

Pero nada de eso se preveía horas antes. Es más, la situación estuvo realmente a punto de desmadrarse cuando los cientos de miembros de grupos de izquierda que se habían aglutinado en la plaza se pusieron cara a cara contra otros tantos integrantes de las fuerzas de seguridad que estaban determinados a impedir que ganaran la calle.

Integrantes del MST, de Libres del Sur, del Partido Obrero y otras agrupaciones de izquierda comenzaron a llegar a la esquina de Rivadavia y Entre Rios minutos antes de las 14, cuando la sesión comenzaba. Traían con ellos banderas, bombos y cualquier tipo de elemento que sirviera para hacer ruido. En ningún momento, sin embargo, tomaron la calle y respetaron el protocolo promovido por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Pero el aire se cortaba con un cuchillo, Todos sabían que si la sesión continuaba no habría tregua. Ya pasó la semana pasada cuando hubo decenas de heridos y un alto número de detenidos. Cientos de policías de la Federal, de la Ciudad, de Seguridad Aeroportuaria y gendarmes de a pie, en patrulleros, motos y colectivos tomaron posición en los alrededores del imponente edificio menudos de bastones, escudos y los ya temidos gases pimienta y lacrimógeno. Justamente, entre los manifestantes, se montaron “puestos de salud” en los que había profesionales preparados para recibir a personas heridas y que daban consejos para saber qué hacer, por ejemplo, si eran gaseados. La organización era total.

Así coparon la zona e incluso llegaron a cortar calle Solis, que separa el Congreso de la Plaza de los Dos congresos. La Policía había formado un cordón y estaban cara a cara con los manifestantes. Hubo muchos momentos de tensión, sobre todo cuando un grupo de jubilados también intentó bajar hacia Rivadavia y fueron empujados rápidamente hacia atrás provocando repudio.

Las consignas contra el Gobierno, pero sobre todo contra la CGT, se hicieron sentir en todo momento con cánticos y redoblantes. La tarde avanzaba y los mismos policías advertían que la caída de la noche podría desembocar en un duro enfrentamiento. Pero eso no llegó a suceder. Por falta de acuerdos para aprobar artículos claves de la ley, pasadas las 19 se levantó la sesión en la Cámara de Diputados y el proyecto volvió a comisiones. En ese momento la plaza entera festejó como un gol de Lionel Messi. Pero todos sabían que esto fue una batalla y no la guerra. Guardaron las armas, pero quedaron velándolas. Y prometieron volver si se insiste con muchos de los puntos de la ley. Hasta los policías respiraron aliviados cuando la gente comenzó a retirarse. Nadie sabía cómo podría haber terminado la noche.

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