Diana Ferullo: “Los libros son para mí un abrazo”

07 Abril 2024

“Cuando abro un libro busco que me emocione, que me atrape, que sea una lectura inteligente y que me sorprenda. Es como un montón (risas) le pido casi lo mismo que a una pareja”, confiesa Diana Ferullo, curadora independiente y licenciada en Historia.

– Lo bueno es que cerrás y chau...

– Sí. No doy muchas segundas oportunidades a libros que no me gustan.

Diana es historiadora, pero desde hace algún tiempo se dedica a la curaduría de artes visuales. “Es un universo que requiere mucho estudio y que es muy complejo porque se les pide un montón a los artistas: que tengan galería, página web, que produzcan y, además, que tengan un desarrollo conceptual de su obra ”, cuenta Diana sobre su trabajo. Ella ayuda en el proceso de escritura de los catálogos para las muestras y asegura que durante el camino transita una relación casi psicoanalítica con el artista para poder entender lo que quiere transmitir con su obra.

Sugerencias en el ciclo

Llegamos a la quinta entrega de “Citas de lectura”, un ciclo de entrevistas producido por LA GACETA y Libro de Oro, en el que hablamos sobre libros con escritores y referentes de la cultura. Qué lecturas los han encandilado, qué libro les hubiese gustado escribir, qué relación tienen con el libro digital son algunos de los interrogantes. Es tan rico el universo literario que cada vivencia es diferente.

Al momento de recomendar, Diana nos acerca tres libros escritos por autoras argentinas contemporáneas. El primero es “El nervio óptico”, de una de sus escritoras favoritas, María Gainza (escritora y crítica de arte). De él dice que es “un libro tremendamente bien escrito, de una autora súper inteligente que nos habla de muchos universos: de los artistas -que en general son varones y de esferas internacionales-, pero con una crítica feminista pero desde la figura de la antiheroína”.

Luego sigue con “Las aventuras de la China Iron”, de Gabriela Cabezón Cámara. “Un libro que reversiona muchos clásicos del siglo XIX, que habla de un amor lésbico. Mediante un lenguaje sublime en especial cuando empieza a mezclar el castellano con el inglés y empieza a hacer toda esta construcción de encuentros, ahí se vuelve maravillosa la narración”.

Por último, “La estirpe” de Carla Maliandi. “Me gustó cómo interpela el tema de la identidad. Esta mujer que cumple 40 años, está casada y tiene un hijo, y de pronto en su fiesta de cumpleaños la bola de espejos le cae sobre la cabeza, pierde la memoria y … ¿quiénes somos? Esta idea de no reconocer a su propio hijo, al que le dice 'chico'. Me parece muy fuerte esto de preguntarnos quiénes somos después de tanto vivido y tanto recorrido”, detalla.

Para muchos amantes de la lectura, este momento se asocia con rituales que le suman placer al acto de leer. Diana confiesa que le gusta preparar “pequeños escenarios”: una vela, silencio absoluto, un té o café y su gato merodeando por ahí. También cuenta que le gusta leer en paralelo varios libros, algo que para muchos podría considerarse una especie de súper poder. “¡O una súper dispersión!”, asegura ella risueña.

- ¿Considerás que hay buena y mala literatura?

No, yo creo que hay literatura para todos los gustos y que somos un público muy diverso y variado. Hay literatura que me gusta muchísimo y otra que no me gusta nada, pero de ahí a definir lo que a mi no me gusta como malo me perece un montón.

- ¿Qué le dirías a alguien que te asegura que no tiene tiempo para leer?

– Les diría “largá el teléfono” (risas) porque cuando no lo tenés, ahí se genera el tiempo. Las redes sociales te lo quitan, te abducen y si uno lo apaga, entonces, el tiempo aparece.

ENCUENTRO. Ferullo (der.) en la charla con Natalia Viola, de Libro de oro. FOTOS GENTILEZA / NATALIA VIOLA ENCUENTRO. Ferullo (der.) en la charla con Natalia Viola, de Libro de oro. FOTOS GENTILEZA / NATALIA VIOLA

–¿Sos de leer en formato digital?

– Libro digital no tengo. No me gusta porque soy súper analógica, me gusta el papel, la tinta.

Es que según ella la pantalla le impide marcarlos, algo que disfruta muchísimo. “No hay libro que no tenga mi huella con lápiz, con resaltador, con simbolitos...”, dice. ¿Prestar libros? Obvio que sí, asegura. “Si se pierden será porque ese era el destino y tienen que estar recirculando. Si vuelven o no esa es otra historia, además siempre tengo una lista de libros por comprar y una pila de libros por leer, así que si no hay una recirculación...”. “¿Te tapan?”. “¡Sí, claro! (risas)”.

Imaginación al poder

En este ciclo también apelamos a la fantasía, a imaginar encuentros o amistades literarias. “Si pienso en salir a tomar una copas, se me viene a la cabeza Hemingway”, confiesa Diana, pero agrega, que le gustaría compartir un vino con la poeta tucumana Inés Aráoz.

– ¿Qué libro te hubiese gustado escribir?

– “Un método del mundo”, de Maurie Gouiric. Es un libro de poesía muy hermoso y de denuncia muy sensible. Yo escribo poesía, pero la tengo muy solapada.

– ¿A qué autor te gustaría traer a la vida para seguir disfrutándolo?

– A (Jerome David) Salinger, sin dudas, su libro “The catcher in the rye” (El guardián entre el centeno) que leí en inglés me marcó mucho.

– Una confesión: ¿Qué libro de esos que te dicen 'hay que leer' vos no leíste?

– ¡Esto es un sincericidio! Diría que Rayuela (de Julio Cortázar). Es como un papelón aceptarlo y un poco irónico a la vez porque uno de mis cuentos preferidos es “El río” (incluido en su libro “Final de Juego”, 1956), pero a Rayuela nunca lo pude abordar. Creo que me gusta más el formato cuento o ensayo y no tanto las novelas largas. No le cuenten a nadie (risas).

Para Diana los libros son al lector como “la compañía a la soledad”, no puede evitar vincular esto con su experiencia. “Para mí que fui hija única durante ocho años, los libros fueron eso: un abrazo”.

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