¿Cómo nos vestimos? Moda cotidiana, entre la libertad y la mirada ajena

Qué busca la sociedad actual a la hora de vestirse y qué factores influyeron en las modificaciones.

COMODIDAD. En los últimos años se prioriza el confort de las prendas. la gaceta / archivo COMODIDAD. En los últimos años se prioriza el confort de las prendas. la gaceta / archivo

Pocas cosas hay más transformadoras que el paso del tiempo. Nada queda estático, ni siquiera la forma en que nos vestimos. Es que si antes existían ciertos códigos implícitos para ir a buscar a los niños a la escuela, hacer compras o realizar trámites, hoy la comodidad y la funcionalidad parecen haber ganado terreno. ¿Es un cambio cultural profundo o simplemente una tendencia pasajera? Factores como el teletrabajo, la normalización del athleisure (ropa deportiva en la vida diaria) y la influencia de las redes sociales han transformado la forma en que elegimos nuestro vestuario diario.

Hasta hace algunas décadas, existía una mayor formalidad en la vestimenta cotidiana. Las mujeres solían arreglarse para salir, aunque fuera solo para llevar a sus hijos al colegio o ir al supermercado. Los hombres, por su parte, rara vez usaban ropa deportiva fuera del ámbito del ejercicio. En ese momento las normas sociales imponían cierta imagen de “corrección” en el vestir, donde la prolijidad y la presentación personal eran prioritarias.

No obstante, en los últimos años, estos límites se han difuminado. Lo que ha generado ciertas críticas y debates dentro de las redes sociales. Y también fuera de ellas.

Influencias

Dentro de esta última metamorfosis expertos en la materiaseñalan que aparecen dos factores determinantes: el fast fashiony la pandemia. Mel Martínez, asesora de imagen y modelo tucumana, explica que antes, las temporadas de moda estaban muy marcadas y la gente compraba ropa con una idea de durabilidad.

Hoy, en cambio, la industria impone ciclos mucho más rápidos: “Ya no hay solo dos temporadas, ahora cada estación trae una nueva colección, lo que nos lleva a estar en constante búsqueda de nuevas tendencias”.

Por otro lado, el impacto de la pandemia se vio en la flexibilización de normas protocolares, producto del teletrabajo. “Cuando uno está más relajado, se viste más relajado. Y la ropa por lo general es el reflejo de lo que somos. Comunica sin palabras”, indica

En este mundo post pandemia una muestra clara de esta búsqueda de la comodidad se ve en tendencias como el oversize o el auge de lo andrógino. “Estas modas, aunque pasajeras, reflejan una nueva búsqueda de comodidad y tranquilidad”, argumenta Martínez.

Lo que cambió

El cambio es evidente en la forma en que las prendas formales y casuales se combinan sin esfuerzo. Lou Quinzano, licenciada en Diseño Textil añade que la moda dejó de ser solo una cuestión estética para volverse también funcional.

“Hoy nos vestimos pensando en la movilidad, el confort y la practicidad, sin que eso signifique renunciar al estilo”, remarca. Así la ropa deportiva ya no es exclusiva del gimnasio, los pantalones sastreros se usan con zapatillas y las transparencias se llevan a plena luz del día.

Quinzano considera que también que la gente ya no se viste solo para verse bien, sino también para sentirse de esa manera. “Lo que antes era ‘ropa de estar en casa’ ahora se lleva a la calle sin problema. Hay un cruce entre lo deportivo y lo urbano, y las marcas entendieron que nadie quiere estar incómodo todo el día”, dice.

Con un clic

El impacto de las redes sociales es clave en esta evolución. “Las celebridades e influencers legitiman estéticas. Si Kendall Jennersale con calzas y un blazer, es ‘tendencia’. Las marcas lo saben y usan eventos, personajes célebres o incluso corrientes musicales para posicionarse en el subconsciente del consumidor”, describe Quinzano.

Martínez, por su lado considera que en donde más llegan estos mensajes es a un público muy joven. “Muchas personas quieren parecerse a ellos y los adolescentes, que todavía no han formado completamente su personalidad, son los más influenciables porque ven a una celebridadusando algo y buscan imitarla”, observa.

La asesora de imagen, comenta que el ejemplo más claro es el uso de las botas texanas en verano. “Seguramente una influencer o celebridad las usó primero, y ahora se vena un montón de chicas usándolas a 40 grados. Es una cuestión de pertenencia: usar cierta ropa te identifica con un grupo social”, afirma.

Códigos de vestimenta

En la actualidad el cambio en la vestimenta cotidiana refleja una mayor libertad de elección, pero también evidencia tensiones sobre qué está socialmente aceptado. “Por eso sorprende que en 2025 aún se vean intentos de imponer códigos de vestimenta, como si hubiera una única forma de verse ‘presentable’”, sostiene Quinzano.

Por las redes sociales, cada día viajan miles de comentarios y apreciaciones sobre cómo se viste la gente en la actualidad. Desde usuarios que se sorprenden al ver a una gran cantidad de gente en el supermercado de jogging, hasta debates sobre ropa adecuada o inadecuada para acompañar a los hijos a sus actividades.

“La ropa ajustada, por ejemplo, no es un problema en sí misma, pero la mirada que la asocia con lo ‘inapropiado’ según quién la use, sí lo es. Al final, el desafío no está en la moda, sino en los prejuicios que siguen dictando qué cuerpos pueden usar qué”, reflexiona Quinzano.

Mientras que Martínez piensa que aunque ciertas normativas protocolares se hayan flexibilizado con el tiempo, eso no significa que la gente dejará de usar traje o tacones. “Lo importante es que cada uno tenga su estilo propio y lo haga su marca personal”, termina.

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