Los pasatiempos se consolidan como un refugio para la creatividad y el bienestar emocional
ENTRE HILOS Y PUNTADAS. Celia y Dolores ultiman detalles de un diseño que lleva un mes de trabajo. Las clases de costura duran tres horas. la gaceta foto / jose nuno
”La capacidad de disfrutar de una actividad es condición ineludible de salud mental”, afirma Julieta Combes, magíster en psicología del deporte. Según la especialista, en una sociedad donde la productividad es el eje central de la vida cotidiana, los pasatiempos se presentan como un refugio necesario para la mente. Desde el canto hasta la cerámica, cada actividad brinda una oportunidad para relajarse, mejorar la autoestima y conectar con otros. Sin embargo, las exigencias laborales y económicas condicionan el acceso a estas prácticas, relegándolas muchas veces a un segundo plano.
Los pasatiempos, según Combes, funcionan como un equilibrio entre las actividades laborales y aquellas que promueven la creatividad, la libertad y la alegría. “Deben alternarse. Para que exista una, debe practicarse la otra”, sostiene.
Florencia Marozzi, comerciante y tallerista de cerámica, observó de primera mano el impacto positivo de los pasatiempos en la vida de sus alumnos: “Desde que tengo el taller, vi pasar mucha gente que llegaba triste, con problemas, y mientras pasaba el tiempo se notaba cómo iban mejorando, sintiéndose mejor”. Además, destaca que la cerámica es una actividad accesible que solo requiere ganas de pasarla bien y desconectarse.
Tiempo y dinero
La crisis económica en Argentina también afecta la posibilidad de mantener un hobby. “Se invierte tiempo, dinero y energía en producir dinero para la satisfacción de necesidades básicas. La tecnología en el mundo laboral genera disminución de las posibilidades de empleo, excluyendo económicamente a mucha gente de su hobby”, reflexiona Combes. En este contexto, dice que la sobrecarga laboral también genera un abandono progresivo de los pasatiempos, los cuales pasan a ser considerados superfluos y descartables.
Ana Zavaleta, artista visual y gestora cultural, observó cómo esta realidad afecta la participación en talleres de arte: “Siempre fue difícil sostener el cupo de alumnos en clases de pintura porque a lo largo del año la gente se iba bajando. La falta de tiempo y dinero fue un factor importantísimo”. Sin embargo, notó un cambio en la modalidad de participación: “Cuando empecé a organizar eventos artísticos, como ‘Pintura y Birrita’, explotaron. Ahí observé que la gente quiere un pasatiempo pero sin el compromiso de un taller semanal”. “Los eventos ‘Pop Up’, nacen y mueren en un par de horas, no requiere una periodicidad ni una inversión mayor de dinero como en un taller”, explica.
Expresión y terapia
Para muchas personas, los hobbies se convierten en una vía de escape y autoconocimiento. María Robledo (32), psicóloga, encontró en el canto su forma de canalizar el estrés: “Si estoy pasando por algún momento de ansiedad o angustia, me ayuda a sentirme mejor. Ayuda a la expresión emocional y a tener mayor confianza en mí misma”.
De manera similar, Lourdes Quinzano (36) cuenta que desarrolló una relación profunda con el tarot: “Para mí, el tarot es un universo en sí mismo. Puede ser una gran herramienta terapéutica o un complemento de otra terapia”. Destaca que su práctica no requiere una gran inversión: “Puede ser costoso o puede ser muy accesible”.
ARTE. María en su clase de canto.
Escape del home office
Para quienes disponen de poco tiempo libre, Combes sugiere definir los recursos disponibles, la temática de interés y buscar una modalidad que permita su práctica sin depender de otros factores. “A mayor compromiso con el pasatiempo, mayores beneficios. Lo contrario también es cierto”, enfatiza.
“La necesidad de tener un pasatiempo surge porque trabajo desde mi casa y quería hacer algo más, pasaba mucho tiempo allí”, relata Dolores Acosta (29), abogada y analista de Quality Assurance (QA), quién encontró en la costura un espacio de creatividad y desconexión. La posibilidad de adaptar la actividad a su tiempo disponible fue clave: “Ahora que tengo menos tiempo me quedé solo con este taller pero hacía cerámica y bordado también”.
Por otro lado, Celia Grandi, su profesora de costura, destaca la importancia del compromiso con la actividad y de estos espacios: “No nos damos el tiempo suficiente para distendernos, pero mis alumnas vienen con otro chip y no dejan las clases. Creo que es un pasatiempo terapéutico. Nos ayudamos y formamos vínculos”, remarca.
Estrategias
Para quienes tienen poco tiempo libre, Combes sugiere definir los recursos disponibles, elegir una actividad acorde a los intereses personales y buscar una modalidad flexible. “Está claro que, a mayor compromiso con el pasatiempo, mayores beneficios. Lo contrario también es cierto”, afirma.
Finalmente, la psicóloga destaca: “Si no hay tiempo y energía, es necesario replantearse los objetivos vitales y, en casos más complejos, realizar consulta con un profesional de la salud”.
LA FUERZA. Lourdes sostiene la carta que simboliza la valentía y el coraje.




















