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Bill Gates, el cofundador de Microsoft, ha asegurado que la Inteligencia Artificial (IA) cambiará al mundo y, en especial, las relaciones entre las personas y sus dispositivos. Casi no hay día en el que las noticias sobre este fenómeno no provoquen sorpresa o generen atención en la multiplicidad de plataformas informativas a las que los humanos hoy tienen acceso.
Gates anticipa que, en un plazo de cinco años los usuarios de tecnología simplemente indicarán, en lenguaje cotidiano, lo que quieren hacer y el software disponible enriquecido por una comprensión de cada individuo, responderá personalmente según sus intereses y expectativas. En ese escenario parece inevitable el ejercicio de preguntarse que pasará con la política y, en especial, con la administración del Estado. ¿Podrá la Inteligencia Artificial hacer que Argentina tenga mejores gobiernos?, ¿Tucumán se prepara para lo que viene?
A fines del año pasado, la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y la Legislatura firmaron un convenio que abre la agenda pública de la provincia a un fenómeno imparable. El objetivo del acuerdo es el desarrollo e implementación de un agente conversacional de IA, conocido como chatbot, que se especialice en legislación local. Los impulsores del proyecto dicen que se busca mejorar la forma en la que la ciudadanía comprende las normas.
Avances en tribunales
La Justicia es el poder que, a nivel nacional, parece haber dado más pasos para empezar a recibir el avance de la IA. Desde hace un tiempo, funcionan varias aplicaciones que buscan facilitar las gestiones judiciales sin necesidad de recurrir a tribunales. Este avance había sido impuesto por la realidad del aislamiento durante la pandemia de COVID 19, pero se profundizó después de la emergencia sanitaria.
El Ministerio de Justicia, a cargo de Mariano Cuneo Libarona, lanzó un programa nacional para trabajar en la IA con el que ya se testearon varias herramientas. Los resultados preliminares demostraron una mejora del 77% en tareas complejas mientras el rendimiento creció hasta en un 38% para labores de baja y mediana dificultad. La intención es reducir los tiempos de resolución en los procesos judiciales. Pero, también aparecieron los problemas. En Brasil, por ejemplo, un tribunal emitió una sentencia que citó fallos inexistentes que resultaron de errores en la IA. En el mundo jurídico laboral las dudas también se multiplican: ¿será posible prescindir de abogados y realizar consultas o gestiones solo apelando a un software?
Impacto en el empleo
Una de las principales preocupaciones del avance de la Inteligencia Artificial es como se redefinirán las relaciones de trabajo. Según un estudio del Banco de Desarrollo para América Latina y el Caribe (CAF), solo en Estados Unidos, entre el 20% y el 45% del tiempo de los funcionarios públicos se dedica a tareas que podrán ser automatizadas, y entre el 45% y el 60% corresponde a tareas que podrán ser complementadas por la tecnología. En América Latina el 30% de la fuerza laboral de las administraciones públicas trabaja en ocupaciones con alto riesgo de sustitución tecnológica. En números concretos, esto implica definiciones sobre el futuro de laboral de millones de personas. El organismo recomienda a los gobiernos comenzar a ocuparse del tema.
Hay más de 25 proyectos de ley presentados en el Congreso de la Nación para regular o contemplar la IA. Varios de ellos hacen foco en los riesgos que podría traerá el mal uso de los algoritmos al momento de la toma de decisiones públicas. La privacidad y la libertad también aparecen en cuestionamiento ante los nuevos tiempos. ¿Hasta dónde puede llegar el largo brazo del Estado en nuestras vidas?
Un rubro en el que la aplicación de herramientas de IA en la gestión pública despierta expectativas es en el de la rendición de cuentas. Con herramientas que analizan grandes volúmenes de datos y permiten identificar irregularidades, la vigencia del principio de transparencia republicana es un sueño posible. Tucumán, que se apresta a debatir una ley de Acceso a la Información Pública, podría tener aquí una puerta abierta al siglo XXI. El convenio firmado entre la Legislatura y la UNT es primer paso, el tiempo dirá si corto o largo en un mundo nuevo que está a la vuelta de la esquina.
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PUNTO DE VISTA
“Los gobiernos deben liderar la transformación”
Juan Pablo Terraf - consultor en comunicación política
La Inteligencia Artificial es una herramienta que no solo ha reescrito las reglas del juego político, sino también las de la humanidad misma. Aunque pueda parecer prematuro y sea objeto de críticas, es probable que su irrupción represente la revolución más trascendental de este siglo. Y, como toda revolución, no se detiene; avanza sin pedir permiso, transformándolo todo a su paso. Si no entendemos que esta realidad ya está aquí y evoluciona de manera exponencial, corremos el riesgo de quedar atrapados en un pasado del que será mucho más costoso adaptarse luego.
Tiene el potencial de cambiarlo todo. Y sin dudas, ese cambio alcanza también a la política. Desde un gobierno más transparente, eficiente y moderno, hasta sistemas que permitan diseñar políticas públicas basadas en datos en tiempo real. La IA brinda herramientas para tomar decisiones y acciones inmediatas en cualquier área de competencia. Ofrece soluciones innovadoras que pueden transformar profundamente la relación entre los gobiernos y la sociedad, permitiendo alcanzar la mejor ley, la mejor política pública, y los diseños y procedimientos más eficientes.
No solo tiene la capacidad de procesar miles de millones de datos en cuestión de segundos, sino que además puede darles sentido y ofrecer soluciones personalizadas de forma instantánea. Tucumán cuenta con un gran aliado en sus universidades públicas, de enorme prestigio, como la UTN y la UNT, que pueden convertirse en socios estratégicos para planificar, diseñar e implementar la IA en los procesos gubernamentales.
Sin embargo, esta transformación requiere una decisión política firme. Es el gobierno el que debe liderar este avance, invirtiendo para incorporar la IA en todas sus áreas. Para que estas transformaciones sean una realidad, es imprescindible superar barreras como la falta de conectividad y la escasa formación digital. Invertir en infraestructura tecnológica y en capacitación será clave para garantizar que el beneficio que trae el uso de la IA.
PUNTO DE VISTA II
“Hay que mejorar la inclusión digital”
Horacio Baca Amenábar - abogado, docente UBA-UNT- presidente de República Digital
La inteligencia artificial, en sentido amplio, está incorporada a nuestras vidas hace décadas. La revolución que estamos viviendo, sin dudas puede mejorar la gestión de la cosa pública. Lo que ocurre es que, como en todo cambio de fondo, la adopción llega antes que la estandarización y el uso responsable.
Creo que los procesos estatales, atravesados por distintas dimensiones lingüísticas, pueden beneficiarse enormemente de estos procesadores de lenguaje natural, que potencian nuestras facultades y competencias, y que, en cierto sentido, como se ha dicho recientemente, “hackearon” nuestra cultura.
Desde la redacción, edición y corrección de textos, algo muy necesario en el Estado, hasta la optimización y diversificación de nuestros razonamientos, las aplicaciones de IA generativa son infinitas. El mayor riesgo que se corre, desde ya, es el fenómeno de la alucinación. Esto significa: la ocurrencia de respuestas verosímiles pero falsas. Cualquiera que haya interactuado con un chatbot de IA sabe que estas alucinaciones ocurren con frecuencia, y ponen en riesgo la fiabilidad de la tarea.
Es por eso que, en el estado actual de la técnica, lo más importante (acaso lo único realmente importante) es la validación humana de las respuestas. Debemos controlar minuciosamente lo que generamos con IA, sea lo que sea. De esa forma no sólo evitamos las alucinaciones, sino que también preservamos una cierta voz humana, que distingue a nuestro trabajo de la producción masiva de contenido genérico creado con IA.
Respecto del impacto en el empleo, sería ingenuo (o incluso de mala fe) desconocer que hay muchas tareas que ya se están desplazando hacia los modelos de IA. Es una realidad que debemos enfrentar, y que responde al mismo patrón de transformación laboral que mostraron todas las grandes revoluciones tecnológicas. Sin embargo, eso no significa que los seres humanos estemos condenados a la obsolescencia.
Desde República Digital, la fundación que presido, abogamos por un paradigma de inclusión digital. Ello implica la capacitación a gran escala de los agentes públicos para que puedan usar estas herramientas a fin de mejorar el servicio que les prestan a los ciudadanos.
Como ya señalé, la supervisión humana es la clave del uso responsable en el estado actual de la IA generativa. Esta circunstancia abre grandes oportunidades para la optimización del servicio público sin que ello implique la pérdida de puestos de trabajo.
PUNTO DE VISTA III
“Una puerta para el acceso al ciudadano”
Carolina Vargas Aignasse, legisladora
Los avances vertiginosos de la Inteligencia Artificial, que se han instalado con fuerza en el mundo, implica un cambio sustancial en el modo de gestionar, de comunicar y hasta diría, de percibir la realidad. Tienen un impacto enorme en la vida política y la gestión de gobierno. Un cambio de esta magnitud tiene aristas altamente positivas y un costado complejo difícil de predecir y de prevenir.
Muchas son las discusiones acerca de si es buena o mala la regulación de la IA para su aplicación,. A mi criterio, su crecimiento y desarrollo se produce de una manera tan rápida que siempre las legislaciones van a ir por detrás de los avances de esta tecnología. El impacto positivo a su vez es enorme acortando brechas de conocimiento, eficiencia y posibilidades de acceso para quienes puedan acceder al conocimiento de estas herramientas y su utilización.
Desde el Poder Legislativo provincial estamos trabajando, junto al laboratorio de Inteligencia Artificial de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNT. El objetivo es desarrollar una herramienta para que el digesto jurídico de la provincia pueda ser consultado y transmitido en lenguaje claro para todos los ciudadanos. Al tratarse de IA generativa, se trabaja entrenando la herramienta para el acceso a la legislación actualizada de Tucumán y para su utilización, no sólo para los operadores jurídicos sino también el periodismo y todos los ciudadanos.
Buscamos promover el conocimiento y la intervinculación de todos los textos normativos circunscriptos al ámbito del digesto jurídico. Esto abre una puerta invaluable de conocimiento y posibilidades de gestión. Será la primera herramienta de este tipo en Argentina y eso es muy valioso.
Fortalecer lo humano
La Inteligencia Artificial ya forma parte de nuestra vida cotidiana, laboral y hasta de las relaciones. Dependerá de nosotros su uso para que sea una aliada que fortalezca el trabajo humano, observando y minimizando los riesgos que conlleva su uso.
PUNTO DE VISTA IV
“La IA no puede gestionar el Estado”
Mario Rodolfo Leal - director del Centro de Estudios de Derechos de las Nuevas Tecnología UNT
La gestión del Estado, mediante el uso de la herramienta de la IA, tiene límites que son propios de la gestión pública estatal. Al mismo tiempo, este avance presenta provechosos horizontes llenos de posibilidades para lograr una gestión estatal más democrática, eficiente, rápida y transparente.
Los límites son los que establecen la forma y el sistema de gobierno de nuestro país (representativo, republicano, federal y democrático). Esto es, que las decisiones que se tomen, sea en el poder administrativo, legislativo o en el ámbito judicial, están reservadas exclusivamente en cabeza de las ciudadanas y ciudadanos que han sido elegidos o designados para ejercer estas funciones de gestión. En modo alguno, estas pueden ser trasladadas o encargadas a simples herramientas tecnológicas como las IA. Dicho de una manera simple, estas no pueden convertirse en gestoras del Estado.
Como hemos dicho es evidente que la IA es una herramienta útil en la gestión de gobierno, pero como cualquier herramienta debe ser continuamente monitoreada por los actores humanos que se ocupan de la gestión del Estado, Se trata de verificar que su programación, y su utilización no contengan sesgos discriminatorios.
No se debe caer en la tentación de pensar que las predicciones posibles de las IA, o sus resultados sean tomados mecánicamente como actos de poder público en sí misma. Pensemos en foto multas efectuadas por un sistema digital, que automatizadamente emita la multa y también la sentencia de cobro, sin dar lugar a los derechos de defensas, los descargos y la aportación de prueba del posible infractor involucrado.
Otro riesgo es que las IA y sus datos sean utilizados para manipulación del electorado con intencionalidad política, o para influenciar la opinión pública, o la generación de noticias falsas o de inducir descrédito político.
La historia contiene múltiples ejemplos en que la tecnología ha cambiado actividades humanas y en algunos casos las ha hecho desaparecer, como a oficios o técnicas que fueron sobrepasadas por la novedad tecnológica haciéndolas inútiles, pero también ha verificado que inmediatamente aparecen nuevas actividades humanas antes inexistentes que se vuelven necesarias para afrontar las novedades tecnológicas. Ese es el ciclo tecnológico: las nuevas tecnologías solucionan problemas existentes, pero al mismo tiempo ellas mismas generan nuevos problemas antes inexistentes.