Creer el relato pormenorizado de la víctima. Si hay una idea que es central en los fundamentos del fallo que condenó al ex gobernador José Alperovich a 16 años de prisión es que el juez Juan María Ramos Padilla creyó cada palabra que dijo la denunciante, apoyada además por otros testimonios, pero por sobre todo por pericias psiquiátricas. A casi dos meses de la sentencia se conoció la base de la prueba que llevó al magistrado a inclinarse por esa pena y, además, a ordenar la inmediata detención del ex senador, quien desde entonces permanece alojado en el pabellón de abusadores de Ezeiza.
Ramos Padilla no dejó punto sin analizar. En 389 páginas desglosa el caso, escudriña en los testimonios, hace una valoración de los testimonios y no deja dudas: para él Alperovich fue el autor de cada uno de los nueve ataques que la víctima, una sobrina segunda y ex colaboradora del condenado, dijo haber sufrido entre diciembre de 2017 y marzo de 2018.
“Tuve en cuenta muy especialmente la necesidad de compatibilizar la obligatoria perspectiva de género de neto raigambre constitucional, manteniendo el equilibrio con el principio de inocencia previsto en el art. 18 de la Constitución Nacional”, dice Ramos Padilla en la resolución que fue comunicada hoy mismo al fiscal Sandro Abraldes, a los representantes de la querella, Pablo Rovatti y Carolina Cymerman, y al defensor Augusto Garrido.
“Los indicios son graves, precisos, concordantes y basados en hechos comprobados que, relacionados entre sí, nos llevan a un único resultado. Precisamente, porque el testimonio principal de (la denunciante). fue corroborado por otras pruebas directas, como son las pericias físicas y psicológicas, y variados testimonios que le dan acabado sustento probatorio por su contundencia y volumen”. “Se ha dado cuenta de los testigos que por miedo, conveniencia o relación de parentesco, concurrieron al debate al solo efecto de beneficiar al condenado Alperovich. Pero cabe aclarar que hay testigos de cargo que también son parientes o allegados a (la denunciante).; la diferencia está en que estos adquieren plena credibilidad a partir de la corroboración que recibieron entre sí desde distintos ámbitos, pero especialmente, el de la ciencia, a través de la pericia efectuada por la Licenciada (psicóloga Mónica) Herrán que fue extensa y detenidamente valorada”, dijo Ramos Padilla. Y agregó: “se han valorado testigos que, incluso, fueron denunciados por falso testimonio. Ellos fueron ofrecidos por la defensa, y si bien vinieron a mentir, terminaron transformándose en elementos de cargo que no hacen otra cosa más que corroborar los
hechos denunciados por M.F.L., del mismo modo en que ella lo anunciara al comienzo”. “(Ella) realizó un relato pormenorizado, no solo al narrar los hechos y sus detalles, sino que apareció ajena a cualquier pretensión espuria de lograr un beneficio, una venganza o cualquier otro provecho. Se limitó a narrar minuciosamente nueve hechos, pero surgió con claridad durante el debate que fueron muchos más. Este es otro elemento que le ofreció gran credibilidad a sus manifestaciones. Evitó cualquier daño colateral, como afectar la
campaña electoral o aparecer victimizándose públicamente - ya que trató de mantener el anonimato- y así desechó cualquier pretensión publicitaria; como dije, al limitar los hechos y perjuicios en aspectos que, incluso, sus letrados -en general- respetaron”, advirtió el juez. Y luego aseguró: “quedó muy claro porqué (la denunciante), por un lado, se encontraba paralizada, sometida, cosificada, angustiada e intentaba mantener silencio por siempre, y, al mismo tiempo, se exhibía brillante y eficaz en su desempeño laboral”. “Aparecieron así los abusos de poder y el aprovechamiento de la situación de dependencia sólidamente comprobados. Por la trayectoria de quien fue 3 veces gobernador, senador nacional, un hombre con relaciones políticas, importante solvencia económica y una personalidad avasallante, a quien nadie le podía decir que no”, razonó Ramos Padilla. “Alperovich le ofrecía protección, incluyendo a su propia familia, y hasta la bendición de su esposa. Pero al mismo tiempo la cosificaba, transformándola en un objeto de su pertenencia, útil para suministrarle placer”, afirmó.
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