Una narración escénica para reabrir el Timoteo Navarro

A las 21 se verá “Umbral”. El director Piliponsky Braier apostó a una metáfora del derrumbe, con una partitura improvisada, en danza contemporánea.

“UMBRAL”. La Compañía de Danza Contemporánea es la encargada de reutilizar el museo Timoteo Navarro. “UMBRAL”. La Compañía de Danza Contemporánea es la encargada de reutilizar el museo Timoteo Navarro. La Gaceta / foto de José Nuno

Muros amenazantes sostenidos por estructuras de metal dejan ver la construcción a medio hacer, una cúpula en lo alto no luce iluminada; hay palabras que se repiten durante la entrevista, como el derrumbe, la destrucción; una estética de lo roto recorre el espacio.

En ese cuadrilátero que hace poco más de cinco años funcionó como un elegante museo, se inaugurará esta noche a las 21 la obra “Umbral”, una puesta de la Compañía de Danza Contemporánea, una instalación escénica, una intervención (se repondrá mañana y el martes a las 20).

Por lo que se conoce, esta será la nueva identidad de este edificio (al menos hasta que se restaure, en un tiempo no definido): no un museo, no un cubo blanco, sí un espacio no convencional apropiado para prácticas experimentales.

“Me preguntó qué es lo que no está roto en este tiempo, las relaciones humanas, la cultura... mi idea fue trabajar en el ‘mientras tanto’ donde mucho habla del derrumbe”, le cuenta a LA GACETA el director de “Umbral”, Martín Piliponsky Braier, quien ha trabajado en no poco mundo y que asumió como titular de la Compañía de Danza Contemporánea desde hace un par de meses (antes se llamaba Ballet).

Atención spoiler: el público no se encontrará con el museo que conoce; el espectador se encontrará con otro sitio (incluso deberá ingresar por el palacete francés de la ex Casa Nougués, por 24 de Septiembre 484).

Expuesto

En ese sitio todo está expuesto, desde el vestuario, los actores, músicos, los movimientos, las paredes en construcción sin moldura ni pintura. Y por si faltara más evidencia, un ladrillo, una metáfora tal vez de ese proceso in progress. “Cada bailarín y bailarina dialoga con el edificio, lo recorre, lo habita, lo interpreta. El cuerpo humano deviene metáfora del edificio y viceversa”, explica.

El elenco está integrado por 15 bailarines con la colaboración y asistencia de Silvina Koss, Antonella Mazziotti y Solange Courel que actúa como codirectora. “Un museo en obra, pero vivo. Un espacio que late y se transforma a través del arte y la comunidad”, se dice en el comunicado oficial.

- Hablabas hace un momento de un nuevo cuerpo…

- Cuando hablo del cuerpo hablo del movimiento, pensar la contemporaneidad, un cuerpo que acepta el cambio, que está más cerca al público, a la estructura, para crear una relación con él. El cuerpo ha cambiado, tenemos que mostrar un cuerpo con deseo, un deseo que está bien venido abajo. Por eso se contrató un maestro de yoga (que está dispuesto para todos los cuerpos estables) que nos hace respirar y estirar el cuerpo en términos de elasticidad psíquica espiritual. Pero también un maestro de aikido y de Tai chi, de Chi Kung. Eso es fundamental para el cuerpo contemporáneo, prepararlo, educarlo, trabajarlo. Nos proponemos usar el recurso que está, porque nada de la cultura está como debería estar, y aunque estén rotas las paredes se pueden usar, faltan las bisagras pero nada se va a caer. Este ha sido un trabajo que tiene el apoyo de otros cuerpos estables, es un equipo.

- ¿De qué trata “Umbral”?

- Del derrumbe. De un pasaje. Es una partitura improvisada que no significa cualquier cosa. Le he dado al intérprete la autosuficiencia, por eso es libre para entrar y salir de la escena cuando quiera. Es la imagen del derrumbe que fluctúa y sucede en toda la pieza; es una sucesión de imágenes. Es una pieza transdisciplinar ante todo. Hay una escultura de Gustavo Escalante que pende desde el techo y trabaja algo de la temporalidad, la obra habla de la construcción a partir de, en diálogo con la danza y el museo. El derrumbe es para reconstruir y reconstruimos desde la unión de todas las partes, no puede ser algo individual. Diría que la obra es un montaje de esfuerzos, de ayudas, una cadena. Estamos utilizando recursos que están en el San Martín. Insistó, la cultura está rota, no está perfecta, y no solo aquí, en Alemania los aportes del Estado han disminuido bastante.

-¿Cómo será la construcción de los intérpretes?

- Entonces, hay una sucesión de movimientos e improvisaciones, muy cerca del piso, (con la técnica flying low). El intérprete va tomando su estado, porque es una pieza performática, de construcción coral. Estoy harto de la caja negra del San Martín, y me parece muy interesante ver la danza en un espacio no convencional. Tal vez “Umbral” vaya luego al teatro, pero será distinto. La compañía vive su “mientras tanto”, viene de 20 años de una dirección y está en una compañía que se rehabilita. Los intérpretes también tienen voz, porque deben tenerla.

Tucumán Danza: capacitaciones y espectáculos

La penúltima jornada del festival Tucumán Danza tendrá numerosas actividades formativas desde las 10 en el Centro Cultural Juan B. Terán (Marco Avellaneda 350), con clases de streaching -a cargo de Belén Luque-, danza clásica -Paulina González-, proceso creativo -Florencia Olivieri- y danza contemporánea -Romina Simone y Karina Ávalos, en distintos horarios-. Por la noche, desde las 20, y en Puerto Libertad (Las Piedras) habrá una función folclórica del Gran Ballet Monteros dirigido por Daniel Carrizo; y las obras “La distancia”, del grupo santafesino Ham, que conduce Cecilia Romero Kucharuk, “Le dualité”, con Belén y Laura Luque Fosch y “Linares”, del elenco santiagueño Maktudved, de Marilina Rojas Veiga.

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