“Si me matan, la ciudad se incendia”. Esa fue una de las confesiones que hizo Andrés “Pillín” Bracamonte (53 años) al periodista y escritor Germán de los Santos hace poco menos de 20 días. Al líder de la barra de Rosario Central lo asesinaron el sábado por la noche cuando hacía lo que mejor hizo durante gran parte de su vida: controlar los negocios turbios que genera el fútbol.
El “Canalla” acababa de perder con San Lorenzo (1-0) y la gente comenzaba a abandonar el estadio. Bracamonte (que no puede ingresar a ninguna tribuna del país porque en 2018 se le aplicó el derecho de admisión por la venta de entradas de protocolo) y su lugarteniente Daniel “Rana” Atardo (55) estaban a bordo de una camioneta contando el dinero de la recaudación generada durante un encuentro. En ese momento, testigos vieron llegar a un joven corriendo que, después de hacer algunos disparos al aire, se paró a la par de la ventanilla y gatilló varias veces en contra del barra y, luego, de la otra víctima.
Lo que sucedió después se transmitió casi en vivo por las redes sociales, una situación que no tiene antecedentes en la historia de las muertes registradas por la violencia en el fútbol. Esas grabaciones caseras permitieron saber que “Pillín” y “Rana” habían recibido varios disparos, que sus allegados lo arrastraron por el suelo hasta que lograron subirlo a una camioneta blanca y que fueron trasladados a un centro asistencial cercano, donde ambos llegaron sin vida.
El crimen de Bracamonte generó sorpresa hasta en Tucumán. El fin de semana pasado, fue el principal organizador de la recepción a la barra de San Martín que viajó a Rosario para presenciar la final contra Aldosivi. La reunión de camaradería, que duró varios días, fue para los “popes” de ambas hinchadas. Los hinchas “canallas”, por orden de su líder, actuaron como guías de los “santos”. “Nos dijeron dónde debíamos parar, los lugares más fáciles para acceder a la cancha y hasta nos hicieron el aguante para entrar. Algunos dicen que también se encargaron de cuidar a los colectivos durante el partido”, relató Juan Carlos Gutiérrez.
Esa amistad se afianzó cuando ambas barras pasaron a ser pilares fundamentales de Hinchadas Unidas Argentinas. Un grupo concebido por el kirchnerismo en 2010 que quería tener bajo control a las barras más importantes del fútbol argentino para pacificar las tribunas. El intento fracasó y la publicitada unidad se rompió en 2014.
Este fue el tercer ataque que sufrió “Pillín” en lo que va del año. El primero de ellos se registró en febrero, cuando dos desconocidos a bordo de una moto, balearon el frente del country Los Alamos Club de Campo en el que reside. En agosto, se salvó de milagro cuando fue atacado en el mismo parque que los “santos” hicieron la previa antes de la final con Aldosivi. Anoche, no tuvo ninguna escapatoria. Es más, los testigos reconocieron que en el lugar no había ni un policía y curiosamente, las luces del alumbrado público estaban apagadas. Todos estos datos son indicios de que se trató de un ataque bien planificado.
Causas
Bracamonte estaba siendo juzgado por una causa de violencia de género. El viernes, en el alegato de apertura, la fiscala Luciana Vallarella había anticipado que solicitaría la pena de dos años efectiva en contra del barra por haber amenazado en dos oportunidades a su ex pareja.
Pero fue acusado en una causa mucho más grave. Lo señalaron como integrante de una asociación ilícita con dirigentes de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) de Rosario. Según la investigación, habrían solicitado a los empresarios el pago de sobornos o que contraten a determinadas empresas para que instalen baños químicos o brinden servicios de comida para alimentar a los trabajadores en las obras. “Pillín”, siempre de acuerdo a la investigación, aportaba la fuerza de choque para “convencer” a los indecisos.
El expediente por el crimen del líder de la barra de Central quedó en manos de Alejandro Ferlazzo. Los investigadores sostienen que el homicidio podría estar vinculada a la interna que se desató por la venta de drogas en el interior del estadio.
Bracamonte es un histórico aliado a “Los Monos”, uno de los clanes narcos más importantes de Rosario. En esa ciudad aseguran que contó con el apoyo del grupo (históricamente vinculados a Newell’s) para quedarse con el poder. Desde hace meses que un grupo rival pretendía quedarse con el poder para poder llevar adelante el negocio de comercialización de drogas en el “Gigante de Arroyito”.
En el marco de ese enfrentamiento, el 1 de octubre fue asesinado Samuel Medina de 16 disparos en una emboscada que sufrió cuando se retiraba del estadio tras presenciar el triunfo de Central sobre Vélez. La víctima de este homicidio no era uno más, sino el yerno de Ariel “Guille” Cantero, el actual líder de “Los Monos”. Por su muerte, al partido siguiente, el sector de Bracamonte desplegó banderas con las frases “Siempre mono, nunca sapo” y “No respetamos a nadie”. Fue un mensaje dirigido, pero hasta ahora no se sabe a quién.
En la entrevista que De los Santos, uno de los mayores conocedores del mundo narco de Rosario, Bracamonte señaló: “Rosario quedó llena de sangre porque son todos unos descerebrados. Todos se creen Pablo Escobar, y están todos presos o enterrados. Nunca entendieron el negocio y se empezaron a matar por el control de dos cuadras. ¿Cuál es el negocio si terminás en el cementerio o en la cárcel, que es lo mismo? Durante mucho tiempo nadie puso un freno a esto”. Su muerte genera dudas sobre si se podrá mantener la paz en Rosario.