Las burbujas financieras no son un producto de la actualidad; también las hubo en los siglos pasados

Las burbujas financieras no son un producto de la actualidad; también las hubo en los siglos pasados

Hablar de burbuja financiera es hablar de aquellos eventos económicos que generan fuertes movimientos de dinero y que pasado un tiempo decaen sin mayores motivos, causando, en muchos casos, graves quiebras o pérdidas de dinero. Cercanas en el tiempo están aún frescas las imágenes de la burbuja hipotecaria de Estados Unidos cuando se dieron préstamos hipotecarios sin respaldo de los tomadores o la caída de las punto.com unos años más tarde. “Las burbujas emergen típicamente en períodos de innovación. Pueden ser innovaciones tecnológicas como los trenes o internet, o innovaciones financieras”, le explicó a BBC Mundo Markus K. Brunnermeier, profesor de Economía de la Universidad de Princeton, en EEUU, y coautor del libro “Bubbles and Central Banks: Historical Perspectives”. El especialista dice que la explosión es más peligrosa cuando las burbujas están financiadas con créditos, como el caso de la compra de acciones en los años 20 que condujo al crack del 29.

Según la economista Ann Pettifor, directora del Centro de Investigación en Políticas Macroeconómicas, como hay muchas personas con acceso a liquidez facilitada por los bancos centrales, entonces tienen dinero extra para invertir en activos que provocan todo tipo de burbujas. “Por eso tenemos burbujas inmobiliarias, en el mercado del arte, en las acciones, en los clubes de fútbol, en el mercado de los autos, en las criptomonedas”.

A lo largo de la historia hubo varias una fueron los tulipanes en Holanda pero vamos a hablar de la de los Mares del Sur iniciada por la Compañía inglesa de ese nombre a comienzos del siglo XVIII. Esta empresa estableció su primera ruta comercial hacia la región en 1717 y comenzó a propagar rumores sobre las maravillas de sus expediciones comerciales que no eran ciertos y nunca lo fueron ya que el comercio español nunca se puso en peligro por parte inglesa pese a la propaganda británica sobre los éxitos militares y comerciales. El valor de sus acciones se disparó, pasando de 128 libras esterlinas a 1.000 libras esterlinas en apenas siete meses. Todos querían tener títulos de la empresa; incluso el Parlamento Británico le otorgó a la firma una extensa línea de crédito para la expansión comercial de sus negocios. El rápido incremento en el valor de las acciones generó un frenesí especulativo en todo el país, que se hizo extensivo a la compra de títulos de otras firmas cuyas ganancias reales no eran demostrables.

Pero cuando se empezaron a agotar los recursos económicos de los pequeños ahorristas, la situación se puso difícil. Y se complicó aún más, cuando los inversionistas empezaron a comprar títulos de la empresa con dinero prestado por la misma Compañía de los Mares del Sur. Cuando llegó el momento de pagar las deudas, muchos inversionistas no tenían el dinero suficiente para hacerlo y comenzaron a vender sus acciones.

Lo que siguió es fácil de predecir: los precios se fueron al suelo, muchos bancos británicos quebraron y la economía se desmoronó.

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