¿IA…hora qué hacemos?

Por Juan María Segura para LA GACETA.

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23 Marzo 2025

Si bien es cierto que con datos solamente no hacemos mucho, lo que también es igual de cierto es que sin ellos solo nos queda tantear en la oscuridad. Afortunadamente, vivimos un tiempo en donde tenemos tantos, tantos, tantos datos, que solo nos queda lidiar con su selección, organización e interpretación. Y esto es nuevo en términos históricos, así que no nos volvamos locos si aún no hemos logrado acostumbraros a ello. Si la historia del homo sapiens fuese una caminata de 200 kilómetros, la novedad de internet y la revolución de las TICs apareció en los últimos 45… pasos. Así como escucha.

“…640 kilobytes (KB) de memoria deberían ser más que suficiente para cualquier computadora…” es una frase muy popular de los 80’ que se le adjudica a Bill Gates y que él se ha encargado de desmentir. Dijo Gates al respecto “…he dicho algunas cosas estúpidas y algunas equivocadas, pero esa frase no es mía. Nadie que haya estado tan involucrado con las computadoras diría que una cantidad de memoria es suficiente para siempre…”. En la actualidad, la red global de smartphones registra un tráfico mensual de datos superior a los 160 exabytes (un EB equivale a 1015 KB…), y aumenta cada año un promedio de +25%.

Así como la industria de los smartphones solo puede prosperar si en paralelo lo hace también la industria de las baterías (la ubicuidad solo es tal con autonomía), la capacidad de disponer incrementalmente de datos solo es posible si mejora la industria de los microprocesadores y de los soportes de información. La capacidad del ser humano de transferir información a la generación siguiente evolucionó siempre en una misma dirección. Pasamos de las paredes de las cavernas, las piedras, los huesos y las tablas de arcilla, al papiro, el pergamino y el papel, luego a las cintas y sus derivados, y finalmente a los sistemas de almacenamiento digital, en dispositivos externos (diskette, CD, USB), en equipos (fijos o móviles) o en la nube.

La época de la cultura digital, que la humanidad recién está estrenando en términos históricos, es un tiempo de infinitos. Disponemos de infinitos datos y recursos, muchos más de los que jamás imaginamos que podríamos tener, y la mayoría son de acceso gratuito. Nunca fuimos tantos en el planeta, es cierto, pero nunca tuvimos tan a disposición tantos recursos informativos de los cuales valernos. Solo la plataforma wikipedia, desarrollada colaborativamente (hace 15 pasos…), posee +63 millones de definiciones en +300 idiomas diferentes, y es de acceso gratuito. Frente a ella, el aporte de L’Encyclopédie de Diderot, factótum del siglo de las luces y del Iluminismo, palidece en impacto, alcance y reverberación.

Este nuevo tiempo de infinitos requiere herramientas e instrumentos de navegación originales. Hacernos de una porción de esos infinitos y ponerlos a disposición del ser humano en esta nueva fase de la humanidad (otra escala global, otra dinámica de vida, otros problemas) es una tarea a la que debemos dedicar tiempo, recursos y talento. Estamos exigidos a rediseñar para poder navegar estas nuevas aguas. Las instituciones previas a la caminata de estos últimos 45 pasos se presentan como canoas frágiles y poco fiables que poco nos ayudarán a trazar un nuevo rumbo, una nueva marcha. Tal vez sea conveniente interpretar la IA generativa como un recurso de época con el potencial de asistirnos en esta nueva temporada del sapiens, en este nuevo tramo de la travesía.

¿Y ahora qué hacemos? Bueno, lo primero es aceptar dónde estamos, qué sabemos y de qué carecemos. Sin nostalgia, sin eufemismos, sin temor. Si somos capaces, ¡sin gritarnos! En educación sabemos que esta época nos pegó en el mentón el derechazo de nuestras vidas. Que la información no llegue exclusivamente al aula con el docente o el manual y lo haga de cualquier otra manera, en cualquier formato y explicada por cualquiera persona es, literalmente, un cross al mentón. Que el aula no sea más el lugar primordial de aprendizaje en la vida de una persona es, literalmente, una patada voladora al pecho. Que los años de la educación obligatoria que imponen los NAPs ya no sean capaces de anticipar qué tipo de herramientas y dominios serán demandados en 10 años es, literalmente, una doble Nelson.

¿IA… hora qué hacemos? Bueno, demos vuelta la página, y comencemos a promptear. Nada bueno está garantizado, ¿acaso alguna vez lo estuvo? Mucho más peligroso era salir de las cavernas a buscar comida. Sin embargo, frente a la certeza de la muerte por inanición, ciertos riesgos debían correrse. Siempre ciertos riesgos deben correrse, siempre las zonas de confort nos terminaron mojando la pólvora y ablandando, quitándonos flexibilidad y capacidad de adaptación. Debemos preguntarnos entonces, en el tiempo de los infinitos y en la época de la cultura digital, ¿debemos abrazar la aparición de la IA sin más? Sobrepasados de datos como estamos pero convencidos de que entre tanta información hay mucho insight a descubrir, ¿debemos volvernos unos dogmáticos de estos nuevos sistemas generativos dialógicos? No lo creo, pero si tengo la certeza de que muchos de los diseños institucionales que trajeron al hombre hasta este punto de la historia dejarán de ser útiles, eficaces, convenientes, y creo que las instituciones educativas tal como las conocemos van hacia ese derrotero. Frente a ello, tenemos la oportunidad, debemos convertir a la IA generativa en útil para nuestros propósitos y objetivos. Para ello debemos domesticarla y volverla conveniente.

Hacía 2030, la competencia que mayor demanda tendrá en el planeta será IA y big data, por encima del pensamiento creativo, la resiliencia o la curiosidad. Según la oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, la demanda de analistas de datos profesionales crecerá un 36% hacia 2033. Es cierto que llevamos caminando 200 km, y que en general hemos avanzado tomando bastantes referencias de lo que veíamos al mirar sobre nuestro hombros. El pasado, y más aún el inmediato, usualmente nos sirvió como guía para continuar la marcha. Sin embargo, estos últimos 45 pasos no se parecen en nada a lo que hicimos antes y, muy probablemente, tal vez sí se parecerán a lo que debemos diseñar de ahora en más. Entonces, ¿IA… hora qué debemos hacer? Amarrar la canoa y diseñar un nuevo vehículo, equiparlo con nuevos instrumentos y operable con nuevas destrezas y habilidades. ¿Se imagina cómo serán los próximos 45 pasos?

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