La charla sobre Dalbulus maidis acaparó la atención en el Día de Campo de la Eeaoc

Casmuz, de la sección Zoología Agrícola, habló del estatus fitosanitario actual del maíz, de los impactos e implicancias de esta problemática.

PLAGA. Dalbulus maidis, vector del Spiroplasma o Achaparramiento, es un insecto monófago; es decir, solo se alimenta y se reproduce sobre el cultivo del maíz. PLAGA. Dalbulus maidis, vector del Spiroplasma o Achaparramiento, es un insecto monófago; es decir, solo se alimenta y se reproduce sobre el cultivo del maíz.
13 Abril 2024

En el tradicional “Día de Campo de soja, maíz, poroto y sorgo”, organizado por la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) en la subestación de Monte Redondo (Cruz Alta), el investigador Augusto Casmuz, de la sección Zoología Agrícola expuso sobre la problemática más relevante de la presente campaña: “la chicharrita del maíz, Dalbulus maidis”. En particular, habló del estatus fitosanitario actual, de sus impactos e implicancias sobre el cultivo y de las perspectivas para la próxima campaña.

El miércoles, bajo un día de lluvia y ante la presencia de una gran cantidad de productores y de técnicos, Cazmus contó que Dalbulus maidis es el principal vector de forma persistente del Corn Stunt Spiroplasma o Achaparramiento (CSS). Se trata de una enfermedad con presencia constante y creciente en el maíz -principalmente en zonas del norte de la Argentina-, que llega a ocasionar niveles de daños de hasta el 100%. Además del CSS, Dalbulus maidis puede transmitir otros patógenos, como fitoplasma (Maize Bushy Stunt Micoplasm) y el virus del rayado fino (MRFV). Todas pueden presentarse de manera conjunta en las plantas de maíz.

Dalbulus maidis es un insecto monófago; es decir, solo se alimenta y se reproduce sobre el maíz. Este cultivo permite a Dalbulus maidis adquirir el complejo de patógenos que posteriormente trasmiten al cultivo.

Este vector fue señalado por primera vez en la Argentina en 1948, por Oman, en Tucumán. En esta provincia, Eduardo Virla determinó que Dalbulus maidis tiene al menos cinco generaciones al año, que se desarrollan entre noviembre y mayo. Los adultos provenientes de la última generación sobreviven el invierno refugiados en malezas y/o cultivos invernales, desde donde colonizan al maíz durante la primavera y el verano.

Debido a la incidencia de Dalbulus maidis sobre el maíz en las últimas campañas, la Eeaoc junto Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria (CREA) del NOA están abordando un proyecto referido a la chicharrita del maíz, con el objeto de generar información sobre la bioecología, el comportamiento y el desarrollo de estrategias para el manejo de esta amenaza para este cultivo en la región.

A partir de los relevamientos realizados en el marco de este proyecto, se registró en zonas productoras del sur de Tucumán (La Cocha y Graneros), sudeste de Catamarca (Santa Rosa) y sudoeste de Santiago del Estero (Guasayán), una elevada ocurrencia de Dalbulus maidis en comparación con otras áreas. Esta zona se caracteriza por presentar el cultivo de maíz en dos oportunidades: una primera siembra en la primavera, bajo riego, con destino para la producción de semillas, y una segunda siembra entre diciembre y enero. Esta práctica resulta muy favorable para Dalbulus maidis, al tratarse de un insecto monófago que solo puede alimentarse y multiplicarse en las plantas de maíz.

Esta situación, sumado a un invierno sin heladas de importancia que cortaran el ciclo de la plaga, favorecieron la ocurrencia de elevadas poblaciones de Dalbulus maidis, y determinaron que la mayoría de los lotes de maíz sembrados en el verano esté muy comprometido por las enfermedades trasmitidas por el vector -en muchos se observan pérdidas totales-.

En las zonas maiceras de los departamentos de Leales, Cruz Alta y Burruyacu (Tucumán), y al oeste de los departamentos de Pellegrini y Jiménez (Santiago del Estero), los niveles de Dalbulus maidis fueron considerablemente menores. En estas zonas el desarrollo inicial de la plaga estuvo sujeto a la presencia de plantas de maíces voluntarios o “guachos” durante la primavera, que favorecieron su multiplicación inicial.

Aquí se registraron bajos valores de la plaga en las etapas iniciales del cultivo de maíz estival, observándose aumentos poblacionales desde principios de febrero, que fueron aumentando con el tiempo. En esta zona los daños son de grado variable; se observa un mayor impacto en lotes con híbridos de maíz susceptibles a CSS, que sufrieron algún estrés del tipo ambiental (sequía y altas temperaturas) durante su desarrollo, precipitando grados abruptos de severidad de la enfermedad.

Entre las prácticas recomendadas para el manejo de Dalbulus maidis en países como Brasil y Paraguay se menciona la erradicación anticipada de maíces “guachos”, que actúan como reservorios del vector y del complejo de patógenos. Otra práctica de gran impacto es el empleo de materiales de maíz tolerantes a CSS, sumándose el control de Dalbulus maidis desde la emergencia del cultivo y hasta etapas vegetativas avanzadas. Se destaca la importancia de adoptar este conjunto de medidas a nivel regional, debido a la capacidad migratoria del insecto.

Aquellas zonas con una amplia brecha de siembra del maíz (maíces tempranos y tardíos) tendrán una mayor incidencia de Dalbulus maidis y el complejo de enfermedades trasmitidas por este, por representar un “puente verde” en su multiplicación y propagación.

Desde la Eeaoc, se están evaluando diferentes aspectos relacionados al manejo de Dalbulus maidis en el maíz. En lo que respecta al comportamiento de híbridos frente a CSS, se observó que la mayoría de los materiales empleados en la región son sensibles o tienen una tolerancia intermedia a CSS, lo que constituye un factor negativo para el cultivo.

En cuanto a las opciones químicas, en la Argentina no hay productos insecticidas registrados para el control de Dalbulus maidis, algo importante a la hora de implementar estrategias para su manejo. Entre las opciones evaluadas se mencionan los insecticidas empleados en el tratamiento de semillas, para proteger inicialmente al cultivo, considerando que las dosis empleadas en Argentina en las semillas de maíz son considerablemente menores a las registradas en Brasil.

Entre los insecticidas para aplicaciones foliares se evaluaron los del grupo de los piretroides, organofosforados, carbamatos, neonicotinoides, entre otros. En la mayoría de los casos se obtuvieron bajas eficacias de control y períodos de protección muy cortos. Cabe mencionar que muchos de estos insecticidas no cuentan con registro para su uso en el cultivo de maíz en nuestro país.

En la actualidad las altas poblaciones de Dalbulus maidis registradas, la escasa disponibilidad de híbridos tolerantes a las enfermedades trasmitidas por el vector y la ausencia de productos registrados para su control en el maíz son elementos que deben ser abordados de manera conjunta entre todos los actores que conforman la cadena productiva del maíz, para poder sortear esta limitante fitosanitaria en el cultivo, que es un elemento clave de la sostenibilidad de los sistemas productivos de la región.

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