El 16 de junio de 2017 no fue un día más en la vida de Mauro Isla. Aquella jornada, con apenas 18 años, sufrió un accidente que le cambió por completo su existencia.
Junto a su mejor amigo, Mauro circulaba a bordo de una moto cuando un colectivo los embistió. Su amigo murió en el acto y a él debieron amputarle la pierna izquierda. Fue una situación shockeante de la que pudo salir, en buena medida, gracias al deporte; ese deporte que ahora lo premia con una convocatoria a la selección argentina.
“Comencé en el mundo del deporte desde muy chico. Más que nada, me gustaba mucho el fútbol, mi sueño era ser futbolista”, cuenta en diálogo con LA GACETA.
Claro; aquel accidente cortó de raíz cualquier posibilidad, al menos en el deporte convencional. Sin embargo, todo sueño está para cumplirse e Isla siguió adelante con su espíritu deportivo. “Después del accidente comencé la rehabilitación. Fue en ese momento en el que conocí a mi kinesiólogo Sergio Soria. Él fue quien me metió de lleno en el mundo del básquet adaptado. Me contó que tenía un alumno que lo jugaba y me instó a hacerlo”, recuerda antes de admitir que, lógicamente, el proceso para aceptar su nueva realidad no fue nada sencillo. “Fue difícil adaptarme; muy difícil. Después de hacer de todo, quedarte así... Pensás ‘qué voy a hacer de ahora en más’. Pero pude adaptarme a las condiciones en las que había quedado y a los deportes que podía hacer”, señala.
Hasta ese momento, para él el básquet era un deporte con el que simpatizaba; sobre todo por la figura de Emmanuel Ginóbili. Eso sí, no lo seguía demasiado. “Sólo había jugado con amigos”, cuenta.
No obstante, empezó a ganar importancia notablemente en su vida hasta convertirse en un bastión fundamental. “Le pedí a Sergio que averiguara, porque quería comenzar a hacer deporte. No me gustaba estar todo el día en casa sin hacer nada. Se contactó con la Fundación Marcos Sotelo (club tucumano que cuenta con la disciplina), y ahí comencé a entrenarme y a jugar”, relata Mauro.
Su progreso, reconoce, fue fugaz. “Me adapté muy rápido. Al año de empezar, ya comencé a jugar en Primera”, devela sobre lo que, muy probablemente, tenga que ver con el impacto que el deporte tuvo en su día a día. “Es como mi ‘curita’ para el corazón”, señala.
¿Cómo es jugar al básquet en silla de ruedas? “Es todo un desafío. La coordinación de hacer picar la pelota y hacer que la silla se mueva hacia adelante; tirar a un aro que tiene la misma altura que el básquet convencional, tirar de sentado… Es mucha práctica. Tenés que hacer que la silla sea parte de tu cuerpo”, reflexiona.
Queda claro que para Mauro no fue un proceso tan complicado como podría haberlo sido. Su gran progreso y adaptación al deporte le permitieron, apenas tres años después de comenzar a jugar, ser convocado a la Selección. “Fue una alegría inmensa; no lo podía creer. Después de tanto sacrificio. llegó. La verdad que estaba muy emocionado, muy feliz. Es un orgullo”, comenta.
Ese vendaval de emociones que reinó en su interior lo sintió también cuando llegó el momento de formar parte de la concentración por primera vez, en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), junto al resto de los jugadores convocados, y junto al cuerpo técnico. “Fue un orgullo compartir con esos jugadores, de nivel mundial, que juegan en España, en Italia... Estaba muy emocionado de tener entrenando conmigo a esos jugadores a los que veía jugar por internet”, reconoce, antes de admitir que debió trabajar bastante para adaptarse al ritmo. “Es otro nivel. Me costó mucho, y me sigue costando. Pero creo que voy por buen camino”.
Con dos concentraciones encima y una tercera por venir en los próximos días, Isla explica que el combinado “albiceleste” no tiene compromisos internacionales en este 2024, sino que es un proceso de preparación para lo que viene. “Este año es para formarnos de cara al año que viene. Cómo los jugadores de la selección mayor ya se están por empezar a retirar, están empezando a adaptar a nuevos; y ahí entro yo”, indica.
“Después de tanto sacrificio, llegó”, decía Isla en el arranque del mano a mano. ¿Eso quiere decir que lo estaba esperando? La respuesta es clara: “sí”.
“Con mí kinesiólogo hablábamos siempre de la oportunidad de llegar al seleccionado. Cuando comencé, mi meta era esa”, advierte, aclarando que para poder conseguirlo fue necesario tener entrenamientos intensos todos los días; mucho gimnasio y estar bien enfocado en el objetivo.
Tras recibir la primera convocatoria, Isla estuvo a punto de no poder asistir. ¿La razón? La inversión necesaria. “Es todo un gasto ir, volver, los gastos de comidas… Por suerte, al final sí pude ir”, sostiene.
Es decir, la falta de apoyo casi le corta la posibilidad de asistir a una concentración nacional, algo que había soñado desde sus inicios.
Isla entiende que el básquet adaptado tucumano no tiene apoyo, incluso cuando la Fundación Marcos Sotelo, su equipo que hace de local en Barrio Jardín, juega en la Primera división a nivel nacional. “Falta muchísimo. Son muy difíciles las inscripciones a torneos; las sillas de ruedas que tenemos aquí son muy viejas y necesitamos nuevas. Todo lo que hacemos es con plata de nuestro bolsillo, con rifas, con esfuerzo”, advierte.
Por ahora, de todas formas, lo económico no consiguió frenar la ilusión y el entusiasmo de Mauro, quien se ilusiona con empezar a ser un habitué del seleccionado nacional y con tener grandes logros a nivel local e internacional. “Mi objetivo es llegar a ganar la Liga Nacional. Pero además, mi sueño en el deporte es poder viajar y acompañar al seleccionado argentino a todos lados”, remata, antes de dejar en claro que va por todo:sueña con ganar torneos internacionales representando a Argentina.
Claro; si algo sabe Mauro, después de todo lo que le tocó vivir en los últimos años, es que con esfuerzo y perseverancia, en la vida no hay ningún obstáculo que sea insuperable.