Un rechazo del arquero, un salto al vacío y una definición imposible: a 35 años del cabezazo de Zacharski

RETRATO DEL MOMENTO. El gol de Zacharski paso a la historia por su “espectacular” y “raro” sentido de la oportunindad. LA GACETA lo retrataba así unos días después de realizarce el partido. RETRATO DEL MOMENTO. El gol de Zacharski paso a la historia por su “espectacular” y “raro” sentido de la oportunindad. LA GACETA lo retrataba así unos días después de realizarce el partido.

Con un gol desde más de 30 metros, el mediocampista sorprendió a todos y San Martín se quedó con el clásico del Nacional B de 1990.

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Gonzalo Cabrera Terrazas
Por Gonzalo Cabrera Terrazas 30 Marzo 2025

“San Martín, por una mínima luz” titulaba LA GACETA en su edición del lunes 26 de marzo de 1990. El diario reflejaba la emoción de un clásico que quedó grabado en la memoria de los hinchas “santos”. El domingo 25 de marzo, en un estadio colmado, Víctor Hugo Zacharski marcó un gol que desafió toda lógica y le dio la victoria al conjunto de Bolívar y Pellegrini sobre Atlético. Un cabezazo desde más de 30 metros, un impacto inesperado que sorprendió a propios y extraños, y que aún hoy sigue siendo recordado como una de las mayores epopeyas del fútbol tucumano.

El pasado martes se cumplieron 35 años de aquella gesta, de aquel grito de gol que hizo estallar La Ciudadela. El estadio fue testigo de un partido repleto de emociones, con el condimento extra de que el “Santo” llegaba con la necesidad de reivindicarse, mientras que el “Decano”, que había ganado el clásico de la primera rueda, buscaba repetir la hazaña. Sin embargo, en un encuentro sin muchas emociones, fue Zacharski quien escribió su nombre en la historia.

FESTEJO DE GOL. Zacharski se trepa al alambrado de La Ciudadela. FESTEJO DE GOL. Zacharski se trepa al alambrado de La Ciudadela. FOTO ARCHIVO LA GACETA

El “Ruso” no fue un jugador que pasó mucho tiempo en San Martín, pero dejó una huella imborrable. Había llegado desde Almirante Brown con la expectativa de convertirse en una de las figuras del equipo. Sin embargo, su adaptación no fue sencilla. Las lesiones lo relegaron y el técnico de aquel entonces, Alberto Tardivo, dejó de considerarlo en la rotación. No obstante, el fútbol siempre da revancha, y Zacharski tuvo la suya en el momento más oportuno.

San Martín venía de una racha irregular en el Nacional B. Si bien nunca salió de los puestos de clasificación al Reducido, el equipo no lograba hilvanar victorias consecutivas. A principios de marzo, la situación se tornó tensa. La caída por goleada en Rafaela y un pálido empate de local contra Defensa y Justicia encendieron las alarmas. Con el clásico en el horizonte, la dirigencia no estaba dispuesta a tolerar otro tropiezo.

Tardivo, consciente de que su continuidad estaba en juego, tomó decisiones drásticas y apostó por cambios profundos en la alineación. Entre esas modificaciones apareció Zacharski, un nombre que pocos esperaban.

Luego de meses sin siquiera concentrar, el volante zurdo reapareció como titular en la fecha previa al clásico, contra Olimpo en Bahía Blanca. Su regreso no pudo haber sido mejor: marcó el gol del triunfo en un partido durísimo.

Ese tanto no solo le devolvió confianza, sino que también lo puso en la mira de los hinchas. De repente, aquel mediocampista que había quedado en el olvido se convertía en una pieza clave para enfrentar a Atlético.

GRAN MOMENTO. Así ingresó la pelota en el arco del GRAN MOMENTO. Así ingresó la pelota en el arco del FOTO ARCHIVO LA GACETA

Una ciudad paralizada

El clima en la provincia era el de una final. La edición de LA GACETA del sábado 24 de marzo anunciaba una recaudación récord para el Nacional B, con más de 200 millones de australes en entradas vendidas. Las calles se vestían de rojo y blanco de un lado y de celeste y blanco del otro. Mientras San Martín ultimaba detalles en su estadio, Atlético se alojaba en un hotel céntrico, intentando abstraerse del fervor popular.

Las declaraciones previas mostraban la confianza de ambos lados. En el vestuario de Atlético, jugadores como Erasmo Doroni y Walter Jiménez aseguraban que repetirían la victoria de la primera rueda. En San Martín, José Noriega, uno de los experimentados del plantel, advertía que el equipo estaba en alza y tenía todo para ganar.

Desafió la lógica

La Ciudadela estaba repleta. Desde temprano, los hinchas “santos” coparon las tribunas con la esperanza de una victoria. El partido comenzó con la intensidad propia de los clásicos: mucha pierna fuerte, poco juego fluido y un clima caliente tanto en la cancha como en las gradas.

Atlético intentó imponer su juego en los primeros minutos, pero San Martín equilibró el mediocampo. Con el correr del tiempo, el partido se tornó trabado y con pocas situaciones de gol. Sin embargo, a los 22 minutos del primer tiempo, sucedió lo impensado.

Un pelotazo largo de Noriega buscó a Jorge Orlando López en ataque. El defensor de Atlético, Carlos Suárez, ganó la posición, pero el arquero José Tursi, apurado, salió del área y despejó de cabeza. El rechazo quedó flotando en el aire y, en ese instante, Zacharski apareció desde atrás, se zambulló en una palomita y conectó el balón con su cabeza desde más de 30 metros. La pelota viajó con precisión y se metió en el arco desguarnecido.

“Víctor Hugo Zacharski acertó con un cabezazo espectacular desde 30 metros en el minuto 22, después de una salida apurada de Tursi, quien resolvió fuera del área contrariando la lógica del arquero. Más allá del error del guardavallas, el mérito fue todo de Zacharski”, describió LA GACETA en su edición del 26 de marzo de 1990.

El estadio explotó. La hinchada “santa” rugió como nunca y los jugadores corrieron a abrazar al héroe inesperado. San Martín se ponía 1-0 y Atlético quedaba golpeado.

Incidentes

La euforia del triunfo contrastó con los incidentes ocurridos al final del partido. En la tribuna visitante, algunos simpatizantes de Atlético reaccionaron violentamente tras la derrota e intentaron provocar daños en las instalaciones del estadio. La policía intervino de inmediato y dispersó los disturbios con gases lacrimógenos. Como consecuencia, se registraron varios heridos y contusos, que fueron trasladados al hospital Padilla.

“En la sala de guardia del mencionado nosocomio, el médico Enrique Lucchini informó que ingresaron: José Gustavo Díaz, de 50 años, con domicilio en pasaje Lautaro 2337, con herida cortante en antebrazo izquierdo; José Antonio Lozano, 20 años, de calle Rondeau 2366, con un corte en antebrazo derecho producido por una botella; Juan Alberto Juárez, de Amador Lucero 200, con traumatismo de tórax; y Julio Kermes, de 28 años, domiciliado en Barrio Oeste II, con asfixia producida por gas lacrimógeno. En la Seccional 8ª de policía se informó que durante el operativo hubo 10 detenidos: 5 por ebriedad y 5 por averiguación de antecedentes”, detallaba nuestro diario sobre el incidente.

Dedicatoria especial

Más allá de lo futbolístico, el plantel de San Martín vivió un momento especial tras la victoria. En los vestuarios, los jugadores recordaron una promesa que le habían hecho a “Palito” Ortega. El cantautor, que había viajado con el equipo en la previa del partido contra Olimpo, se confesó hincha de los “santos” y compartió largos momentos con los jugadores. En aquel entonces, el plantel le prometió que ganarían el clásico. Y cumplieron.

Hoy, 35 años después, aquel gol sigue siendo motivo de conversación entre los hinchas de San Martín. Un gol de otro partido, un gol imposible, un gol que les dio la victoria en un clásico y convirtió a Zacharski en un nombre imborrable en la historia del fútbol tucumano.

Formaciones de aquella jornada

SAN MARTÍN: Albornoz; Mario Jiménez, Rescaldani, Anselmo y Robles; Juárez, Monteros, Zacharski y Noriega; López y Cabrera. DT: Alberto Pompeo Tardivo.

ATLÉTICO TUCUMÁN: Tursi; Suárez, Colalillo, Morales y Corbalán; Acosta, Doroni y Pacheco; Lugo, Walter Jiménez y Scimé. DT: Hugo Manuel García.

Cancha: San Martin.

Arbitro: Abel Gnecco.

Recaudación: Australes 217.000.000.

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