Clubes de barrio, fortines de contención social

16 Marzo 2024

Sobre la vital importancia de los clubes de barrio mucho se ha escrito y se ha dicho. Aun en tiempos de cambios de paradigmas en nuestras vidas, a lomo del desarrollo tecnológico, estos sitios que constituyen verdaderos fortines que moldean, forman y contienen a los jóvenes, siguen ocupando un lugar vital en el tejido social.

Cuando hablamos de clubes de barrio no sólo nos referimos a lo edilicio o a las actividades que desarrolla, sino también a quienes los mantienen vivos. Se trata de seres muchas veces anónimos, cuyo sacrificio, esfuerzo y valor les da sustento día a día.

Justamente en uno de los tantos clubes de barrio que existen en la geografía tucumana hay una figura que fue rescatada en las páginas de LA GACETA como un modelo perdurable de pertenencia y entrega. La vida y obra de Héctor Hugo Assaff, el dirigente que marcó un antes y un después en la historia de Villa Mitre de Tafí Viejo, resume de manera categórica todo aquello que sienten, piensan y hacen quienes se brindan por la entidad que aman.

Assaff, como muchos dirigentes de entidades con cartel limitado a sus zonas de influencia, desde muy chico estuvo ligado al club, y trabajó incansablemente para que pudiera dar un salto de calidad. En ese afán, se sabe, se consumen horas personales y se las retacea a la familia y a las actividades particulares. Lógicamente nada asegura que esto lleve el éxito. Y queda claro que en este camino muchas veces empinado, están los que consiguen sus objetivos, los que perseveran pese a la coyuntura que les toca vivir, y los que resisten estoicamente.

Assaff comprendió que la administración de un club va mucho más allá de lo deportivo y lo dijo con palabras certeras. “Sentí que era el único lugar en el que la política no desune. Por lo contrario, agrupa más allá de la edad, la calidad económica y cómo te vestís. Esa manera en la que el pueblo se quiere entre sí solamente existe en los clubes de barrio. Por eso hay que cuidarlos, son lo más puro que hay”, reconoció.

Esa pureza de la que habla este legendario dirigente es algo que quienes tienen la posibilidad de ayudar deben promover y preservar. De esto no pueden sustraerse ni el factor público ni el privado. Como tampoco pueden darles el formato de una unidad básica, un comité o una empresa.

Que se entienda: los clubes de barrio son de la gente que habita en sus adyacencias y los frecuenta. Son de los dirigentes que hacen su aporte con tiempo y dinero aun en circunstancias adversas. Son, como lo puntualiza el caso de Assaff, un ámbito de entrega, de amor y de solidaridad. Qué mejor acción entonces que fortalecerlos para que conserven su condición.


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