A cuatro años del crimen de Fernando Báez Sosa, Máximo Thomsen rompió el silencio: "No me siento un asesino"

El joven dio su versión de los hechos y confesó que reza por la víctima.

28 Mayo 2024

Máximo Thomsen rompió el silencio y habló por primera vez sobre el crimen de Fernando Báez Sosa. El joven lloró frente a cámara, acusó a compañeros e incluso dijo que reza "todas las noches" por la víctima.

En una entrevista concedida a Telenoche (El Trece), el condenado contó detalles del día del brutal crimen. “Era la segunda noche desde que llegamos. Era la primera noche que salimos. Yo llegué borracho al boliche. Lo que me acuerdo es que yo estaba agarrado de la barra, de espalda a la pista, y siento que alguien se me había caído encima. Era Matías (Benicelli) que me dicen que le habían pegado y nos sacan a los dos. Yo no sabía, pero era Fernando Báez Sosa el que le pegó a Matías una piña en la frente”.

“Yo nunca me peleé dentro del boliche. Nunca tuve contacto visual con Fernando. Cuando me sacan, siento que me estaban asfixiando. Afuera mis amigos se vuelven a pelear y cuando terminan cruzamos. De frente vemos a alguien que nos hacía burla y era Fernando”, agregó y explicó que salió corriendo con sus amigos porque formaba parte del grupo.

Thomsen y la noche del crimen de Báez Sosa

Al ser consultado sobre quién le pega primero a Fernando, Máximo dijo que fue Matías y luego reconoció: “Yo también le pegué. Recuerdo que entré a tirar patadas. Por mi cabeza pasaba que me estaba metiendo en una pelea. Yo no le pegué una patada en la cabeza a Fernando, fue Ciro”.

“No estábamos festejando, nadie se representó el resultado de la pelea”, dijo sobre el video donde se los ve abrazarse.

Por último, fue consultado sobre cómo llegó la sangre de la víctima a su zapatilla y dijo que no recuerda haberle pegado en la cabeza. “Nunca quise que terminara así. Yo estuve ahí, le pegué. Es difícil, porque es un cargo de conciencia importante. Cuando uno no lo busca. Fue culpa de nosotros, también culpa mía. Nadie lo quiso así, ni yo, ni mis amigos. Podemos ser buenas o malas personas, pero ninguno quiso que terminara así. Nadie es quién para quitarle la vida a una persona”.

“Jamás se me cruzó por la cabeza que lo habíamos matado. Yo entré en conciencia de lo que había pasado cuando dormí la primera noche en la comisaría. No me siento un asesino”, cerró.

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