Atlético perdió bien frente a Barracas

El "Guapo" venció por 2-0 en cancha de Huracán

Atlético perdió contra Barracas Central. Atlético perdió contra Barracas Central. Matias Nápoli Escalero - Enviado especial para LA GACETA.

Nada para festejar, ninguna música para bailar. Estos Carnavales encuentran a Atlético Tucumán con el rostro adusto, con el ceño fruncido, con la preocupación fundamentada: el modesto Barracas Central lo venció inapelablemente por 2-0 en cancha de Huracán y ahora se viene River.

La cuerda le duró muy poquito a Atlético en el primer tiempo. Cinco minutos básicamente, en los que se plantó en campo rival como equipo protagonista. Pero algo se percibió de inmediato: su intrascendencia, la falta de explosión, de sorpresa.

Y enseguida, con un remate apenas desviado de Alexis Domínguez, Barracas avisó que lo suyo iba por otro lado: ataques directos y veloces para aprovechar la endeblez defensiva de este Atlético, en las antípodas de aquel del invicto de Tomás Marchiori y compañía.

De aquella solidez, que empezaba en un mediocampo combativo y agresivo en la recuperación, en 2024 y hasta ahora, solo el recuerdo.

¿A alguien le sorprendieron los dos goles del “Guapo” en una ráfaga? Se “olían”, estaban al caer, se veían venir en la atmósfera pesada del “Palacio Tomás Ducó” (casi 35 de sensación térmica). Dos pelotas mal defendidas en el área, rebotes  que devinieron en el gol de Maximiliano Zalazar y en mano penal y posterior tanto del propio Domínguez.

Dos mazazos en cinco minutos (bastaba ver los rostros decepcionados y el cuchicheo entre los integrantes de la dupla hundidos en sus asientos en el banco) y una película que ya se vio otras veces en los últimos meses, como en aquellas noches del José Amalfitani y de Alta Córdoba: goles encajados que sentencian, aunque quede aún camino y juego por desandar.

Y no es que los jugadores de Atlético no lo hayan intentado, no pareció ser un tema de voluntad. Porque la visita se adueñó de la pelota y buscó por aquí y por allá, pero en horas bajas, hasta lo sencillo se complica. Y cada vez se priorizaron más los centros, para Barracas Central fue algo así como “a mi juego me llamaron”.

Y como Joaquín Pereyra no es lo todo lo desequilibrante que se espera y socios para él se buscan, y Marcelo Estigarribia vuelve a ser un faro de luz intermitente, y este Mateo Coronel parece un “doble sin riesgo” de aquel que supo ser… se le hace difícil a Atlético reponerse de golpes al mentón y cambiar los destinos escritos por guionistas malditos.

La esperanza, buena o mala, se sabría luego, era que el “Deca” encontrara rápidamente el descuento en el complemento. Como no sucedió, el partido languideció como esos filmes que jamás pagaríamos para ver.

Por un rato apenas, Atlético fue un ramillete de buenas intenciones inconclusas o apresuradas, un equipo que ni siquiera supo aprovechar algún regalo generoso de su anfitrión. Siempre pareció estar más cerca el “Guapo” del tercero que Atlético de acortar distancia.

Ni algunas buenas intervenciones de José Devecchi sirvieron para evitar lo aparentemente inevitable, el saldo indeseado de dos empates y dos derrotas en cuatro fechas.

Resultados que son un diagnóstico, que ponen a Sergio Gómez y a Favio Orsi entre las cuerdas, aunque en estos casos, las responsabilidades siempre son compartidas. 

Comentarios