Aquellas ferias del libro
14 Junio 2024

Mario Kostzer

Librero-Editor-autor- Gestor cultural- Organizador de la feria del libro de Tucumán de 1999 y 2000

En estos días las “ferias del libro” son motivo de noticia. Las informaciones hablan en algunos casos de polémicas o controversias generadas en torno a estos eventos, y en otros porque en diferentes lugares se prevé dentro de un programa de actividades culturales una “feria del libro”.

De esa forma y en las versiones locales, muchas veces se atribuyen el aparentemente codiciado galardón de ser “la primera”, condición que en rigor de verdad, no es cierto. En mi caso en particular fui no sólo el propietario de una librería que se llamó “La feria del libro” entre 1982 y 2018 y que se caracterizó por llevar a cabo en nuestra provincia una intensa actividad cultural a lo largo de 36 años. sino que además fui gestor y organizador de dos multitudinarias ferias en Tucumán en los años 1999 y 2000 (también tuve la tentación y lo hice de llamar a la del ‘99 “primera”).

Estas se llevaron a cabo en el Paseo Shopping de Yerba Buena y tuvieron una nutridísima agenda con visitas de autores de renombre. Nos visitaron en esas dos ferias: Quino, Fontanarrosa, Tomás Eloy Martínez, Santiago Kovadloff, Victor Massuh, Leda Valladares, Miguel Ángel Estrella, Canela, Maru Botana, Enrique Mariscal, José Abadi, Fernando Sendra, Ana Padovani, Pablo Sirvén, Carlos Ulanosky, Luis Pescetti, Jorge Schussheim, Viviana Gomez Thorpe, Héctor Tizón y José Ignacio García Hamilton, entre otros.

Entrada gratuita

Me estoy olvidando de muchos y el orden en que se mencionan es absolutamente arbitrario. Había stands de las más importantes editoriales argentinas y actividades culturales de muchísimo nivel. Duraban más de 2 semanas y estaban abiertas al público en un horario muy extendido. No se cobraba entrada. Repito: No se cobraba entrada. Había libre acceso a todas las actividades.

En algún caso en que la actividad estaba destinada a docentes me vi obligado a alquilar un salón en las inmediaciones para poder albergar la cantidad de público que requería. Todo lo que aquí cuento se puede corroborar en las coberturas periodísticas de la época. Esta gigantesca movida se llevaba a cabo merced a un esfuerzo personal muy grande y en algunos casos con la inexplicable resistencia de algún absurdo sector de nuestra compleja intelectualidad vernácula que se reunía para complotar contra la feria sosteniendo estrafalarias teorías. Esto produjo que algún autor que recibía estas falaces informaciones se negara a asistir, aunque de ninguna manera estas grandes fiestas pudieron opacarse. Por razones personales no seguí haciendo estas ferias desde el 2001 en adelante; sin embargo mucha gente las recuerda aún.

Aquellas ferias del libro

En mi trayectoria profesional asistí a numerosas ferias en diferentes países, en algunos casos como librero, en otras como editor y también lo hice como autor. A la de Buenos Aires lo hice todos los años. Todas tienen su encanto, desde las que se montan modestamente con unos tablones y algunos libros hasta las internacionales como la de Frankfurt o las de España. En todos esos casos están armadas por gente involucrada con el libro de una u otra forma. No se hacen midiendo un negocio inmobiliario o calculando el rédito político que aparentemente otorgaría.

Cada feria es diferente. Es erróneo manifestar como se ha escuchado últimamente que “se trae a Tucumán” la feria del libro, haciendo pensar que lo que viene es la mismísima feria de Buenos Aires, como si fuera un espectáculo teatral o un concierto. Esto parece muy obvio pero resulta oportuno aclararlo. Sería como cuando se escucha hablar de “parques temáticos” locales y uno pensaría que es una versión de Disneyworld o sus equivalentes y termina siendo una puesta en escena bizarra.

Bienvenidas son las ferias del libro que hace el mayo de las letras, el Julio Cultural Universitario, las ferias en plazas, los encuentros de autores y demás. Encuentros genuinos donde el eje es el libro y el público tiene acceso de manera libre y gratuita (en la de Buenos Aires, el valor de la entrada se descuenta de compras hechas en la misma feria o en librerías argentinas en los días posteriores al evento).

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