na na

¿Podrá Javier Milei prescindir de la política? O, planteado de otra manera, ¿cuánto tiempo más podrá gobernar sin la política? Hay que admitir que, en estos cinco meses de gestión, el Presidente logró sostener los niveles de adhesión que lo catapultaron al sillón de Rivadavia. Desde luego, varios factores influyen en esta coyuntura: el rechazo de buena parte de la sociedad al pasado reciente, la ausencia de una oposición que seduzca al electorado y los circunstanciales –y discutibles- resultados económicos en un país acostumbrado a la esquizofrenia que pide a gritos algo de normalidad.

El sentido de la oportunidad del libertario es digno de destacar. A principios de febrero, cuando en Diputados fracasó el primer intento por sancionar la Ley Ómnibus, se encontraba en Israel. Ahora, cuando tambalea en el Senado ese colectivo desguazado convertido en Ley Bases, camina por España. Pero hay una diferencia, en aquella ocasión lanzó sus más feroces críticas a la casta política y se mostró destemplado y violento. Esta vez, en cambio, viajó exultante. “No hay problema, las reformas estructurales son para el largo plazo y si no es en mayo, será en junio o en julio, pero las reformas estructurales tarde o temprano las vamos a hacer”, dijo con una serenidad poco explorada en él.

La diferencia entre los estados de ánimo -y en las reacciones- tiene una explicación. Aunque el tiempo pase y no logre la sanción ni siquiera de una sola ley, igualmente se permite celebrar pequeños triunfos. O disfrutar de la coyuntura. De otra manera no se entiende el alocado festejo por una inflación que apenas bajó de los nueve puntos en abril. Y que rondará el 5% en este mes, según las previsiones privadas. Así, volviendo a la pregunta inicial, Milei sonríe porque aún sin la política puede sostenerse gracias a la ilusión de una parte de la sociedad. Justamente de eso se trata el ilusionismo: el arte de producir artificialmente efectos en apariencia maravillosos e inexplicables para los espectadores. Pensar que Cristina Fernández de Kirchner popularizó la frase “No fue magia” y que el propio Milei la rescató hace un par de meses para destacar el superávit fiscal del primer trimestre. En realidad, deberíamos concluir que mucho de magia sí hay en el medio. Es parte de la narrativa o del relato, según de quién se trate. Pero no es ninguna coincidencia.

Por lo pronto, el Presidente tiene una sola certeza: la Ley Bases no se aprobará antes del 25 de Mayo, como él pretendía. En buena medida, por la impericia del oficialismo. El desorden y las intrigas bajo las que se mueve el espectro libertario son tales que dejaron afuera de las negociaciones con los senadores opositores a la presidenta del Senado, Victoria Villarruel. La vicepresidenta es elogiada por los legisladores de todas las bancadas por su apertura al diálogo. ¿Pese a los roces con el entorno familiar de Milei? ¿Era necesario prescindir de ella? Indudablemente no, por eso el jueves el ministro del Interior, Guillermo Francos, debió acudir a su despacho para analizar cómo destrabar el debate en la Cámara Alta.

Del trámite exprés a la incertidumbre

Así, lo que se había imaginado en la Casa Rosada como un trámite exprés en el Senado se diluyó con el correr de los días. Al final, el mileísmo no sólo debió aceptar el reclamo de la oposición dialoguista de trabajar la ley con el tiempo necesario, sino además tolerar muchos pedidos de modificaciones: para asegurarse los votos, el Gobierno sabe que no tendrá otra salida que aceptar cambios en las letras de la Ley Bases y del Paquete Fiscal, lo que generará su regreso a la cámara de Diputados. Los reclamos involucran el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y la eliminación de la moratoria previsional, en la ley de Bases; y el blanqueo de capitales y la restitución de Ganancias, en el paquete fiscal, principalmente.

La ventaja de la que puede hacer gala el oficialismo es que el kirchnerismo tampoco consolida voluntades. Por el contrario, en Unión por la Patria están cerca de resignarse a que no podrán voltear la Ley Bases en el Senado y que deberán apuntar a modificarla en particular. Esto, precisamente, es lo que no quiere Cristina Fernández de Kirchner. Este jueves, pícaramente, intentó condicionar el voto de la oposición dialoguista. Lo hizo al cuestionar que se haya aumentado sólo el presupuesto de la Universidad de Buenos Aires y no el de las 60 universidades públicas. “Tengo miedo que signifique cambios de votos en el Congreso”, soltó en referencia a la Ley Bases, a la que calificó como “nefasta”.

El apuntado es Martín Lousteau, crítico del Presidente pero que aparece dentro del lote de ocho senadores a los que la Casa Rosada quiere convencer de votar la ley, aunque con cambios. En el mundillo de la política no pasa desapercibida la relación entre Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA, y el titular de la UCR. Por eso Yacobitti intentó rápidamente despegar a Lousteau del acuerdo universitario. “El partido al que pertenezco no va a votar una ley que tiene cuestiones estratégicas que no van en el sentido que nosotros queremos. No lo ligo a lo universitario”, insistió. Así las cosas, sobre el ex ministro de Economía de Cristina se centrarán todas las miradas en la sesión que todavía no tiene fecha.

Jaldo y el voto cantado de Manzur

¿Cómo se planta el tucumano Osvaldo Jaldo frente a esa indefinición? El gobernador sigue con impaciencia las dilaciones. Principalmente, porque su gestión necesita con premura que se restituya el Impuesto a las Ganancias y que comiencen a levantarse los ingresos fiscales. Además, porque en una semana debería estar en Córdoba para firmar el Pacto de Mayo con Milei, pero tampoco hay certezas de ello ocurra sin las leyes aprobadas. Ayer, el ministro Francos se refirió a ese acuerdo pero tampoco mencionó a Tucumán como sede para la rúbrica del Pacto de Julio. “El Presidente decidirá si hace el acto o no (en Córdoba), o si lo posterga. El Presidente planteó el 25 de Mayo en Córdoba, pero tenemos el 20 de Junio en Rosario, en el monumento a la Bandera”, especuló. Con tanta incertidumbre, Jaldo debe moverse en puntas de pie.

Enfrente, Juan Manzur aparece con el voto cantado. En particular porque el martes se sentó a la mesa del Partido Justicialista nacional, como uno de sus vicepresidentes. Esa noche, el PJ emitió un documento en el que instó a los senadores peronistas a rechazar la Ley Bases y convocó a una movilización para el día en que se vote. El ex gobernador ya no tiene margen de maniobra. Así, la única chance de Jaldo de ofrendarle un voto a los libertarios se la ofrece la famaillense Sandra Mendoza.

El péndulo de Sandra Mendoza

Lo de la ex legisladora provincial es un misterio, porque su péndulo va del extremo manzurista al jaldista según a quién se le pregunte. En el peronismo nacional cuentan con su voto dentro de los 33 “mineros” de Unión por la Patria. Pero en la Casa de Gobierno local confían en que dará el salto en el momento que sea necesario. Mientras tanto, “El Comisario” no escatima esfuerzos en su afán de rodear a los líderes del espacio Tucumán Innovador. El domingo por la noche fue a compartir escenario con los mellizos Orellana y con Mendoza e intercambiaron elogios y promesas de apoyos mutuos. Un par de días después, el ministro del Interior Darío Monteros recibió en su despacho a seis de los 10 concejales de Famaillá; entre ellos, el presidente del Concejo y sobrino de Orellana, Franco Arrieta.

Según expuso en sus redes sociales el ejecutor político de Jaldo, estuvieron “estableciendo metas y articulando políticas que ayuden a la gestión del intendente Enrique Orellana para llevar más soluciones, más obras y más servicios a los vecinos de esa hermosa ciudad”. Los seis ediles responden a los “Mellizos”, por lo que es difícil imaginar que hayan acudido a esa cita sin previo aviso y sin autorización de ellos. En los encuentros del domingo y del miércoles; ¿se habrá hablado sobre cómo recuperar cientos de contratos caídos en comunas rurales y organismos provinciales? Hay oídos indiscretos en todos lados, aunque ninguno escuchó todavía cómo votará la famaillense Mendoza.

Comentarios