
La derrota de Vélez frente a Huracán agudizó la crisis del “Fortín” y precipitó la salida de Sebastián Domínguez. Mientras el conjunto de Liniers se encuentra negociando con Guillermo Barros Schelotto, Marcelo Bravo fue el elegido para hacerse cargo del equipo hasta que se confirme un nuevo DT. Aunque como siempre pasa en estos casos, los resultados podrían hacerlo continuar un tiempo más. A su vez, el actual entrenador de la Reserva estará acompañado por Patricio Pisano como ayudante de campo, mientras que Ivo Paciello y Martín Polo serán los preparadores físicos.
¿Quién es Marcelo Bravo?
El ex jugador de Vélez fue campeón con el “Fortín” en 2005 siendo una de las figuras, pero por un problema en su corazón se tuvo que retirar con 20 años. “Tuve suerte que me lo detectaron”, suele declarar el entrenador cada vez que es consultado por su problema de salud. “Me ha pasado de ver por televisión cuando se desploma un jugador o pasa algo inusual con un deportista. Un día, cuando pasó lo de Iván Bella estaba en la platea con mi hermano Gustavo. Él se agarró la cabeza cuando pasó. Nos abrazamos como diciendo: ‘Mirá de la que me salvé‘. Así con muchos casos que he visto en televisión cuando tienen esos golpes fuertes o por ahí terminan mal, como el chico que se golpeó la cabeza contra un paredón. O los que tienen problemas cardíacos: lo de Puerta (futbolista español que murió en 2007) me tocó un montón. Me veo reflejado, quizá me hubiese pasado a mí. Tuve suerte de que me lo detectaron”, dijo en más de una ocasión.
Bravo había debutado a fines del 2003 y rápidamente se había convertido en una de las grandes promesas del fútbol argentino. Su fugaz paso por el profesionalismo duró exactamente 623 días, poco más de un año y medio. Su historia quedó grabada a fuego en la mente de todos. Ese mediocampista zurdo había sido pieza clave del Vélez campeón del Clausura 2005, fue parte del Sudamericano Sub 20 de ese mismo año con Lionel Messi de compañero, lo tenían en su radar los grandes de Europa y 48 horas antes de conocer la noticia que decretaría su retiro había sido la estrella del 6-0 de Vélez sobre Gimnasia en La Plata.
“Hasta el día de hoy me pregunto por qué pasó en ese momento. No tuve nunca síntomas: ni falta de oxígeno, ni me ahogaba en los partidos, nunca un dolor en el pecho. Es más, ese sábado que juego el partido con Gimnasia recorro a los 87 minutos 70 metros con pelota y yo me podría haber desplomado ahí; me podría haber muerto en esa jugada”, revive de aquel partido de la tercera fecha del Clausura, el último en su carrera. Esa noche fue como una ironía del destino, un guiño entre perverso y conciliador: “Fue mi mejor partido en Primera División. Esa noche fue fantástica: hice un gol, pases de gol, corrí como nunca, me sentí suelto, cómodo. Es más, muchos de los diarios me calificaron con un 10. Esa noche me lo merecía, creo. Había hecho todo a la perfección. No erré un pase, recuperé pelotas, jugué bien, he gambeteado, cambio de ritmo”, recordó el ex volante.