Gaza es un cementerio de niños

23 Junio 2024

César Chelala

Columnista invitado

Meses de guerra y los implacables ataques de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) contra los combatientes de Hamas han provocado la muerte de más de 15.000 niños; decenas de miles de niños heridos y cientos de miles de niños desplazados. Decenas de niños en Gaza sufren trastornos de estrés postraumático. En febrero de 2024, Unicef informó que se había diagnosticado que un millón de niños en Gaza o casi todos los niños de Gaza, necesitaban asistencia en materia de salud mental y apoyo psicosocial. ¿Cuánto tiempo más podrá continuar esta situación sin una respuesta efectiva de la comunidad internacional, principalmente de los gobiernos directamente involucrados en la situación, que aparentemente se manifiestan comprometidos con las necesidades urgentes de los niños?

Rafah se ha convertido en una ciudad de niños errantes. Muchos de ellos han perdido a sus padres y miembros de su familia. Han quedado huérfanos y buscan refugio en tiendas de campaña o en viviendas improvisadas e inestables. Los familiares supervivientes y los cuidadores se ven abrumados por una tensión emocional sostenida que afecta su capacidad para cuidar a sus propios hijos. Las familias que logran sobrevivir y los niños, son atacados en lugares donde deberían estar más seguros: sus hogares; refugios; escuelas; hospitales e incluso, lugares de culto.

Además de la falta de lugares de refugio, las provisiones básicas siguen siendo escasas. Muchas instalaciones de agua; saneamiento e higiene han resultado dañadas o destruidas y tanto niños como adultos carecen de acceso al agua potable; retretes o donde higienizarse. Como resultado, ante la falta de servicios sanitarios, son víctima de enfermedades diarreicas y respiratorias, las que son las principales causas de muerte de niños pequeños en situaciones de emergencia.

Los casos notificados de diarrea en niños menores de cinco años se han disparado, al igual que los casos de sarna; piojos; varicela; erupciones cutáneas e infecciones respiratorias. Los pocos centros de salud que quedan en funcionamiento deben centrarse en responder a las emergencias y no pueden tratar adecuadamente los brotes de enfermedades. Ahmed al-Farah, Jefe de Pediatría del Complejo Médico Nasser en Khan Younis, afirmó que, debido a la falta de agua durante la guerra, estaba presenciando, “la epidemia de gastroenteritis infantil más grave que jamás había visto”. La desnutrición entre los niños está generalizada y ha alcanzado niveles devastadores en la Franja de Gaza, lo que los hace más vulnerables a infecciones graves y a la inanición. También preocupan a las agencias de ayuda, las deficiencias nutricionales de las mujeres embarazadas y las madres lactantes, dados sus requerimientos especiales.

Unicef informa que cada día las agencias de ayuda enfrentan tres grandes desafíos para llegar a quienes más la necesitan: seguridad, logística y restricciones comerciales. Los convoyes de alimentos y suministros están siendo atacados; los camiones que transportan víveres deben someterse a varios procedimientos de inspección en un proceso impredecible y lento. Los cortes de las comunicaciones obstaculizan los esfuerzos de coordinación para distribuir la ayuda. Además, la infraestructura para almacenar alimentos ha resultado dañada y los suministros esenciales no reabastecen los mercados ni los puntos de distribución.

Los niños también sufren la destrucción de las escuelas. En abril, las organizaciones de ayuda informaron que todas las escuelas de Gaza habían estado cerradas para 625.000 estudiantes durante seis meses. El Ministerio de Educación palestino informó también que, hasta el 2 de abril de 2024, más de 5.479 estudiantes y 261 profesores habían sido asesinados en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre de 2023. Según estimaciones del Grupo de Educación del Territorio Palestino Ocupado –Occupied Palestinian Territory (OPT)–, que trabaja en estrecha colaboración con el Ministerio de Educación, el 87,7 % de todos los edificios escolares en Gaza han sido dañados o destruidos, a pesar de otorgar a las escuelas, protección general contra ataques, el Derecho Internacional Humanitario –International Humanitarian Law (IHL)–. La incapacidad de actuar conforme a esta ley ha dado lugar a graves violaciones contra los niños en los conflictos. Save the Children observa que estos ataques contra las escuelas dejan a los niños sin escapatoria de la realidad de la guerra; sin una rutina estable ni oportunidades de aprender o jugar; factores de protección esenciales para mitigar el daño psicológico duradero. En febrero de 2024, el director de Médicos Sin Fronteras –Doctors Without Borders– dijo: “las lesiones psicológicas han llevado a niños de hasta cinco años a decirnos que preferirían morir”.

Ninguna de las partes es totalmente inocente en la guerra de Gaza. El 7 de junio, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, informó a Israel que, por primera vez, se añade a la llamada “Lista de la Vergüenza” –“List of Shame”– de países que matan y hieren a niños durante guerras y otros conflictos armados. Israel se unió así a otros países y grupos militantes como Hamas, Afganistán, Al Qaeda, Boko Haram, Irak, Estado Islámico, Myanmar, Rusia, Somalia, Siria y Yemen.

Recientemente, después de que las fuerzas israelíes bombardearan una escuela del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas –United Nations Relief and Works Agency (UNrwa)– en Nuseirat, dejando 33 muertos; entre ellos, 12 mujeres y niños, Sam Rose, director de planificación de la agencia, declaró: “En conflictos anteriores, se produjeron incidentes aislados; algo así causaría conmoción e indignación y sería recordado para siempre. Mientras que en este conflicto parece que lo sucedido, será reemplazado por otro dentro de unos días a menos que todo llegue a su fin. Por lo tanto, casi se vuelve común y mundano que estas cosas estén sucediendo. Hemos normalizado el horror”. A pesar de los horrores que enfrentan los niños de Gaza, no es demasiado tarde para que las facciones en conflicto protejan a los niños que quedan.

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