Un Banco de Apuntes capitaliza la experiencia de estudiantes de la UNT para beneficiar a pares

En 2007, un grupo de estudiantes de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras encontró una manera de facilitar la vida universitaria a sus compañeros aprovechando los materiales de estudio generados. El Banco sigue activo, se replica y suma un número creciente de beneficiarios.

LUCHA ESTUDIANTIL. Los alumnos de Historia de la UNT se abrieron espacio entre las autoridades y consiguieron institucionalizar su banco de apuntes. LUCHA ESTUDIANTIL. Los alumnos de Historia de la UNT se abrieron espacio entre las autoridades y consiguieron institucionalizar su banco de apuntes.

En un contexto socioeconómico complicado, el estudiante universitario debe atravesar dificultades crecientes durante el cursado. El pasaje del colectivo cuesta más del doble que hace algunos meses; la posibilidad de acceder a material bibliográfico de calidad se torna imposible y cada vez son más los alumnos que no pueden aguantar el ritmo de gastos. Para dar una mano y con la ilusión de reducir la deserción estudiantil, los estudiantes de Historia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) fueron pioneros en una propuesta novedosa: el Banco de Apuntes.

“Se trata de un lugar físico o digital donde los estudiantes de la carrera depositan su material bibliográfico (cuadernillos, libros, fotocopias, resúmenes, etcétera). El objetivo principal es distribuir estos apuntes que los alumnos avanzados donan a los que les siguen los pasos. Después de cursar una materia o de rendir un (examen) final, el material generado para la preparación puede servir a otros: nosotros funcionamos como mediadores para distribuirlo o para prestarlo a quienes los necesiten de manera libre y gratuita”, explica Luciana Frías, ex delegada del Banco de Apuntes de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras.

La iniciativa nació en 2007 a partir de una propuesta de una asamblea de estudiantes. Con el tiempo el proyecto se fue ampliando: los estudiantes compraron impresoras y lograron “institucionalizarse”, es decir, se convirtieron en una entidad con un espacio físico asignado en la Facultad. “Historia es una carrera pesada, con muchísimo material teórico. Por eso los estudiantes encontraron en este ámbito una gran ayuda para impulsar sus estudios. Hoy tenemos un lugar entre el aula Billone y Dappe. Todo esto es gracias a la lucha de las camadas anteriores. Es una experiencia muy gratificante”, agrega Lucas Pavón, tesorero del Banco.

Según explican los delegados, los estudiantes pueden acceder a la bibliografía de manera virtual y física. El material teórico digitalizado y el contacto para realizar consultas se encuentran disponibles en la página web del proyecto.

Una propuesta replicable

La experiencia de Historia con el Banco de Apuntes no pasó inadvertida en los pasillos de la facultad. Con el tiempo, otras carreras se interesaron en el proyecto e intentaron replicarlo. Lucius Cabral, delegado de la carrera de Letras, explica que el fenómeno de la deserción es una amenaza constante que esta clase de iniciativas ayuda a combatir. “Había una necesidad muy grande de cuadernos, de fotocopias y de libros en la carrera. Los estudiantes de Letras tenemos una comunidad muy linda, así que también pensamos en la posibilidad de crear este espacio basándonos en las experiencias de otras carreras. Los papeles se suelen quemar o tirar: nosotros buscamos que puedan ser útiles para otros estudiantes en situación de necesidad”, dice.

Sin embargo, Lucius agrega que esta clase de bancos aporta un valor más allá de lo económico. Según él, compartir apuntes es una forma de establecer lazos aún más fuertes en la comunidad estudiantil. “Creo que es una manera de aprender de nosotros mismos, es decir, de nutrirnos de otros estudiantes experimentados que tienen más trayectoria en la carrera. En los pasillos todos hablamos de nuestros resúmenes, creo que es muy positivo”, concluye.

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