
Usualmente las efemérides tienen una fecha establecida y año a año se repiten. No es el caso de festividades como Carnaval o Semana Santa, que no tienen días fijos, sino que van variando de una fecha a otra. Aún así, ambas celebraciones están relacionadas y la fecha de una depende directamente de cuándo se festeje la otra.
El año pasado la Semana Santa también tuvo un fin de semana extra largo. La festividad religiosa se celebró entre el jueves 28 y el domingo 31 de marzo; una fecha que se considera anticipada para la habitualidad. Además, Carnaval se festejó el lunes 12 y martes 13 de febrero.
Este año las celebraciones no coinciden con las fechas del año anterior. En tanto el Carnaval se celebró el lunes 3 y martes 4 de marzo, la Semana Santa tendrá lugar entre el jueves 17 y el domingo 20 de abril. ¿A qué se debe esta modificación?
Por qué Semana Santa cambia de fecha todos los años
El Carnaval se celebra en los lunes y martes previos al Miércoles de Ceniza, que marca el inicio de la Cuaresma. Desde allí se deben contar 40 días, exceptuando los domingos. La Semana Santa se celebra siempre en función del calendario lunar y la primavera del hemisferio norte.
Fue en el Concilio Ecuménico de Nicea –año 325– que se fijó la fecha de Pascua como el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio primaveral del norte. Sin embargo, siempre se intenta evitar que coincida con la Pascua Judía.
Qué dice la religión sobre comer carne en Semana Santa
Aunque la realidad es que no se menciona explícitamente el consumo de carne, los fieles interpretaron por siglos que la Semana Santa estaba relacionada únicamente a ese grupo alimenticio.
En el Nuevo Testamento en el libro de Mateo, capítulo 9, versículo 15, Jesús habla a sus discípulos dejándoles un mensaje: “¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, entonces ayunarán”.
El derecho canónico fijó esta práctica en distintos puntos de su doctrina religiosa: “Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, a tenor de los cánones que siguen”, como define el canon 1249 de la ley evangélica.