Diego Herrera lo dejó todo por el fútbol. A principios de año, el volante se vio obligado a decidir entre su trabajo —era cargador en un corralón— y el deporte. Las dudas lo atormentaban: ¿Qué pasará con su familia? ¿Saldrá bien la apuesta por su pasión? ¿Qué ocurre si no se cumple lo pactado? Esas preguntas rondaban su mente. Al final, fueron sus afectos quienes tuvieron la última palabra. “Ellos me convencieron de volver”, contó. Así, volvió a calzarse la camiseta de Jorge Newbery, se subió las medias, se ató los botines y se colocó la cinta de capitán del equipo aguilarense. A pocas horas de la final frente a Sportivo Guzmán, el mediocampista asegura que tomó la mejor decisión posible y que irá en busca de la primera estrella para el “Aviador”.
La historia de “Tinga” inspira a sus compañeros. No es casualidad que el entrenador Ricardo Amaya lo haya elegido como capitán. Dentro y fuera del campo, es un referente. “Él es como nuestro papá. Ayuda a todo el plantel y está atento a lo que necesitamos”, comentó uno de sus compañeros. Además, Herrera tiene una historia marcada por la pasión con Jorge Newbery: realizó las inferiores, debutó en Primera y estuvo presente en la final del Anual 2012, donde el “Aviador” fue goleado 4-0 por Lastenia. Ese primer título quedó como una cuenta pendiente para el club sureño. “Estoy muy feliz por esta oportunidad. Siento que es una revancha de lo que viví cuando era chico. Espero que el fútbol me dé la chance de consagrarme campeón después de todos los esfuerzos que hice para seguir jugando”, expresó.
Herrera tiene grabado el recuerdo de aquella final. La frustración lo hizo experimentar todo tipo de emociones negativas: desazón, tristeza, decepción. La lista es larga. Doce años después, el desafío actual es aún más complicado. El volante no duda al afirmar que Sportivo Guzmán es el mejor equipo del fútbol tucumano.
“Vienen de salir tricampeones y ganan todo lo que juegan. Por eso digo que, sea cual sea el resultado, tenemos que salir con la cabeza bien en alto. Todos queremos ganar, pero enfrentamos al rival más complicado y con muchísima experiencia en este tipo de partidos”, opinó.
Para Herrera, la ansiedad es el mayor rival en la previa, mientras que la tranquilidad es el mejor aliado. Este contexto llevó al equipo a trabajar durante la semana para encontrar un equilibrio emocional: evitar tanto la euforia por lo logrado como el miedo ante el desafío. “Intenté hablar con los más chicos. Para todos nosotros, esto es un sueño. Tenemos el objetivo de darle una alegría a toda la gente que nos acompañó siempre. Creo que esa responsabilidad debe ser un impulso para ganar”, comentó.
La gente juega un papel fundamental en la motivación de Jorge Newbery. El partido frente a San Fernando, en las semifinales de la Liga, dejó la imagen de una tribuna colmada en calle Rondeau de La Ciudadela. Según Herrera, el fervor creció aún más, y para la final se espera un mayor movimiento de colectivos que trasladarán hinchas para presenciar el duelo decisivo.
“A la gente no le alcanza, pero muchos hicieron el esfuerzo por alentarnos. Queremos devolverles ese sacrificio y salir campeones. Si no se da, tendremos que levantar cabeza lo más rápido posible”, afirmó.
Herrera también hizo un breve análisis de lo que puede ocurrir en la final. Calificó a ambos equipos como dinámicos, con muchas asociaciones en la mitad de la cancha, aunque consideró que el desgaste de la temporada pasará factura a los dos planteles. “Eso será perjudicial para el espectáculo”, señaló. Además, destacó el sentido de pertenencia del plantel de los “Julianos”, un valor que el club del sur intenta replicar. “Queremos imitarlo porque vemos que ellos son una familia”, explicó.
Por último, Herrera recordó lo difícil que fue decidir volver al fútbol y tiene presentes todos los desafíos que enfrentó para regresar a las canchas. Ahora, su único deseo es que el esfuerzo rinda frutos.