En un manual para reducir el estrés, probablemente encontremos como estrategia el realizar actividad física ya que se ha destacado como una de las maneras más fundamentales para aliviar el estrés mental. Aunque no siempre el ejercicio es tan aliviador y en algunos momentos es mejor evitarlo.
El estrés puede ser una respuesta a diversos estímulos. Cuando sufrimos una ruptura amorosa o recibimos una advertencia laboral negativa, sufrimos de estrés emocional y mental. Pero también puede sucedernos que el estrés físico nos juegue una mala pasada. Muchas veces una lesión después del ejercicio, la fatiga o la deshidratación y la malnutrición pueden estresar nuestro cuerpo, así como también puede hacerlo el ejercicio.
¿Por qué el ejercicio puede causar estrés?
El ejercicio también puede estresarnos, físicamente. Esto no quiere decir que debamos abandonar nuestra rutina de pesas o nunca más volver a pisar un gimnasio. La actividad física no es perjudicial, pero la cultura del estrés sí lo es. El trabajo desbordado, las redes sociales, los constantes estímulos tecnológicos pueden causar estrés emocional/mental, y el ejercicio puede ser una estrategia para mitigarlos, ya que obliga a los niveles de cortisol a elevarse, lo que luego provoca que estos se estabilicen, según explica la endocrinóloga certificada Elena A. Christofides.
Pero no siempre esto funciona así, a veces el ejercicio sólo exacerba los desbalances preexistentes de cortisol. "Dado que el ejercicio produce la respuesta del cuerpo al estrés, cuando los niveles de cortisol no están en homeostasis, pueden hacer que los niveles de cortisol simplemente permanezcan altos", afirma la especialista. Esto es más probable si realizamos ejercicio al final del día, durante un período prolongado o a intensidades extremadamente altas.
¿En qué momentos no es recomendable hacer ejercicio?
"Si haces ejercicio al final del día, cuando se supone que tus niveles de cortisol están disminuyendo, puedes hacer que tus niveles de cortisol se desvíen de su ritmo circadiano", dice el doctor Mike Molloy, especialista en microbiología e inmunología. Por lo general, se trata de una desviación a corto plazo y tus niveles de cortisol vuelven a la normalidad. Pero hacer ejercicio por la noche puede exacerbar los problemas de cortisol preexistentes, explica.
El especialista ha destacado también las ocasiones donde no es tan conveniente realizar ejercicio. "Si estás pasando por una ruptura, un divorcio o un momento crítico en el trabajo, probablemente no quieras hacer un entrenamiento que te haga caer de espaldas", dice. Esto se debe a que, durante estos períodos de alto estrés, tus niveles de cortisol ya están muy altos. Entonces, si un entrenamiento te deja sin fuerzas, probablemente haya aumentado aún más tus niveles de cortisol .
Hacer un entrenamiento que va a aumentar considerablemente tus niveles de cortisol cuando estás en un período de alto estrés de la vida solo puede empeorar la situación.