Paradojas, mitos y certezas sobre los crímenes del comunismo

Uno de los capítulos menos expuestos de la historia de los regímenes del siglo XX.

GIANLUCA FALANGA. El autor analiza el progreso de la impiedad alimentada desde las grandes potencias. GIANLUCA FALANGA. El autor analiza el progreso de la impiedad alimentada desde las grandes potencias.
26 Mayo 2024

ENSAYO

LOS CRÍMENES DEL COMUNISMO

GIANLUCA FALANGA

(Edhasa – Buenos Aires)

Historiador formado en las Universidades de Turín y Copenhague, investigador en el Museo de la Stasi, sigla del Ministerio para la Seguridad del Estado, órgano de la ex República Democrática Alemana, Gianluca Falanga ilumina con Los crímenes del Comunismo uno de los capítulos menos expuestos de la historia de los regímenes e idearios del siglo XX. La tragedia que precedió y continuó tras la segunda guerra mundial, de la que el nacionalsocialismo alemán y el nazismo como su expresión totalitaria tiene su origen en organizaciones políticas secretas, oscuras, promovidas en muchos casos o, incluso, directamente perpetradas por países europeos, tanto comunistas como capitalistas. Los derrotados en la segunda guerra mundial y los aliados que dieron origen a esa derrota. Sabemos. Ni Marx, Engels o Comte han sido responsables de los crímenes del comunismo, de los pogromos y purgas stalinistas, de las matanzas de Pol Pot o Mao, ni Einstein lo fue del Proyecto Manhattan, del genocidio de Hiroshima, ni Nietzche o Heidegger del holocausto judío. “Muerto Stalin —afirma el autor—, la dictadura no cesó. Durante decenios, las víctimas del terror no pudieron hablar de sus experiencias. Se difundió una cultura de la sospecha”. Falanga dispone la línea de tiempo de la progresión del deterioro mundial y de la paradoja de una sociedad internacional cada vez más consciente de los derechos de la humanidad y su consagración mediante organismos y tratados internacionales, sin que esto impida el progreso de la impiedad alimentada desde las grandes potencias cualquiera sea su origen. “Las desilusiones son siempre dolorosas”, sostiene Falanga. Las críticas al comunista Albert Camus, que en la clandestinidad producía su obra literaria y editaba la revista Combat, provinieron de su partido. Ernst Nolte conjetura: “Si en la cabeza de Adolf Hitler no se hubiera formado la idea de que los judíos eran responsables de los gulags y del llamado Terror Rojo de 1919 y 1920, no habría podido existir Auschwitz”. Es posible. El terror discreto del comunismo de Stalin (del que Lenin acaso fue precursor) quedó plasmado en el legendario Libro negro. “Es anacrónico —dice Falanga— antihistórico y también poco honesto interpretar a Marx como si fuera Lenin”. El cruel proceso de colonización desplegado en África por los países de la Europa Occidental no fue menos criminal. La infame degradación del hombre. Las teorías, sus autores, los libros no provocan delitos de lesa humanidad. Seres perversos, brutalmente ignorantes, la maldad y la miseria intelectual, comparten territorio y rapiñan vidas. Así fue. Así será.

© LA GACETA

¿De eso no se habla?*

Por Gianluca Falanga

¡No se habla nunca de los crímenes del comunismo!

¿En serio? Quien lo dic, en general, quiere expresar dos cosas, que van más allá del propio sentido de la frase, como un subtexto.

La primera es que se considera exagerada la atención que se dedica a la Shoah. Diluido en la hecatombe de muertos asesinados por feroces utopías, fundamentalismos y tiranías del llamado “siglo de los extremos”, el exterminio de los hebreos de Europa perdería su abominable singularidad. En consecuencia, no habría motivo de considerar a los fascismos como un “mal absoluto”. La intención, en suma, es poco honorable.

En segundo lugar: se lamenta una amnesia, la existencia de un muro de complicidad o incluso -en sintonía con los tiempos- una conjuración del silencio, porque del nazismo y de sus Lager sabemos ya todo o casi, mientras que se callarían las muertes por hambre en la Ucrania de los años treinta o de las deportaciones al “archipiélago” Gulag, del cual hablar y escribir sería todavía incómodo y embarazoso.

Tras esta afirmación, me parece evidente, no hay ningún deseo de conocer mejor estos y otros crímenes del comunismo (me doy cuenta del carácter sumario e impreciso del término, ¡aclararemos pronto!) ni la preocupación por hacer más conocidas páginas terribles de la historia del siglo xx, y ni siquiera una sincera necesidad de conmemorar a las víctimas, de las cuales se sabe poco e interesan aún menos, porque a muchos les parecen anónimas y distantes, tanto en el espacio como en el tiempo.

El verdadero destinatario de este reclamo, al menos en Italia, es “la izquierda” acusada de conspiradora reticencia, de no haber hecho las cuentas con el pasado, en un contexto en el cual la cultura comunista fue excepcionalmente dominante.

*Fragmento de la introducción de Los crímenes del comunismo.

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