Cómo enfrentar el problema de la violencia en las escuelas: ¿expulsión o contención?
El reciente episodio de violencia ocurrido en una escuela de Acheral, donde un estudiante resultó apuñalado tras una pelea, encendió las alarmas en la comunidad educativa y en la sociedad en general. Para analizar posibles soluciones, LA GACETA consutó a Juan María Segura, experto en educación, quien plantea una mirada integral sobre la violencia en las escuelas y el papel de la sociedad en su prevención.
El profesional destacó que es "muy difícil pedirle a la escuela que sea menos violenta que la sociedad en la que está inmersa". Según el especialista, la escuela no puede estar aislada del contexto social que la rodea, y los episodios de violencia dentro de los establecimientos educativos son un reflejo de lo que ocurre en el entorno.
"La pregunta que nos tenemos que hacer es si efectivamente en nuestra nueva cultura vale todo. Si la respuesta es afirmativa, entonces no debería sorprendernos que un chico de 14 años lleve un cuchillo al colegio", sostuvo. En ese sentido, hizo hincapié en la naturalización de la violencia en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, como la política y el deporte, donde el lenguaje agresivo y la falta de respeto son moneda corriente.
Expulsión o contención: el debate
Cada vez que ocurre un hecho de violencia escolar surgen posturas contrapuestas: por un lado, quienes consideran que los agresores deben ser expulsados de la escuela y, por otro, quienes defienden la necesidad de contenerlos y brindarles herramientas para cambiar su conducta. Segura dijo que "cualquier persona que acciona un arma contra otra está cometiendo un delito y debe afrontar las consecuencias".
Sin embargo, también advirtió que la expulsión sin más no soluciona el problema: "A esa persona no se le está haciendo ningún bien. Simplemente se la aparta de un ambiente en el que no se quiere que esté, pero ¿qué pasa después con ella?". Para el especialista, es fundamental que las escuelas mantengan un marco claro de valores y principios para toda la comunidad educativa, en lugar de aplicar sanciones arbitrarias que terminen debilitando el sentido de justicia dentro del establecimiento.
¿Están las escuelas preparadas para abordar estos casos?
Otro punto clave es la falta de recursos para afrontar situaciones de violencia. En el caso de Acheral, los vecinos y padres denuncian la ausencia de personal auxiliar y de profesionales especializados, como psicólogos, que puedan intervenir de manera efectiva. Para Segura, si bien la disponibilidad de recursos es un factor importante, "cualquier escuela, en cualquier situación de carencia, puede convertirse en un faro de respeto y convivencia".
El especialista mencionó ejemplos de escuelas en contextos vulnerables de Brasil y Estados Unidos que lograron revertir situaciones de violencia extrema en apenas cuatro años. "La clave fue ponerse de acuerdo en un principio fundamental: el respeto. Desde allí, se construyó toda la propuesta educativa y se aplicaron estrategias pedagógicas para reforzar el concepto".
El rol de las familias
Segura se refirió a la necesidad de un trabajo colaborativo entre la escuela y las familias. "Hoy la escuela le exige a la familia que cumpla un rol que muchas veces no puede asumir, y la familia le pide a la escuela que haga lo que no le corresponde. No trabajan en conjunto".

A pesar de las dificultades, el especialista aseguró que es posible generar cambios positivos a través del diálogo y el compromiso de todas las partes. "Los padres y madres tienen el deseo de involucrarse, pero falta una estructura que facilite esa participación. La escuela debe encontrar formas de integrar a las familias en la educación de sus hijos".
Finalmente, advirtió que "hemos olvidado los principios básicos que sostienen el tejido social de una comunidad: el respeto, el diálogo y la escucha". Y concluyó con una reflexión contundente: "Si queremos erradicar la violencia de las escuelas, primero debemos erradicarla de nuestra sociedad".