Legado, en una de sus acepciones, es aquello que se deja o se transmite a los sucesores, sea cosa material o inmaterial. Un legado en el deporte olímpico argentino es lo que están dejando el hockey y la vela. Y no lo están haciendo sólo por la conquista de medallas. Detrás de ambas disciplinas hay un trabajo serio, responsable y con continuidad, que ya lleva más de 20 años y que involucra a mucha gente.
La vela, por intermedio de Mateo Majdalani y Eugenia Bosco (plata en la clase Multicasco Mixto) y el hockey, por Las Leonas (bronce), elevaron a tres las medallas conquistadas por la representación argentina en París 2024. Antes, había sido el cordobés José Torres el que alcanzó la gloria con su oro en BMX.
Vale aplaudir estas conquistas, vale sentirnos orgullosos por ver a estos argentinos subidos a un podio. En el caso de los tucumanos, el sentimiento alcanza incluso un grado mayor, debido a la presencia de Victoria Sauze en el equipo de hockey.
Con el éxito, llámese conquista de medallas, puede que haya quienes consideren que los planteos sobre las difíciles condiciones que enfrentan las prácticas deportivas en la Argentina deban quedar de lado. Pero esta prédica, por el contrario debe mantenerse constante, porque sería un acto de justicia para quienes se esfuerzan en representar al país en una vidriera impactante como lo son los Juegos Olímpicos.
Queda claro que las expectativas de éxito para Argentina quedan reducidas cuando se hace un repaso de las condiciones en las que la mayoría de nuestros deportistas llegan a los JJOO. Aunque, como viene sucediendo desde hace décadas, las carencias se suplen con un espíritu de competencia admirable. Lo estuvieron demostrando todos los que tuvieron el honor de vestir la casaca celeste y blanca en París, aunque no todos hayan logrado sus objetivos.
La vela es el segundo deporte que más alegrías le dio al país en JJOO, después del boxeo (reúne 24). Ya lleva 11 podios; desde Atlanta 1996 (y salvo en Tokio 2020), siempre ha cosechado una medalla. Aunque se trata de una disciplina que en esencia tiene mayoría de practicantes de zonas costeras, cuenta con un compacto grupo de clubes en casi todo el país. La mayoría de ellos hace un esfuerzo enorme para generar un semillero, por lo que siempre surgen nuevos talentos, movidos por la determinación, el coraje, la pasión y el amor.
El hockey femenino, hace ya mucho tiempo, es garantía de entrega, pertenencia y fortaleza, aunque el horizonte presente obstáculos. Este deporte quedó tercero ahora en la sumatoria histórica de medallas para Argentina: cuenta con seis. Convertido en un deporte popular, ha crecido mucho en todas las provincias, lo cual queda representado en la conformación de los seleccionados nacionales. En su caso, su permanencia como actividad latente responde a atributos similares a los que anima a la náutica.
En el deporte, un legado puede llegar a cobrar dimensiones inconmensurables. Vela y hockey están en esa transmisión del patrimonio interior, de la herencia de valores fundamentales, de las creencias y las experiencias de vida con la intención de inspirar a las futuras generaciones.