Sexualmente hablando: orgasmo emocional

Sexualmente hablando: orgasmo emocional

En el año 1976 se publicó “El informe Hite sobre la sexualidad femenina”, un estudio que generó mucha controversia y sin duda un hito en la historia de la sexología y del movimiento feminista. Su autora, la sexóloga estadounidense Shere Hite (fallecida en Londres a fines del 2020), realizó cuestionarios con preguntas muy explícitas a más de 3.000 norteamericanas, cuyas edades iban de los 14 a los 78 años.

El libro -traducido a varios idiomas, distribuido en numerosos países y prohibido en otros tantos- se convirtió rápidamente en best seller, y vendió 50 millones de copias. Desde la ciencia, era la primera vez que alguien les preguntaba directamente a las mujeres qué pensaban y sentían en relación al sexo.

Intensos relatos

“Es una cálida sensación de plenitud en la vagina, labios y circundante zona pública, que se va extendiendo, más otra de gran alegría en mi pecho. Si el hombre constituye una persona importante en mi vida, siento el deseo de que su pene llegue hasta mi cuello, de que él mismo se deslice dentro de mí. Siempre se me figura que no está suficientemente cerca de mí, que no ha ahondado en mi interior todo lo que yo quisiera”.

“Creo que mi corazón podría estallar. En ocasiones, experimento una sensación de profundo contento. Es como si todo mi cuerpo fuera consumido por esa explosiva acometida de amor que él no puede contener, paladeando entonces una gran paz interior. Habitualmente me echo a reír, sintiéndome feliz, contenta de mí misma y de mi hombre”.

De relatos como estos surgió un concepto bautizado por Hite “orgasmo emocional”: una impresión emocional intensa (manifestada a veces como una extrema apertura en la vagina y en la garganta), acompañada por fuertes impulsos de intimidad, anhelo o exaltación.

La sexóloga definió el orgasmo emocional como “una sensación de amor y comunión con otro ser humano que alcanza una cumbre”. Lo describió como “un gran desbordamiento de intensidad sensitiva, que puede notarse físicamente en el pecho, o como un nudo en la garganta o como una impresión general de apertura”.

¿Algo más? “Un deseo de penetración más y más profunda, un ansia de fusión, de convertirse dos en uno”. Ni más ni menos que una completa liberación de emociones, a la que una de las entrevistadas se refirió como “una taladrante sensación de amor” o un “orgasmo del corazón”.

A veces, el orgasmo emocional era también sentido como el deseo de concebir, de quedar embarazada… de “conservar la persona dentro del ser propio y mezclarse los dos en carne y sangre”.

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